Masacre de trabajadores bananeros en Colombia
Se exprime la vida de los pobres para enriquecer a los amos, y se les asesina cuando piden pan y justicia. La mano de hierro del gobierno es la misma que impela a la desesperación cien mil bocas.
Se denega justicia a los obreros colombianos, para luego entregar sus cabezas en bandeja de oro a los invasores yankis.
Hambre y plomo! He ahí lo que se da a la boca que pide pan y justicia.
Hambre y plomo. Así resuelven los mandarines de Colombia los conflictos de trabajo.
María Cano. Volante repartido clandestinamente el 30 de diciembre de 1928
El Movimiento por la Defensa de los Derechos del Pueblo MODEP, quiere iniciar la campaña de homenaje a la memoria de los miles de mártires obreras y obreros, asesinados el 6 de diciembre de 1928.
Este crimen acordado entre un monopolio imperialista, con la complicidad del Estado de las clases dominantes colombianas, justificado con el argumento de “detener la amenaza comunista”, en verdad tuvo como objetivo garantizar la dominación semi colonial.
Desde entonces la dominación imperialista, sus inversiones y megaproyectos, han requerido de un Estado lacayo y fiel defensor de sus intereses, que recorre para tal fin a masacrar al pueblo, como lo dijera María Cano, “los mandarines colombianos”, hoy como ayer, siguen masacrando al pueblo en nombre del capital.
Un día como hoy, el 6 de diciembre de 1928, bandas armadas al servicio de la empresa norteamericana United Fruit Company, con apoyo de la policía y el ejército de Colombia, masacraron a 1.500 trabajadores de las fincas bananeras, a fin de poner cese a la huelga de los obreros bananeros entraron en huelga, pidiendo descanso dominical, mejor atención medica y mejor salario.
La masacre de las bananeras es uno de los episodios más vergonzosos de la historia colombiana cuando el presidente Miguel Abadía Méndez ordeno dispararle a un número indeterminado de manifestantes reunidos en la plaza principal de Cienaga (Magdalena).
En la literatura, la novela donde este episodio histórico es estructural se llama Cien años de soledad
Conmemoran 80 años de la masacre de las bananeras
El 6 de diciembre de 1928 ocurrió la masacre de las bananeras. Una de las páginas más funestas de la historia de Colombia. En la plaza principal de Ciénaga, por orden de la United Fruit Company, el ejército arremetió contra las huelguistas y la población de la zona, quienes estaban concentrados allí protestando después de 24 días de paro contra los desmanes y la descarada explotación laboral que sufrían de parte de esta empresa gringa entre los diez mil trabajadores de la United Fruit Company, corrió el rumor de que el gobernador del Magdalena se entrevistaría con ellos en la estación del tren de Ciénaga Era un alivio para los huelguistas, pues no habían recibido del gobierno conservador sino amenazas y ninguna respuesta positiva de la multinacional...
“La historia cuenta que después de leer los decretos, les dieron cinco minutos a los trabajadores para despejar la plaza, pero que antes de cumplir el tiempo se levantó la voz de un obrero para decir ‘les regalamos el minuto que queda’ y de inmediato los militares abrieron fuego contra la multitud”.
Se exprime la vida de los pobres para enriquecer a los amos, y se les asesina cuando piden pan y justicia. La mano de hierro del gobierno es la misma que impela a la desesperación cien mil bocas.
Se denega justicia a los obreros colombianos, para luego entregar sus cabezas en bandeja de oro a los invasores yankis.
Hambre y plomo! He ahí lo que se da a la boca que pide pan y justicia.
Hambre y plomo. Así resuelven los mandarines de Colombia los conflictos de trabajo.
María Cano. Volante repartido clandestinamente el 30 de diciembre de 1928
El Movimiento por la Defensa de los Derechos del Pueblo MODEP, quiere iniciar la campaña de homenaje a la memoria de los miles de mártires obreras y obreros, asesinados el 6 de diciembre de 1928.
Este crimen acordado entre un monopolio imperialista, con la complicidad del Estado de las clases dominantes colombianas, justificado con el argumento de “detener la amenaza comunista”, en verdad tuvo como objetivo garantizar la dominación semi colonial.
Desde entonces la dominación imperialista, sus inversiones y megaproyectos, han requerido de un Estado lacayo y fiel defensor de sus intereses, que recorre para tal fin a masacrar al pueblo, como lo dijera María Cano, “los mandarines colombianos”, hoy como ayer, siguen masacrando al pueblo en nombre del capital.
Un día como hoy, el 6 de diciembre de 1928, bandas armadas al servicio de la empresa norteamericana United Fruit Company, con apoyo de la policía y el ejército de Colombia, masacraron a 1.500 trabajadores de las fincas bananeras, a fin de poner cese a la huelga de los obreros bananeros entraron en huelga, pidiendo descanso dominical, mejor atención medica y mejor salario.
La masacre de las bananeras es uno de los episodios más vergonzosos de la historia colombiana cuando el presidente Miguel Abadía Méndez ordeno dispararle a un número indeterminado de manifestantes reunidos en la plaza principal de Cienaga (Magdalena).
