Hace 212 años, es ahorcado Jose Leonardo Chirino quien liderizó un serio ensayo de liberación de España en las montañas del actual Estado Falcón.
El movimiento reunía una serie de características que lo hacían diferente a los demás intentos realizados porque preconizaba la libertad de los esclavos, la adopción de la llama Ley de los Franceses y la proclamación de la República. Al bajar de la sierra y querer tomar la ciudad de Coro, Chirino es capturado y remitido a Caracas donde es ahorcado tal día como hoy en 1796. Como canto Ali Primera:”José Leonardo fue sudor de negro y cacao cuando batía el melao para echar al español que después se volvió gringo y hasta al español jodió”
El Frente Guerrillero Jose Leonardo Chirino lleva su nombre en honor de ese negro enmancipador, su Comandante fue Douglas Bravo
En Churuguara (Coro, Edo. Falcón) vivía un labriego de nombre José Leonardo Chirino, quien, hijo de un esclavo negro perteneciente a familia criolla, recibió de ésta el apellido conque nació libre por ser hijo de india (Zambo). Se crió como jornalero y colono aparcero, trabajando para José Tellería, perteneciente a las familias patricias corianas; como Tellería, hombre de negocios, viajaba con frecuencia a Curazao y Haití, José Leonardo, casado con negra esclava de aquél, le acompañó en algunas oportunidades, con lo que tuvo ocasión de cultivarse.
Para 1795, la sociedad coriana se movía en medios intelectuales francamente capaces de discutir los acontecimientos históricos de la época, de tal modo que los Tellería, los Chirino, los Manzano y otros personajes de distinción, comentaban con frecuencia los sucesos e ideas revolucionarias. Los negros esclavos y libres se contagiaron de las palabras, y emocionados por el sordo mensaje de redención que ellas significaban --- libertad, igualdad ---, comenzaron a levantar los ánimos, alimentados en sus esperanzas por José Leonardo, quien decide encabezar una revuelta para imponer la <>; en realidad, para destruir a sus opresores, concretados en el amo Tellería, los representantes del fisco y el gobierno en general.
En Coro había logrado fama el negro José Caridad González, quien acaudillaba a los loangos, que constituían un barrio de la ciudad con prófugos de Curazao considerados libres al llegar a tierras corianas. Este González fue y ganó cierto litigio de tierras a favor de los negros con lo cual aumentó su prestigio; era hombre culto, que hablaba buen castellano, además de francés y su nativa lengua africana.
Para 1790 llegó a Coro el recaudador de rentas Juan Manuel Iturbe, <>. Iturbe cometió muchos atropellos, que exasperaron especialmente a las clases labradoras. De modo que esta situación, aunada a las nuevas libertarias importadas de las islas y oídas en las conversaciones de los señores, así como la natural enemiga a los amos, hicieron que hubiera un ambiente propicio para una revuelta.
Chirino se valió del nombre José Caridad González para ganar partidarios a su causa, que el 10 de mayo de 1795 se concreta en una revuelta armada desde una hacienda llamada Macanillas. Esa misma noche, unidos los negros y mulatos, encabezados por Chirino, se declaran alzados, proclamando la libertad de los esclavos y la supresión de las alcabalas. Los alzados matan al hacendado José Nicolás Martínez, saquean su casa y pasan a otros lugares con intención de invadir a Coro, como lo hacen en efecto bajo el mando de un Juan Cristóbal Acosta, pues Chirino se queda para organizar otro grupo. Animaba éste a su gente con la prédica de que el dirigente de los loangos se alzaría en la ciudad en cuanto ellos se acercaran. Pero el plan fracasó, pues organizada la defensa por el Justicia Mayor Remírez Valderraín, con ayuda de los vecinos, fueron derrotados los invasores, muerto en Coro González, sin haberse probado su intervención, y perseguido Chirino, fue hecho preso por traición de un amigo. Hubo numerosos decapitados, presos, y el caudillo condenado a la horca y descuartizamiento en Caracas, adonde fue trasladado con otros cómplices y todo el proceso.
