La dictadura de la burocracia
Entre los contenidos fundamentales del Socialismo del Siglo XXI están su condición ética y su carácter productivo. Si urgente es comenzar la construcción de una ética pública basada en los valores socialistas de la transparencia y el desprendimiento solidario, también lo es crear una cultura de la producción y la productividad, inspirada en la independencia nacional, la racionalidad económica y el trabajo creativo dignificante. Porque repartiendo cachivaches, dando carguitos que esclavizan conciencias y despilfarrando petrodólares, no se hace revolución alguna. Eso ya lo hicieron los adecos.
Nosotros tenemos la obligación de darle un vuelco radical a la situación productiva del país. Seguir importando cientos de miles de automóviles, electrodomésticos, manufacturas simples, alimentos y hasta inútiles bienes suntuarios, lo único que hace es reproducir el esquema de dominación capitalista dependiente. Son positivos los esfuerzos del Gobierno Nacional en apoyo al agro, en el desarrollo de la red ferroviaria, pero no es suficiente. Hay que generar urgentemente una industria nacional capaz de absorber la creciente fuerza de trabajo garantizándole a la clase trabajadora remuneraciones dignas y seguridad social efectiva.
Hay demasiados empleos marginalizados y excesiva burocracia, con el agravante que esta última se ha ido tornando en una élite privilegiada y odiosa, llegando a extremos que creíamos superados como es el caso de PDVSA, donde se vuelven a respirar aires discriminatorios hacia la clase obrera, por parte de una tecnocracia proimperialista de pose altanera y cabello teñido. En esos círculos pulula la corrupción y las lealtades al “proceso” se miden en prebendas y laxitud hacia sus desmanes.
Esa burocracia improductiva, parásita, es la que tiende un muro infranqueable entre el poder real y el pueblo, llegándose a convertir en el “verdadero poder”, la “nomenclatura” que acabó con el proyecto socialista en Europa del Este. Recordemos a la URSS. ¿Quién la demolió? No fue un comando especial gringo de esos de películas, ni fue el Papa con sus oraciones anticomunistas. Fue la burocracia corrupta y todopoderosa, cuyos privilegios la convirtieron en una clase diferente a la trabajadora y sus intereses terminaron por ser contrarios al ideario socialista. Toda burocracia corrupta es una nueva oligarquía. Comparemos sus sueldos, viáticos, bonos y demás, con los miserables salarios proletarios.
Todos los niveles de gobierno y toda la militancia revolucionaria, estamos obligados a advertir esta situación latente y a ofrecer propuestas para tomar el camino correcto. Sectores como la agroindustria, la construcción de obras de infraestructura y viviendas, el turismo, las manufacturas, la petroquímica y la siderúrgica aguas abajo, las actividades agroecológicas y la artesanía, la industria cultural, deben contribuir al surgimiento de una economía menos dependiente y más productiva, capaz de generar empleos estables y justamente remunerados en un esquema económico de nuevo tipo donde se le otorgue al capital humano y al ecosistema el valor que realmente aportan al bienestar colectivo.
La dirigencia de la Revolución, debe reafirmar su compromiso con las mayorías y promover el achicamiento de la brecha entre la élite burocrática y el pueblo trabajador. No es con más gigantografías de Chávez en las paredes y más atuendos rojos, como se expresa el nivel de conciencia revolucionaria. La oposición acaba de pasar por primera vez los cinco millones de votos. Nuestra curva de crecimiento ha sido más inestable y zigzagueante. También nuestros votos recientes han sido más caros en recursos de campaña y cuerdas vocales del líder.
La revisión y necesaria rectificación tienen que dejar de ser unas consignas para loros. Hay que relanzar la Revolución desde adentro con una rebelión del pueblo revolucionario contra la corrupción y la dictadura de la burocracia.
Ildefonso Finol
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador.
Entre los contenidos fundamentales del Socialismo del Siglo XXI están su condición ética y su carácter productivo. Si urgente es comenzar la construcción de una ética pública basada en los valores socialistas de la transparencia y el desprendimiento solidario, también lo es crear una cultura de la producción y la productividad, inspirada en la independencia nacional, la racionalidad económica y el trabajo creativo dignificante. Porque repartiendo cachivaches, dando carguitos que esclavizan conciencias y despilfarrando petrodólares, no se hace revolución alguna. Eso ya lo hicieron los adecos.
Nosotros tenemos la obligación de darle un vuelco radical a la situación productiva del país. Seguir importando cientos de miles de automóviles, electrodomésticos, manufacturas simples, alimentos y hasta inútiles bienes suntuarios, lo único que hace es reproducir el esquema de dominación capitalista dependiente. Son positivos los esfuerzos del Gobierno Nacional en apoyo al agro, en el desarrollo de la red ferroviaria, pero no es suficiente. Hay que generar urgentemente una industria nacional capaz de absorber la creciente fuerza de trabajo garantizándole a la clase trabajadora remuneraciones dignas y seguridad social efectiva.
Hay demasiados empleos marginalizados y excesiva burocracia, con el agravante que esta última se ha ido tornando en una élite privilegiada y odiosa, llegando a extremos que creíamos superados como es el caso de PDVSA, donde se vuelven a respirar aires discriminatorios hacia la clase obrera, por parte de una tecnocracia proimperialista de pose altanera y cabello teñido. En esos círculos pulula la corrupción y las lealtades al “proceso” se miden en prebendas y laxitud hacia sus desmanes.
Esa burocracia improductiva, parásita, es la que tiende un muro infranqueable entre el poder real y el pueblo, llegándose a convertir en el “verdadero poder”, la “nomenclatura” que acabó con el proyecto socialista en Europa del Este. Recordemos a la URSS. ¿Quién la demolió? No fue un comando especial gringo de esos de películas, ni fue el Papa con sus oraciones anticomunistas. Fue la burocracia corrupta y todopoderosa, cuyos privilegios la convirtieron en una clase diferente a la trabajadora y sus intereses terminaron por ser contrarios al ideario socialista. Toda burocracia corrupta es una nueva oligarquía. Comparemos sus sueldos, viáticos, bonos y demás, con los miserables salarios proletarios.
Todos los niveles de gobierno y toda la militancia revolucionaria, estamos obligados a advertir esta situación latente y a ofrecer propuestas para tomar el camino correcto. Sectores como la agroindustria, la construcción de obras de infraestructura y viviendas, el turismo, las manufacturas, la petroquímica y la siderúrgica aguas abajo, las actividades agroecológicas y la artesanía, la industria cultural, deben contribuir al surgimiento de una economía menos dependiente y más productiva, capaz de generar empleos estables y justamente remunerados en un esquema económico de nuevo tipo donde se le otorgue al capital humano y al ecosistema el valor que realmente aportan al bienestar colectivo.
La dirigencia de la Revolución, debe reafirmar su compromiso con las mayorías y promover el achicamiento de la brecha entre la élite burocrática y el pueblo trabajador. No es con más gigantografías de Chávez en las paredes y más atuendos rojos, como se expresa el nivel de conciencia revolucionaria. La oposición acaba de pasar por primera vez los cinco millones de votos. Nuestra curva de crecimiento ha sido más inestable y zigzagueante. También nuestros votos recientes han sido más caros en recursos de campaña y cuerdas vocales del líder.
La revisión y necesaria rectificación tienen que dejar de ser unas consignas para loros. Hay que relanzar la Revolución desde adentro con una rebelión del pueblo revolucionario contra la corrupción y la dictadura de la burocracia.
Ildefonso Finol
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador.
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