Este 10 de octubre del 2008, se celebra el 140 aniversario, de lo que en la historia cubana se conoce como EL GRITO DE YARA, inicio de la lucha independentista de los hijos de la mayor de las Antillas contra el yugo del coloniaje de la metrópoli española.
Este significativo GRITO DE YARA, dado por el patriota Carlos Manuel de Céspedes, llamado con razón “El Padre de la Patria Cubana”, en compañía de otros valientes mambises, al amanecer de ese 10 de octubre, en el ingenio azucarero conocido como “La Demajagua”, ubicado en la provincia de Oriente, además de la connotación del alzamiento revolucionario para lograr la libertad de Cuba de las fuerzas opresoras extranjeras, tuvo el gesto nobilísimo de también proclamar la libertad de todos los esclavos negros que existían en la isla caribeña, traídos del continente africano para realizar las duras faenas del campo.
En la noche del 9 al 10 de octubre de 1868, en el ingenio La Demajagua, se inició la Guerra de los Diez Años. Allí Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo dio a conocer, en el "Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba", las ideas y los fines del movimiento revolucionario que buscaba la independencia de Cuba basado en la igualdad de todos los hombres, blancos o negros, cubanos o españoles, mantenida por el Padre Félix Varela al defender la abolición de la esclavitud.
Bandera de la Demajagua, usada por primera vez durante el grito de YaraLa bandera que enarboló Carlos Manuel de Céspedes estaba inspirada en la de Chile. Fue confeccionada por Candelaria Acosta (Cambula), pero la estrella fue dibujada por Emilio Tamayo. Esta bandera fue utilizada en Oriente como la bandera de la nueva República en Armas hasta que en la Asamblea de Guáimaro se adoptó la de Narciso López.
La idea inicial de Carlos M. de Céspedes, desde ese momento ya Padre de la Patria, era tomar la ciudad de Manzanillo, no sólo por la cercanía al lugar del pronunciamiento, sino, por la importancia de la plaza; sin embargo, la pérdida del factor sorpresa, la falta de experiencia marcial de los complotados y la carencia de armas de fuego, le hicieron desistir de la idea. No obstante, como prueba irrecusable de la intención queda para la historia la composición por parte del mismo Céspedes de la Marcha a Manzanillo, himno patriótico con el cual pensaba soliviantar el espíritu público de los manzanilleros cuando tomara la plaza y la firma del Manifiesto de la Revolución, rubricado en Manzanillo y no en el lugar donde ciertamente se verificó y juró: el ingenio Demajagua.
Después de terminada la reunión convocada por Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua y ante la imposibilidad de tomar la portuaria ciudad de Manzanillo, los revolucionarios -en un número aproximado de 600-, deciden marchar hacia Sierra de Naguas con el objeto de aumentar las fuerzas insurgentes; sin embargo, a su paso por el poblado de Yara son dispersados por una columna española proveniente de Bayamo. El comienzo de la Guerra de los Diez Años se ha identificado con Yara debido precisamente a que mientras la reunión y planteamientos realizados en La Demajagua pasaron inadvertidos inicialmente, la derrota de los insurrectos en el asalto al pueblo de Yara al serle comunicada al Capitán General fue lo que recogió la prensa de La Habana y Madrid.
Carlos Manuel de Céspedes :
Un hecho impresionante es que mucho después de la muerte del Héroe sus hijos, legítimos o no, vivieron carteándose entre ellos, queriéndose entrañablemente.
A todos el Padre, aquel que fue acaudalado hacendado, dejó una hermosa historia como espejo y una sentencia que a esta hora sacude: «Mis herederos, como yo, no deben desear más que morir por la libertad de Cuba y una herencia pobre de dinero pero rica en virtudes cívicas».
En la noche del 9 al 10 de octubre de 1868, en el ingenio La Demajagua, se inició la Guerra de los Diez Años. Allí Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo dio a conocer, en el "Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba", las ideas y los fines del movimiento revolucionario que buscaba la independencia de Cuba basado en la igualdad de todos los hombres, blancos o negros, cubanos o españoles, mantenida por el Padre Félix Varela al defender la abolición de la esclavitud.
Bandera de la Demajagua, usada por primera vez durante el grito de YaraLa bandera que enarboló Carlos Manuel de Céspedes estaba inspirada en la de Chile. Fue confeccionada por Candelaria Acosta (Cambula), pero la estrella fue dibujada por Emilio Tamayo. Esta bandera fue utilizada en Oriente como la bandera de la nueva República en Armas hasta que en la Asamblea de Guáimaro se adoptó la de Narciso López.
La idea inicial de Carlos M. de Céspedes, desde ese momento ya Padre de la Patria, era tomar la ciudad de Manzanillo, no sólo por la cercanía al lugar del pronunciamiento, sino, por la importancia de la plaza; sin embargo, la pérdida del factor sorpresa, la falta de experiencia marcial de los complotados y la carencia de armas de fuego, le hicieron desistir de la idea. No obstante, como prueba irrecusable de la intención queda para la historia la composición por parte del mismo Céspedes de la Marcha a Manzanillo, himno patriótico con el cual pensaba soliviantar el espíritu público de los manzanilleros cuando tomara la plaza y la firma del Manifiesto de la Revolución, rubricado en Manzanillo y no en el lugar donde ciertamente se verificó y juró: el ingenio Demajagua.
Después de terminada la reunión convocada por Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua y ante la imposibilidad de tomar la portuaria ciudad de Manzanillo, los revolucionarios -en un número aproximado de 600-, deciden marchar hacia Sierra de Naguas con el objeto de aumentar las fuerzas insurgentes; sin embargo, a su paso por el poblado de Yara son dispersados por una columna española proveniente de Bayamo. El comienzo de la Guerra de los Diez Años se ha identificado con Yara debido precisamente a que mientras la reunión y planteamientos realizados en La Demajagua pasaron inadvertidos inicialmente, la derrota de los insurrectos en el asalto al pueblo de Yara al serle comunicada al Capitán General fue lo que recogió la prensa de La Habana y Madrid.
Carlos Manuel de Céspedes :
Un hecho impresionante es que mucho después de la muerte del Héroe sus hijos, legítimos o no, vivieron carteándose entre ellos, queriéndose entrañablemente.
A todos el Padre, aquel que fue acaudalado hacendado, dejó una hermosa historia como espejo y una sentencia que a esta hora sacude: «Mis herederos, como yo, no deben desear más que morir por la libertad de Cuba y una herencia pobre de dinero pero rica en virtudes cívicas».
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