La sentencia de la Real Audiencia fue dictada el 10 de diciembre de 1796.
La revuelta de Chirino en Coro comprometió solo a la clase esclava y a negros y mulatos libres, que deseaban su redención y se acogieron a ideas confusas de libertad y modificaciones políticas que estaban en el ambiente.
Insurrección de los negros de Coro
El movimiento insurreccional de José Leonardo Chirino en Curimagua, pueblo de la serranía de Coro, constituye uno de los más tempranos intentos independentistas registrados en nuestros anales históricos. Distintas causas dieron origen a este movimiento. Sociales unas, económicas y políticas otras. La variable condición en que se encontraban los negros, que eran unos libres y otros esclavos; la de los indios, que eran respecto a los tributos, unos exentos (los caquetíos) y otros demorados (los jiraharas y ajaguas), representa un motivo de importancia, pues todos los negros aspiraban a ser libres y todos los indios a ser exentos.
En el trato de los unos con los otros, tanto los negros esclavos como los indios demorados, se daban cuenta de lo injusto de su situación. Así estaban las cosas cuando circuló la conseja de que el Rey de España había acordado la libertad de los esclavos; se decía que la cédula que esto ordenaba habría llegado a Venezuela, pero las autoridades coloniales y especialmente el Cabildo de Caracas se oponían a darle cumplimiento, por ser atentatoria a los derechos de los propietarios. Para 1790 ésta era una verdad aceptada por los negros de la serranía, pues un hechicero llamado Cocofio se había encargado de propagarla por todas las haciendas.
Tratábase en verdad del llamado Código Negro promulgado por cédula real en 1789, el que, si bien no tenía el alcance que le daban los esclavos, pues en absoluto se refería a la concesión de libertad, sí establecía un régimen de mejor consideración para ellos. Para el tiempo en que se propagaban estos rumores llegó a Coro como recaudador de los derechos reales Juan Manuel Iturbe, quien puso todo su empeño en cobrar formalmente las contribuciones. Luis Bárcenas, administrador del puesto de alcabala de Caujarao, recibió órdenes de cobrar anticipadamente y en efectivo, el derecho de alcabala a todos los que bajaran de la sierra.
A las mujeres les embargaban, en garantía del impuesto, sus rosarios, zarcillos y hasta los pañuelos con que se cubrían la cabeza. Estos hechos perjudicaban principalmente a los esclavos y labradores libres de la sierra, quienes no disimulaban su descontento. Como desde el inicio de la Revolución Francesa llegaban a Coro noticias de ella a través de Curazao y de los corsarios que durante la guerra franco-española aparecían frecuentemente en las cercanías de La Vela, los terratenientes corianos comentaban los sucesos, entre ellos José Tellería, el que tenía como huésped en su hacienda de Curimagua al mexicano José Nicolás Martínez, con quien en sus tertulias hablaba de los acontecimientos de Francia, del derrumbamiento del antiguo orden social, de la proclamación de la República y la igualdad para todos, de la ejecución del rey Luis XVI y de la guerra entre Francia y España.
Estas conversaciones, que comentaban los criados y esclavos, las escuchaba también José Leonardo Chirino, un zambo que estaba al servicio de Tellería, que había acompañado a éste en sus viajes de negocios a Haití. Ahora el zambo había sabido que los negros de esta isla se habían sublevado bajo las órdenes de Toussaint L'Ouverture para hacer valer sus derechos y abolir la esclavitud. A hacer algo semejante, invitaba la agitación en que para aquellos momentos se encontraban los esclavos de la sierra. Por eso, a fines de marzo de 1795, José Leonardo empezó a tramar la conspiración, de acuerdo con los negros Cristóbal Acosta y Juan Bernardo Chiquito. El 10 de mayo promovieron un baile en la hacienda Macanilla y por la noche pasaron a la hacienda El Socorro, donde dieron el grito de rebelión. Allí José Leonardo proclamó la «ley de los franceses», la libertad de los esclavos y la supresión de los impuestos.