En la literatura, la novela donde este episodio histórico es estructural se llama Cien años de soledad
Conmemoran 80 años de la masacre de las bananeras
El 6 de diciembre de 1928 ocurrió la masacre de las bananeras. Una de las páginas más funestas de la historia de Colombia. En la plaza principal de Ciénaga, por orden de la United Fruit Company, el ejército arremetió contra las huelguistas y la población de la zona, quienes estaban concentrados allí protestando después de 24 días de paro contra los desmanes y la descarada explotación laboral que sufrían de parte de esta empresa gringa entre los diez mil trabajadores de la United Fruit Company, corrió el rumor de que el gobernador del Magdalena se entrevistaría con ellos en la estación del tren de Ciénaga Era un alivio para los huelguistas, pues no habían recibido del gobierno conservador sino amenazas y ninguna respuesta positiva de la multinacional...
“La historia cuenta que después de leer los decretos, les dieron cinco minutos a los trabajadores para despejar la plaza, pero que antes de cumplir el tiempo se levantó la voz de un obrero para decir ‘les regalamos el minuto que queda’ y de inmediato los militares abrieron fuego contra la multitud”.
El General Cortés Vargas, quien fue el que dio la orden, argumentó posteriormente que lo había hecho, entre otros motivos, porque tenía información de que barcos estadounidenses estaban cerca a las costas colombianas listos a desembarcar tropas para defender al personal estadounidense y los intereses de la United Fruit Company, y que de no haber dado la orden Estados Unidos habría invadido tierras colombianas.
Esta posición fue fuertemente criticada en el Senado, en especial por Jorge Eliécer Gaitán quién aseguraba que esas mismas balas debían haber sido utilizadas para detener al invasor extranjero
Se cuenta que fueron 3.000 los muertos pero en “Cien años de Soledad” se dice que fueron muchos más si se acoge la versión de que un número no cuantificado de cadáveres fueron echados por la noche al mar. Jorge Eliécer Gaitán se encargó en el Congreso de poner en evidencia al gobierno de Abadía Méndez por la connivencia con la United en el genocidio.
Ante esta respuesta violenta, se produce la desbandada de los trabajadores y una rápida negociación, y como resultado de la misma aceptan recortar por mitad los salarios. La indignación obrera se estrelló contra una doble muralla que le impidió sacar frutos de la aciaga experiencia: de una parte, el temor anticomunista del gobierno de Miguel Abadía Méndez (1926-1930) que veía la revolución bolchevique a la vuelta de la esquina; y, su contraparte, la tozuda fe insurreccional heredada de las guerras civiles del siglo XIX y alimentada por las nuevas ideologías de izquierda.
El resultado es que ni hubo la temida revolución, ni tampoco cuajó la ansiada insurrección.
El aparente empate fue resuelto por un liberalismo reformista que tomó en sus manos el poder para intentar, sin mucho éxito, atemperar los espíritus e institucionalizar el conflicto laboral que era imposible soslayar.
Hoy, se realizará una vigilia en la Plaza de Los Mártires, de Santa Marta.
Se realizarán actos académicos y culturales en Ciénaga y Santa Marta. Participan escritores, historiadores, sociólogos, economistas e investigadores nacionales y extranjeros.
Unos 600 dirigentes políticos, sindicales, sociales y populares, empezaron a conmemorar en Ciénaga (Magdalena) los 80 años de la masacre de las bananeras, episodio que tuvo serias implicaciones no sólo desde el punto de vista laboral o de movimientos obreros, sino económicas, políticas y sociales en el país.
Para historiadores como Mauricio Archila, la masacre de las bananeras se convirtió en un hito de las luchas obreras y un mito para la historia y las letras colombianas.
Algunos coinciden en afirmar que no existe un evento en la historia del país tan doloroso y al mismo tiempo tan expuesto a los vaivenes de la ficción como lo ocurrido en Ciénaga.
El sociólogo y catedrático cienaguero Carlos Payeres dice que este episodio ha generado una serie de contradicciones en la memoria colectiva de si fue conveniente o no, o si significó progreso social la presencia de la United Fruit Company en esta región o si, por el contrario, fue realmente un enclave con una naturaleza neocolonial que terminó contrastando las grandes diferencias sociales que ya existían en la zona bananera.
Hoy, se realizará una vigilia en la Plaza de Los Mártires, de Santa Marta.
Se realizarán actos académicos y culturales en Ciénaga y Santa Marta. Participan escritores, historiadores, sociólogos, economistas e investigadores nacionales y extranjeros.
Unos 600 dirigentes políticos, sindicales, sociales y populares, empezaron a conmemorar en Ciénaga (Magdalena) los 80 años de la masacre de las bananeras, episodio que tuvo serias implicaciones no sólo desde el punto de vista laboral o de movimientos obreros, sino económicas, políticas y sociales en el país.
Para historiadores como Mauricio Archila, la masacre de las bananeras se convirtió en un hito de las luchas obreras y un mito para la historia y las letras colombianas.
Algunos coinciden en afirmar que no existe un evento en la historia del país tan doloroso y al mismo tiempo tan expuesto a los vaivenes de la ficción como lo ocurrido en Ciénaga.
El sociólogo y catedrático cienaguero Carlos Payeres dice que este episodio ha generado una serie de contradicciones en la memoria colectiva de si fue conveniente o no, o si significó progreso social la presencia de la United Fruit Company en esta región o si, por el contrario, fue realmente un enclave con una naturaleza neocolonial que terminó contrastando las grandes diferencias sociales que ya existían en la zona bananera.
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