Empleados públicos y contrarrevolución
María de la Paz Higueras
Cada día que pasa en esta revolución que tanto esfuerzo le cuesta al pueblo venezolano consolidarla, se hace más difícil sostener la estructura vetusta del pasado que intenta y hace esfuerzos por permanecer en nuestra realidad.
Mientras los ministros del Poder Popular, como se llaman ahora, tratan de distribuir las 24 horas del día en 30 o más horas de trabajo, algunos empleados públicos hacen esfuerzos para que ése trabajo se convierta realmente en un gran peso.
No es necesario realizar una tarea de inteligencia y contra inteligencia en ministerios e institutos autónomos que nos rodean para saber que pequeños burgueses y parasitarios burócratas se acomodan en sus sillas detrás de sus escritorios, cierran las puertas de sus oficinas y se declaran en reunión permanente aunque nunca asistan a una, simplemente para no asumir sus responsabilidades, no atender los asuntos pendientes y permitir que la contrarrevolución no solamente continúe, sino que se fortalezca y germine en el sentimiento de frustración de quienes acuden a estas instancias todos los días.
Más abajo, coordinadores y oficinistas de cientos de espacios creados para atender al público, son una nueva forma de maltrato al usuario, al ciudadano, al hombre o mujer que intente hacer una consulta, realizar un trámite o poner una queja.
Mientras tanto, quienes manejan una cosa que se denominaba hasta hace poco “Recursos Humanos” en un afán por dejar atrás todo el pasado, olvidan conocimiento y experiencia, imponen figuras grises que tapan sus debilidades escondiéndose en un seudo anonimato cerrando sus puertas, dilatando los trámites y dejándose rodear de los verdaderos enemigos de esta revolución.
No hay justificación alguna para continuar soportando esta estructura que es un verdadero peligro para el gobierno y para el intento hacen los venezolanos por tener un futuro mejor, una vida digna, o como se lo quiera llamar en estos tiempos que urgen disminuir la diferencia entre los estratos dirigentes y el pueblo llano.
Después de 10 años de Gobierno, el presidente Hugo Chávez sigue siendo un líder indiscutible en el corazón y la conciencia del pueblo. Pero quienes están en posiciones de liderazgo y que tienen como responsabilidad la construcción de una nueva patria, continúan aislados y por su cuenta. No queda sino preocuparse por ministros y dirigentes políticos, pues sin duda que su siembra no podrá obtener cosechas alentadoras si no resuelven la inoperancia de sus subalternos.
María de la Paz Higueras
Cada día que pasa en esta revolución que tanto esfuerzo le cuesta al pueblo venezolano consolidarla, se hace más difícil sostener la estructura vetusta del pasado que intenta y hace esfuerzos por permanecer en nuestra realidad.
Mientras los ministros del Poder Popular, como se llaman ahora, tratan de distribuir las 24 horas del día en 30 o más horas de trabajo, algunos empleados públicos hacen esfuerzos para que ése trabajo se convierta realmente en un gran peso.
No es necesario realizar una tarea de inteligencia y contra inteligencia en ministerios e institutos autónomos que nos rodean para saber que pequeños burgueses y parasitarios burócratas se acomodan en sus sillas detrás de sus escritorios, cierran las puertas de sus oficinas y se declaran en reunión permanente aunque nunca asistan a una, simplemente para no asumir sus responsabilidades, no atender los asuntos pendientes y permitir que la contrarrevolución no solamente continúe, sino que se fortalezca y germine en el sentimiento de frustración de quienes acuden a estas instancias todos los días.
Más abajo, coordinadores y oficinistas de cientos de espacios creados para atender al público, son una nueva forma de maltrato al usuario, al ciudadano, al hombre o mujer que intente hacer una consulta, realizar un trámite o poner una queja.
Mientras tanto, quienes manejan una cosa que se denominaba hasta hace poco “Recursos Humanos” en un afán por dejar atrás todo el pasado, olvidan conocimiento y experiencia, imponen figuras grises que tapan sus debilidades escondiéndose en un seudo anonimato cerrando sus puertas, dilatando los trámites y dejándose rodear de los verdaderos enemigos de esta revolución.
No hay justificación alguna para continuar soportando esta estructura que es un verdadero peligro para el gobierno y para el intento hacen los venezolanos por tener un futuro mejor, una vida digna, o como se lo quiera llamar en estos tiempos que urgen disminuir la diferencia entre los estratos dirigentes y el pueblo llano.
Después de 10 años de Gobierno, el presidente Hugo Chávez sigue siendo un líder indiscutible en el corazón y la conciencia del pueblo. Pero quienes están en posiciones de liderazgo y que tienen como responsabilidad la construcción de una nueva patria, continúan aislados y por su cuenta. No queda sino preocuparse por ministros y dirigentes políticos, pues sin duda que su siembra no podrá obtener cosechas alentadoras si no resuelven la inoperancia de sus subalternos.
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