Todos eran libres, iguales a los blancos, dueños de su voluntad; asaltaron la casa de la hacienda, mataron al mexicano Martínez e hirieron al joven Ildefonso Tellería; pasaron a la hacienda Varón, donde mataron a José María Manzanos e hirieron a Nicolasa Acosta; las casas de La Magdalena y Sabana Redonda fueron incendiadas; al día siguiente nombraron comisiones para que fueran a levantar a los negros de Canire y El Naranjal; a Curimagua, donde dieron muerte a José Tellería y Pedro Francisco Rosillo; a San Luis, población que saquearon y en la que apresaron al alcalde. Esa tarde, reunidos otra vez en Macanilla, acordaron la marcha hacia Coro; al frente iría Cristóbal Acosta, mientras José Leonardo avanzaría por vía diferente para solicitar el concurso de otros grupos.
A media noche llegaron los negros a la aldea de Caujarao y ultimaron a los guardias del puesto de alcabala. En la ciudad ya sabían la proximidad de los insurrectos; enteradas las autoridades de que las armas que traían, no eran otras que palos y machetes, se organizaron en milicias y salieron a su encuentro. En el llano, al sur de Coro, tomaron posiciones; llevaban, además de otras armas de fuego, 2 cañones pedreros. Cuando los negros acometieron desordenadamente, sus columnas fueron destrozadas. En la corta refriega murieron 25 negros y quedaron 24 heridos.
El teniente justicia de Coro, Mariano Remírez Valderraín mandó decapitar a los heridos y a los prisioneros. José Leonardo, quien no llegó a tiempo para participar en el combate, al saber la derrota se internó en la serranía. Tres meses después, apresado en Baragua, fue trasladado de Coro a Caracas. La Real Audiencia, el 10 de diciembre de 1796, lo condenó a muerte en la horca y dispuso que su cabeza, en jaula de hierro y montada en un poste de 20 pies de altura, se colocara en el camino que va hacia los valles de Aragua y sus manos, remitidas a Coro, se fijaran, una en la entrada de Caujarao y la otra en Curimagua, en el sitio donde dieron muerte a José Tellería
El movimiento reunía una serie de características que lo hacían diferente a los demás intentos realizados porque preconizaba la libertad de los esclavos, la adopción de la llama Ley de los Franceses y la proclamación de la República. Al bajar de la sierra y querer tomar la ciudad de Coro, Chirino es capturado y remitido a Caracas donde es ahorcado tal día como hoy en 1796. Como canto Ali Primera:”José Leonardo fue sudor de negro y cacao cuando batía el melao para echar al español que después se volvió gringo y hasta al español jodió”
El Frente Guerrillero Jose Leonardo Chirino lleva su nombre en honor de ese negro enmancipador, su Comandante fue Douglas Bravo
En Churuguara (Coro, Edo. Falcón) vivía un labriego de nombre José Leonardo Chirino, quien, hijo de un esclavo negro perteneciente a familia criolla, recibió de ésta el apellido conque nació libre por ser hijo de india (Zambo). Se crió como jornalero y colono aparcero, trabajando para José Tellería, perteneciente a las familias patricias corianas; como Tellería, hombre de negocios, viajaba con frecuencia a Curazao y Haití, José Leonardo, casado con negra esclava de aquél, le acompañó en algunas oportunidades, con lo que tuvo ocasión de cultivarse.
Para 1795, la sociedad coriana se movía en medios intelectuales francamente capaces de discutir los acontecimientos históricos de la época, de tal modo que los Tellería, los Chirino, los Manzano y otros personajes de distinción, comentaban con frecuencia los sucesos e ideas revolucionarias. Los negros esclavos y libres se contagiaron de las palabras, y emocionados por el sordo mensaje de redención que ellas significaban --- libertad, igualdad ---, comenzaron a levantar los ánimos, alimentados en sus esperanzas por José Leonardo, quien decide encabezar una revuelta para imponer la <
En Coro había logrado fama el negro José Caridad González, quien acaudillaba a los loangos, que constituían un barrio de la ciudad con prófugos de Curazao considerados libres al llegar a tierras corianas. Este González fue y ganó cierto litigio de tierras a favor de los negros con lo cual aumentó su prestigio; era hombre culto, que hablaba buen castellano, además de francés y su nativa lengua africana.
