El sábado a la 1 de la madrugada llevaba en mi "taxi-libre" a un cliente cajero de un Banco a su vivienda en Catia, por detrás del hospital de Los Magallanes. Al dejar una calle y girar hacia otra se apareció de improviso detrás de mi una bandada de raudos motorizados, disminuí la velocidad ya contraída por la tortuosidad de la calle y me acerqué lo mas que pude hacia la acera derecha, algunos pasaron con la humareda implícita lo que atenuaba mas la poca iluminación; uno de ellos - me atrevo a afirmar que en forma conveniente para sus fines- trató de pasar entre varios y mi carro, con su rueda me golpeó la puerta del conductor y con el manubrio me destrozó el retrovisor lateral, cayendo al piso y luego levantándose en forma acrobática, dando saltos y cojeando, con un raspón sangrante en una de sus manos.
De inmediato la jauría me increpó y me reclamó mi supuesta mala conducción: "¿Tu estás loco, como manejas así?". De nada valieron mis argumentaciones y la de mi pasajero sobre su mala maniobra. Fui conminado a negociar por las buenas antes de que la violencia pudiera partirme un vidrio y/o la vida. No me bajaba del carro y argumentaba en mi defensa con paciencia, lo que les irritaba ya que me pedían que lo hiciera para que viera los supuestos daños a la moto. Mi pasajero por su celular trataba de comunicarse con un familiar motorizado residente de esa zona, lo que generó un momento crítico, ya que pensaron que solicitábamos refuerzos.
Acto seguido una mano apagó el vehículo, fui obligado a dirigirme hasta la moto y pedían "un palo" por daños inexistentes so pena de volcar el taxi. Les decía que podían hacerlo incluso matarme pero era una gran injusticia, que su gavilla no la disimularan, les repetía su mala acción ya que a cada momento pasaban nuevos motorizados quienes me aconsejaban pagar y les espetaba: claro, no le vas a echar la partida para atrás a tu pana.
Les recordaba además que ellos son pueblo y estaban "jodiendo" a alguien que también era pueblo, le solicité ayuda a una muchacha parrillera-acompañante de uno de ellos, la cual observaba la escena recostada de una pared, le pedí que me asistiera ya que ella había visto todo, también les solicité agua o líquido ya que tenía la garganta reseca por la tensión del momento, cuando me traían un refresco, de pronto el carro se deslizó solo hacia atrás con el pasajero adentro, quien atinó a girar el volante para evitar que se fuera hacia abajo, sin embargo saltó un brocal y topó con la pared de una casa provocando la hilaridad de la jauría. Me dijeron "viejo, váyase" en un gesto que consideraban de magnanimidad ya que no obtuvieron el millón. Creo que el llamado a la muchacha dio resultado y allí dejé al cliente cajero a quien creo le llego el familiar motorizado.
En el camino a la casa me aseguraba de que no me siguieran ya que les había dicho que vivía en otra zona y reflexionaba acerca de que el sueño de muchos de los adolescentes de nuestros barrios es tener una moto ya que el petróleo, el socialismo y la revolución bolivariana no ha llegado hasta ese cordón de marginalidad que va desde Guarenas-Guatire hasta El Palito-Morón, el cual se ha venido manifestando recurrentemente en nuestra historia reciente incluso con el actual voto castigo de las elecciones del 23N en ese eje y volverá a actuar ante el engaño oficial "socialista".
El saldo de este incidente: Tiempo- 1 hora de terror, daños a mi taxi, una mancha de sangre ajena en mi pantalón y 140 BsF despojados que eran intereses de una cuenta de ahorro, los cuales me los entregó en la tarde el mismo cajero al que prestaba servicio.
Julio Fandiño/06-12-08
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