"Europa debería pedir perdón en lugar de consagrar por ley la cacería de trabajadores"
Intelectuales americanos divulgan un manifiesto contra la nueva directiva europea de inmigración. Adolfo Pérez Esquivel, el Subcomandante Marcos, Pere Casaldàliga, Naomi Klein, Eduardo Galeano y Noam Chomsky están entre los firmantes.
Intelectuales americanos divulgan un manifiesto contra la nueva directiva europea de inmigración. Adolfo Pérez Esquivel, el Subcomandante Marcos, Pere Casaldàliga, Naomi Klein, Eduardo Galeano y Noam Chomsky están entre los firmantes.
Texto, que circula por webs, blogs y correos electrónicos, es el siguiente:
Manifiesto contra la ley de migración europea
Señores gobernantes y parlamentarios europeos.
Algunos de nuestros antepasados, pocos, muchos o todos, vinieron de Europa.
El mundo entero recibió con generosidad a los trabajadores de la Europa migrante.
Ahora, una nueva ley europea, dictada por la naciente crisis económica, castiga como crimen la libre circulación de las personas, que es un derecho consagrado por la legislación internacional desde hace ya unos cuantos años.
Esto nada tiene de raro, porque desde siempre los trabajadores extranjeros son los chivos emisarios de las crisis de un sistema que los usa mientras los necesita y luego los arroja al tarro de la basura.
Nada tiene de raro, pero mucho tiene de infame.
La amnesia, nada inocente, impide que Europa recuerde que no sería Europa sin la mano de obra barata venida de afuera y sin los servicios que el mundo entero le ha prestado: Europa no sería Europa sin la matanza de los indígenas de las Américas y sin la esclavitud de los hijos del África, por poner sólo un par de ejemplos de esos olvidos.
Europa debería pedir perdón al mundo, o por lo menos darle las gracias, en lugar de consagrar por ley la cacería y el castigo de los trabajadores que a su suelo llegan corridos por el hambre y las guerras que los amos del mundo les regalan.
Desde el continente americano, julio de 2008,
Atentamente.
Manifiesto contra la ley de migración europea
Señores gobernantes y parlamentarios europeos.
Algunos de nuestros antepasados, pocos, muchos o todos, vinieron de Europa.
El mundo entero recibió con generosidad a los trabajadores de la Europa migrante.
Ahora, una nueva ley europea, dictada por la naciente crisis económica, castiga como crimen la libre circulación de las personas, que es un derecho consagrado por la legislación internacional desde hace ya unos cuantos años.
Esto nada tiene de raro, porque desde siempre los trabajadores extranjeros son los chivos emisarios de las crisis de un sistema que los usa mientras los necesita y luego los arroja al tarro de la basura.
Nada tiene de raro, pero mucho tiene de infame.
La amnesia, nada inocente, impide que Europa recuerde que no sería Europa sin la mano de obra barata venida de afuera y sin los servicios que el mundo entero le ha prestado: Europa no sería Europa sin la matanza de los indígenas de las Américas y sin la esclavitud de los hijos del África, por poner sólo un par de ejemplos de esos olvidos.
Europa debería pedir perdón al mundo, o por lo menos darle las gracias, en lugar de consagrar por ley la cacería y el castigo de los trabajadores que a su suelo llegan corridos por el hambre y las guerras que los amos del mundo les regalan.
Desde el continente americano, julio de 2008,
Atentamente.
El pleno del Parlamento Europeo aprobó el 19 de junio por 369 votos a favor, 197 en contra y 106 abstenciones la nueva norma comunitaria sobre procedimientos de repatriación de los inmigrantes.
Uno de los apartados más polémicos es el que permite a los Estados miembros retener a los inmigrantes a la espera de expulsión, incluidos los menores, en centros de internamiento hasta un máximo de 18 meses. También prohíbe volver a la UE durante 5 años a cualquier inmigrante que haya sido expulsado de un Estado miembro.
Numerosas ONG han denunciado que la medida es una "regresión" en los derechos humanos.
Uno de los apartados más polémicos es el que permite a los Estados miembros retener a los inmigrantes a la espera de expulsión, incluidos los menores, en centros de internamiento hasta un máximo de 18 meses. También prohíbe volver a la UE durante 5 años a cualquier inmigrante que haya sido expulsado de un Estado miembro.
Numerosas ONG han denunciado que la medida es una "regresión" en los derechos humanos.
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