Medhi Ben Barka lider progresista y una de las esperanzas del tercer mundo representaba un peligro para el régimen absolutista de Maruecos y para los amigos occidentales del monarca, Francia y USA.
Si por ventura Ben Barka lograba llegar al poder e instaurar una democracia, aquello podría suscitar ansias emuladoras en los diferentes pueblos de África, ya de por si muy revueltos y donde el bloque del este ganaba día a día adeptos.
Mehdi Ben Barka fue un político marroquí, activista por la independencia y más tarde disidente del régimen de Hasan II, cofundador de los partidos políticos Istiqlal y UNFP y figura dirigente del movimiento tercermundista. Nació en Rabat en 1920 y murió en extrañas circunstancias en París en 1965. Su secuestro y asesinato a manos, aparentemente, de los servicios secretos marroquíes es uno de los episodios más emblemáticos de la época de la historia de Marruecos conocida como años de plomo.
El secuestro y posterior asesinato de Mehdi Ben Barka fue un nauseabundo crimen de Estado, la venganza cruel de un sistema totalitario contra el más brillante de sus enemigos.
Nacido en Rabat en 1920, primer licenciado en matemáticas de Marruecos, líder independentista en los años de la Segunda Guerra Mundial, fundador del Istiqlal (Partido de la Independencia). Siempre representó al sector más izquierdista y avanzado dentro del nacionalismo marroquí, siendo desterrado al Atlas en 1951. Una vez obtenida la independencia en 1955, el rey Mohamed V le nombró presidente del primer parlamento, un órgano meramente consultivo, totalmente dominado por el monarca.
En estos primeros compases del Marruecos Libre, Ben Barka se dedicó además a viajar, entrevistándose con líderes tercermundistas cómo Nasser, Burguiba, Mao Zedong o Ho Chí Minh. Tras tomar contacto con estos líderes, intentó aplicar experiencias de tipo socialista en el nuevo Estado postcolonial (el trabajo voluntario, por ejemplo).
En 1959, Ben Barka y otros destacados militantes del Istiqlal, junto a los sindicatos y las juventudes del mismo, decidieron abandonar el partido y crear la Unión Nacional de Fuerzas Populares (UNFP). El programa político de la nueva formación exigía una serie de medidas: la celebración de elecciones libres, la promulgación de una constitución, la implementación de la reforma agraria, la alfabetización del pueblo y el fin de la exclusión de las mujeres de la vida pública marroquí. Pronto, la maquinaria represiva extendió sus tentáculos sobre los dirigentes de la UNFP, encarcelando a algunos de ellos y obligando a exiliarse a Ben Barka.
Tras la muerte de Mohamed V y la subida al trono de su hijo Hassan II en 1962, el líder socialista pudo regresar a su país, presentándose a las elecciones legislativas del año siguiente. Antes de que los nuevos diputados pudieran tomar posición de sus escaños, miles de militantes de la UNFP fueron detenidos y torturados, acusados de tramar un complot para asesinar a Hassan. Ben Barka tuvo que escoger de nuevo el camino del exilio, refugiándose en la Argelia revolucionara, siendo acogido por el presidente Ahmed Ben Bella.
Condenado a muerte en su patria, tratado de traidor por las autoridades marroquíes, Mehdi Ben Barka se dedicó de lleno al movimiento tercermundista, cómo presidente de la Comisión Organizadora de la Conferencia Tricontinental de La Habana de 1966.
Si por ventura Ben Barka lograba llegar al poder e instaurar una democracia, aquello podría suscitar ansias emuladoras en los diferentes pueblos de África, ya de por si muy revueltos y donde el bloque del este ganaba día a día adeptos.
Mehdi Ben Barka fue un político marroquí, activista por la independencia y más tarde disidente del régimen de Hasan II, cofundador de los partidos políticos Istiqlal y UNFP y figura dirigente del movimiento tercermundista. Nació en Rabat en 1920 y murió en extrañas circunstancias en París en 1965. Su secuestro y asesinato a manos, aparentemente, de los servicios secretos marroquíes es uno de los episodios más emblemáticos de la época de la historia de Marruecos conocida como años de plomo.
El secuestro y posterior asesinato de Mehdi Ben Barka fue un nauseabundo crimen de Estado, la venganza cruel de un sistema totalitario contra el más brillante de sus enemigos.
Nacido en Rabat en 1920, primer licenciado en matemáticas de Marruecos, líder independentista en los años de la Segunda Guerra Mundial, fundador del Istiqlal (Partido de la Independencia). Siempre representó al sector más izquierdista y avanzado dentro del nacionalismo marroquí, siendo desterrado al Atlas en 1951. Una vez obtenida la independencia en 1955, el rey Mohamed V le nombró presidente del primer parlamento, un órgano meramente consultivo, totalmente dominado por el monarca.