Para 1790 llegó a Coro el recaudador de rentas Juan Manuel Iturbe, <
Chirino se valió del nombre José Caridad González para ganar partidarios a su causa, que el 10 de mayo de 1795 se concreta en una revuelta armada desde una hacienda llamada Macanillas. Esa misma noche, unidos los negros y mulatos, encabezados por Chirino, se declaran alzados, proclamando la libertad de los esclavos y la supresión de las alcabalas. Los alzados matan al hacendado José Nicolás Martínez, saquean su casa y pasan a otros lugares con intención de invadir a Coro, como lo hacen en efecto bajo el mando de un Juan Cristóbal Acosta, pues Chirino se queda para organizar otro grupo. Animaba éste a su gente con la prédica de que el dirigente de los loangos se alzaría en la ciudad en cuanto ellos se acercaran. Pero el plan fracasó, pues organizada la defensa por el Justicia Mayor Remírez Valderraín, con ayuda de los vecinos, fueron derrotados los invasores, muerto en Coro González, sin haberse probado su intervención, y perseguido Chirino, fue hecho preso por traición de un amigo. Hubo numerosos decapitados, presos, y el caudillo condenado a la horca y descuartizamiento en Caracas, adonde fue trasladado con otros cómplices y todo el proceso.
La sentencia de la Real Audiencia fue dictada el 10 de diciembre de 1796.
La revuelta de Chirino en Coro comprometió solo a la clase esclava y a negros y mulatos libres, que deseaban su redención y se acogieron a ideas confusas de libertad y modificaciones políticas que estaban en el ambiente.
Insurrección de los negros de Coro
El movimiento insurreccional de José Leonardo Chirino en Curimagua, pueblo de la serranía de Coro, constituye uno de los más tempranos intentos independentistas registrados en nuestros anales históricos. Distintas causas dieron origen a este movimiento. Sociales unas, económicas y políticas otras. La variable condición en que se encontraban los negros, que eran unos libres y otros esclavos; la de los indios, que eran respecto a los tributos, unos exentos (los caquetíos) y otros demorados (los jiraharas y ajaguas), representa un motivo de importancia, pues todos los negros aspiraban a ser libres y todos los indios a ser exentos.
En el trato de los unos con los otros, tanto los negros esclavos como los indios demorados, se daban cuenta de lo injusto de su situación. Así estaban las cosas cuando circuló la conseja de que el Rey de España había acordado la libertad de los esclavos; se decía que la cédula que esto ordenaba habría llegado a Venezuela, pero las autoridades coloniales y especialmente el Cabildo de Caracas se oponían a darle cumplimiento, por ser atentatoria a los derechos de los propietarios. Para 1790 ésta era una verdad aceptada por los negros de la serranía, pues un hechicero llamado Cocofio se había encargado de propagarla por todas las haciendas.
Tratábase en verdad del llamado Código Negro promulgado por cédula real en 1789, el que, si bien no tenía el alcance que le daban los esclavos, pues en absoluto se refería a la concesión de libertad, sí establecía un régimen de mejor consideración para ellos. Para el tiempo en que se propagaban estos rumores llegó a Coro como recaudador de los derechos reales Juan Manuel Iturbe, quien puso todo su empeño en cobrar formalmente las contribuciones. Luis Bárcenas, administrador del puesto de alcabala de Caujarao, recibió órdenes de cobrar anticipadamente y en efectivo, el derecho de alcabala a todos los que bajaran de la sierra.