En estos primeros compases del Marruecos Libre, Ben Barka se dedicó además a viajar, entrevistándose con líderes tercermundistas cómo Nasser, Burguiba, Mao Zedong o Ho Chí Minh. Tras tomar contacto con estos líderes, intentó aplicar experiencias de tipo socialista en el nuevo Estado postcolonial (el trabajo voluntario, por ejemplo).
En 1959, Ben Barka y otros destacados militantes del Istiqlal, junto a los sindicatos y las juventudes del mismo, decidieron abandonar el partido y crear la Unión Nacional de Fuerzas Populares (UNFP). El programa político de la nueva formación exigía una serie de medidas: la celebración de elecciones libres, la promulgación de una constitución, la implementación de la reforma agraria, la alfabetización del pueblo y el fin de la exclusión de las mujeres de la vida pública marroquí. Pronto, la maquinaria represiva extendió sus tentáculos sobre los dirigentes de la UNFP, encarcelando a algunos de ellos y obligando a exiliarse a Ben Barka.
Tras la muerte de Mohamed V y la subida al trono de su hijo Hassan II en 1962, el líder socialista pudo regresar a su país, presentándose a las elecciones legislativas del año siguiente. Antes de que los nuevos diputados pudieran tomar posición de sus escaños, miles de militantes de la UNFP fueron detenidos y torturados, acusados de tramar un complot para asesinar a Hassan. Ben Barka tuvo que escoger de nuevo el camino del exilio, refugiándose en la Argelia revolucionara, siendo acogido por el presidente Ahmed Ben Bella.
Condenado a muerte en su patria, tratado de traidor por las autoridades marroquíes, Mehdi Ben Barka se dedicó de lleno al movimiento tercermundista, cómo presidente de la Comisión Organizadora de la Conferencia Tricontinental de La Habana de 1966.
El 29 de octubre de 1965, fue raptado por dos inpectores de la brigada de estupefacientes de la policía francesa a las puertas de la cervecería Brassiere Lips en París, a plena luz del día. Posteriormente fue trasladado a un chalet de las afueras de la capital, siendo torturado hasta la muerte por el general Mohamed Ufqir, ministro del Interior de Marruecos. En esta operación colaboraron tanto los servicios secretos marroquíes, cómo el servicio de contraespionaje francés y la CIA.
Según el testimonio del agente marroquí Ahmed Bujari, que concedió una entrevista a Le Monde en junio de 2001 y posteriormente publicó un libro sobre el asunto, el cuerpo de Ben Barka fue disuelto en una cuba de ácido la noche del 31 de octubre en un centro de detención de Rabat. Un hombre de la CIA, el denominado coronel Martin, supervisó la operación, que fue filmada en video para deleite del criminal Hassan II.
De esta manera, el régimen monárquico eliminaba a su principal adversario, con el apoyo entusiasta del general Charles de Gaulle (presidente de Francia en aquella época) y la connivencia del Imperio usamericano. Ben Barka, socialista, antiimperialista, prestigioso matemático, aliado de Ben Bella y de Fidel Castro, coordinador de los No Alineados, en fin, era un personaje incómodo para los poderosos de todo el planeta.El juez francés (Patrick Ramael) que instruye el sumario del secuestro y desaparición del opositor marroquí Mehdi Ben Barka en 1965 en París ha firmado ordenes internacionales de arresto contra el jefe de la Gendarmería de Marruecos y otros cuatro marroquíes, según informó hoy una televisión francesa".
Condenado a muerte en su patria, tratado de traidor por las autoridades marroquíes, Mehdi Ben Barka se dedicó de lleno al movimiento tercermundista, cómo presidente de la Comisión Organizadora de la Conferencia Tricontinental de La Habana de 1966.
El 29 de octubre de 1965, fue raptado por dos inpectores de la brigada de estupefacientes de la policía francesa a las puertas de la cervecería Brasserie Lips en París, a plena luz del día. Posteriormente fue trasladado a un chalet de las afueras de la capital, siendo torturado hasta la muerte por el general Mohamed Ufqir, ministro del Interior de Marruecos. En esta operación colaboraron tanto los servicios secretos marroquíes, cómo el servicio de contraespionaje francés y la CIA.
Ben Barka fue secuestrado el 29 de octubre de 1965 en París por agentes de la policía francesa, cuando se dirigía a una cita con el cineasta Georges Franju para preparar el rodaje de una película sobre la descolonización. Desde entonces no se tuvieron más noticias de él.