A las mujeres les embargaban, en garantía del impuesto, sus rosarios, zarcillos y hasta los pañuelos con que se cubrían la cabeza. Estos hechos perjudicaban principalmente a los esclavos y labradores libres de la sierra, quienes no disimulaban su descontento. Como desde el inicio de la Revolución Francesa llegaban a Coro noticias de ella a través de Curazao y de los corsarios que durante la guerra franco-española aparecían frecuentemente en las cercanías de La Vela, los terratenientes corianos comentaban los sucesos, entre ellos José Tellería, el que tenía como huésped en su hacienda de Curimagua al mexicano José Nicolás Martínez, con quien en sus tertulias hablaba de los acontecimientos de Francia, del derrumbamiento del antiguo orden social, de la proclamación de la República y la igualdad para todos, de la ejecución del rey Luis XVI y de la guerra entre Francia y España.
Estas conversaciones, que comentaban los criados y esclavos, las escuchaba también José Leonardo Chirino, un zambo que estaba al servicio de Tellería, que había acompañado a éste en sus viajes de negocios a Haití. Ahora el zambo había sabido que los negros de esta isla se habían sublevado bajo las órdenes de Toussaint L'Ouverture para hacer valer sus derechos y abolir la esclavitud. A hacer algo semejante, invitaba la agitación en que para aquellos momentos se encontraban los esclavos de la sierra. Por eso, a fines de marzo de 1795, José Leonardo empezó a tramar la conspiración, de acuerdo con los negros Cristóbal Acosta y Juan Bernardo Chiquito. El 10 de mayo promovieron un baile en la hacienda Macanilla y por la noche pasaron a la hacienda El Socorro, donde dieron el grito de rebelión. Allí José Leonardo proclamó la «ley de los franceses», la libertad de los esclavos y la supresión de los impuestos.
Todos eran libres, iguales a los blancos, dueños de su voluntad; asaltaron la casa de la hacienda, mataron al mexicano Martínez e hirieron al joven Ildefonso Tellería; pasaron a la hacienda Varón, donde mataron a José María Manzanos e hirieron a Nicolasa Acosta; las casas de La Magdalena y Sabana Redonda fueron incendiadas; al día siguiente nombraron comisiones para que fueran a levantar a los negros de Canire y El Naranjal; a Curimagua, donde dieron muerte a José Tellería y Pedro Francisco Rosillo; a San Luis, población que saquearon y en la que apresaron al alcalde. Esa tarde, reunidos otra vez en Macanilla, acordaron la marcha hacia Coro; al frente iría Cristóbal Acosta, mientras José Leonardo avanzaría por vía diferente para solicitar el concurso de otros grupos.
A media noche llegaron los negros a la aldea de Caujarao y ultimaron a los guardias del puesto de alcabala. En la ciudad ya sabían la proximidad de los insurrectos; enteradas las autoridades de que las armas que traían, no eran otras que palos y machetes, se organizaron en milicias y salieron a su encuentro. En el llano, al sur de Coro, tomaron posiciones; llevaban, además de otras armas de fuego, 2 cañones pedreros. Cuando los negros acometieron desordenadamente, sus columnas fueron destrozadas. En la corta refriega murieron 25 negros y quedaron 24 heridos.
El teniente justicia de Coro, Mariano Remírez Valderraín mandó decapitar a los heridos y a los prisioneros. José Leonardo, quien no llegó a tiempo para participar en el combate, al saber la derrota se internó en la serranía. Tres meses después, apresado en Baragua, fue trasladado de Coro a Caracas. La Real Audiencia, el 10 de diciembre de 1796, lo condenó a muerte en la horca y dispuso que su cabeza, en jaula de hierro y montada en un poste de 20 pies de altura, se colocara en el camino que va hacia los valles de Aragua y sus manos, remitidas a Coro, se fijaran, una en la entrada de Caujarao y la otra en Curimagua, en el sitio donde dieron muerte a José Tellería
3 comentarios:
Viva el Frente Guerrillero Jose Leonardo Chirino y larga vida a nuestro comandante Duglas Bravo
vida a duglas bravo. y que de jose hector molina mora a el no lo nombran....??????
soy sobrino de HECTOR MOLINA compañero de DUGLAS VRAVO asesinado en el centro de caracas y quiero que aparesca en la historia. no lo van a nombrar.????
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