La investigación judicial que siguió estableció que Ben Barka fue trasladado un chalet de un pueblo cercano donde fue torturado hasta la muerte por agentes marroquíes y mercenarios franceses, dirigidos aparentemente por el entonces ministro del interior del reino alauí, Mohammed Ufqir, quien habría participado en persona en el asunto. El juicio, celebrado en 1967, condenó a penas de cárcel a varios de los implicados, incluido Ufqir, que fue juzgado en rebeldía y condenado a cadena perpetua. Sin embargo, no se lograron averiguar todos los detalles de la trama, especialmente la implicación de los gobiernos francés y marroquí como tales, o de sus servicios secretos, las razones precisas del secuestro, las posibles complicidades de otras organizaciones como la CIA o el paradero del cuerpo de Ben Barka. Por esta razón, el proceso sigue abierto, aunque casi todos los testigos conocidos han ido muriendo a lo largo de los años, la mayoría por causas no naturales.
Con el cambio de siglo, y coincidiendo con la relativa apertura política en Marruecos, dos testimonios nuevos han arrojado nueva luz sobre el caso Ben Barka. Uno es el del antiguo agente de la seguridad marroquí Ahmed Bujari, quien asegura que el cuerpo de Ben Barka fue trasladado al centro de detención clandestino de Dar al-Muqri, en Rabat, donde fue disuelto en una gran caldera de ácido que el propio Bujari había tenido que hacer fabricar para la ocasión. El otro testimonio es el del antiguo comisario Lucien-Aimé Blanc, compañero de los dos policías franceses condenados por el asunto Ben Barka, quien hizo públicas las trancripciones de escuchas telefónicas realizadas por los servicios secretos franceses a quienes planeaban la desaparición de Ben Barka, lo que demostraría que el gobierno de la época al menos conocía los planes de secuestro.
Los Estados francés y marroquí han negado ssiempre cualquier implicación oficial en el caso. Marruecos, desde la muerte de Ufqir en 1973, ha admitido la participación del general en el secuestro, pero atribuyéndola a un acto individual producto de su enemistad personal con Ben Barka, y no a un plan institucional.
Condenado a muerte en su patria, tratado de traidor por las autoridades marroquíes, Mehdi Ben Barka se dedicó de lleno al movimiento tercermundista, cómo presidente de la Comisión Organizadora de la Conferencia Tricontinental de La Habana de 1966.
El 29 de octubre de 1965, fue raptado por dos inpectores de la brigada de estupefacientes de la policía francesa a las puertas de la cervecería Brasserie Lips en París, a plena luz del día. Posteriormente fue trasladado a un chalet de las afueras de la capital, siendo torturado hasta la muerte por el general Mohamed Ufqir, ministro del Interior de Marruecos. En esta operación colaboraron tanto los servicios secretos marroquíes, cómo el servicio de contraespionaje francés y la CIA.
Ben Barka fue secuestrado el 29 de octubre de 1965 en París por agentes de la policía francesa, cuando se dirigía a una cita con el cineasta Georges Franju para preparar el rodaje de una película sobre la descolonización. Desde entonces no se tuvieron más noticias de él.
La investigación judicial que siguió estableció que Ben Barka fue trasladado un chalet de un pueblo cercano donde fue torturado hasta la muerte por agentes marroquíes y mercenarios franceses, dirigidos aparentemente por el entonces ministro del interior del reino alauí, Mohammed Ufqir, quien habría participado en persona en el asunto. El juicio, celebrado en 1967, condenó a penas de cárcel a varios de los implicados, incluido Ufqir, que fue juzgado en rebeldía y condenado a cadena perpetua. Sin embargo, no se lograron averiguar todos los detalles de la trama, especialmente la implicación de los gobiernos francés y marroquí como tales, o de sus servicios secretos, las razones precisas del secuestro, las posibles complicidades de otras organizaciones como la CIA o el paradero del cuerpo de Ben Barka. Por esta razón, el proceso sigue abierto, aunque casi todos los testigos conocidos han ido muriendo a lo largo de los años, la mayoría por causas no naturales.
Con el cambio de siglo, y coincidiendo con la relativa apertura política en Marruecos, dos testimonios nuevos han arrojado nueva luz sobre el caso Ben Barka. Uno es el del antiguo agente de la seguridad marroquí Ahmed Bujari, quien asegura que el cuerpo de Ben Barka fue trasladado al centro de detención clandestino de Dar al-Muqri, en Rabat, donde fue disuelto en una gran caldera de ácido que el propio Bujari había tenido que hacer fabricar para la ocasión. El otro testimonio es el del antiguo comisario Lucien-Aimé Blanc, compañero de los dos policías franceses condenados por el asunto Ben Barka, quien hizo públicas las trancripciones de escuchas telefónicas realizadas por los servicios secretos franceses a quienes planeaban la desaparición de Ben Barka, lo que demostraría que el gobierno de la época al menos conocía los planes de secuestro.
Los Estados francés y marroquí han negado ssiempre cualquier implicación oficial en el caso. Marruecos, desde la muerte de Ufqir en 1973, ha admitido la participación del general en el secuestro, pero atribuyéndola a un acto individual producto de su enemistad personal con Ben Barka, y no a un plan institucional.
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