sábado, 8 de agosto de 2009

LA VIETNAMIZACIÓN DE COLOMBIA

Tamaña estupidez geoestratégica de los norteamericanos
La vietnamización de Colombia
Miguel Ángel del Pozo
Permítasenos, primeramente, expresar algunas inquietudes que nos vienen “carcomiendo” el “cerebelo” desde hace algún tiempo; estas inquietudes se han profundizado por los inteligentes comentarios del amigo Fernando Dorado desde la hermana Nación de Colombia. De seguro estos comentarios van a “caer como una piedra” de esas que existen en el sur venezolano pero consideramos que estamos alcanzando el “momento histórico” donde en forma cruda y, en ocasiones, ruda debemos comenzar a realizar la “profunda autocritica” para que evitemos la “chilenización” de la Revolución Bolivariana.
Como primer tópico debemos aceptar que la “burguesía y la pequeña burguesía” están girando, inevitablemente, hacia posiciones de derecha antinacionalistas. Este giro de ese sector social, a nuestro criterio, se sustenta en varias realidades; la primera de ellas, en la muy inteligente campaña que vienen desarrollando los medios de comunicación de las derechas venezolanas dirigidas hacia ese sector que, históricamente, siempre se ha acercado a soluciones de carácter violentos como se sucedieron en la España pre-Guerra Civil, la Italia del Duce, de la Alemania post-Primera Guerra Mundial. Seguidamente, un serio, muy serio, análisis sociológico de los orígenes geográficos de esos sectores sociales, es decir, de la burguesía y pequeña burguesía, y los comportamientos de reciente fecha cuando los descendientes de esos sectores sociales decidieron “convertirse” en ciudadanos de los países de origen de sus ascendientes mostrando su “identidad nacional” bajo argumentos tan pedestres como la “dictadura”, “no hay futuro en este país”, el “régimen”, “no hay libertad ni democracia”, “persecución a los opositores”, “no hay libertad de expresión”, etc. En el fondo es una verdadera carencia de “nacionalismo” y de “nacionalidad”. Esos sectores sociales, generalmente, ni se preocuparon en aprender la Historia de Venezuela, ni aprenderse el Himno Nacional, ni el significado de la Bandera, iban de turismo a Miami y a Colombia. Dentro de ese sector “burgués-pequeño burgués” se encuentran los descendientes de aquellos que cuando la Guerra de Independencia se retiraron (sic) a las islas caribeñas en espera de poder regresar y obtener los frutos de su nacionalismo “chucuto”. Duro decirlo, escribirlo e inclusive pensarlo pero es la realidad cruda y dura.
El segundo tópico es lo que podríamos calificar como la “Guerra Política” diseñada en cualquier parte que se pueda imaginar no siendo lo fundamental, sino lo importante es su diseño y ejecución. Es evidente que tomando en cuenta que el sector más amplio de la sociedad venezolana son las clases más sacrificadas que tienen como referencia los parabienes de consumo y aspiraciones de las clases burguesas y pequeño-burguesas, modelos de consumo y status social inherentes al proceso de desarrollo económico del neoliberalismo con más de 25 años de praxis que ha permeado a las clases obreras y a las, tradicionalmente, denominadas como “lumpen-proletariat”. Este diseño de “Guerra Política” tiene su sustento en medios de comunicación que se manifiestan, objetivamente, como trasnacionales en sus comportamientos y contenidos manejando una “matriz de opinión” basado en un supuesto progreso social que, como expresábamos más arriba, son influencia sico-social en las “mentalidades” de los sectores sociales más desfavorecidos. Por ejemplo, nada más ridículo que expresar que tal o cual emisora de radio o televisora “es mía” transformándose, en ese mundo ideal, de un “objeto-propiedad” inalcanzable a un “ideal-objeto alcanzable”; ese mensaje es efectivo en el marco de esa relación del “comportamiento del individuo en y como masa” que le permite la no identificación ni el compromiso personal e individual frente a esa “masa amorfa” alienada.
Como tercer tópico, nos encontramos que los mensajes de las derechas, internacionalmente, nacionalizadas o, nacionalmente, internacionalizadas, traspasan fronteras en función de objetivos Políticos (con “P” mayúscula) que, dentro del sistema capitalista globalizado y en el marco del necesario resurgimiento del sistema capitalista post-crisis buscan su permanencia en los “tiempos históricos”. En el marco de esas objetivas realidades, para que el sistema capitalista se mantenga en el tiempo, esas derechas han diseñado sus “actos políticos” en función de esas realidades: sus fortalezas y sus debilidades. Como fortaleza tendríamos un diseño mass-media ideológico inteligente; los medios de comunicación; un sector social no solo adherido sino comprometido y, actualmente, con conciencia de clase contrarrevolucionaria; una educación en sintonía con la ideología consumista a la cual se han adherido en los años precedentes; su compromiso, repetimos, compromiso, que consideramos como un comportamiento muy grave y sensible a la “Seguridad Nacional” y a la permanencia de la Revolución Bolivariana, con comportamientos, acciones y compromisos, objetivamente, de apoyo a expresiones tan represivas como el “Golpe militar-civil” en Honduras; de apoyo, solidaridad y adhesión a las expresiones oficiales y públicas del Gobierno y status quo de Colombia en contra de Venezuela, contra la “real Historia Patria”, la nacionalidad, la dignidad criolla, la Revolución Bolivariana, contra Chávez Frías y la territorialidad. Esas derechas se expresan solidarias con cualquier expresión extranjera y ajena a las realidades de Venezuela mostrando su carácter anti-nacionalista y entreguista, ya que su “teluridad”, es inexistente absolutamente.
En el marco de lo arriba expuesto, entremos en tema.
Que don Álvaro Uribe Vélez, Presidente Constitucional de la República de Colombia y su Gobierno haya tomado la decisión ejecutiva de profundizar los acuerdos oficiales (y los acuerdos secretos, evidentemente) alcanzados con el Poder (Mûller Rojas dixit) de los Estados Unidos de América, no debería ni tomarnos por sorpresa, ni extrañarnos ni preocuparnos. Esa es la Política de Estado de la República de Colombia y punto!
Tiene razón, don Álvaro, cuando manifiesta que es un “asunto interno” de Colombia bailar “merengue” con quien le dé su santas ganas. Claro si el tema fuera un asunto de “política turística”, no habría problema alguno aun cuando los soldados green-go’s cargaran al cinto armamento militar. Que los buques de guerra nucleares norteamericanos “toquen puertos” colombianos nada de extraño tiene mientras no tengan un “nuclear leak” que contamine el medio ambiente no solo colombiano sino caribeño afectando a los países vecinos. Cuando los buques de guerra norteamericanos tocan puertos chinos, es un asunto de Estado y el Gobierno norteamericano conversa con sus contrapartes chinas durante meses para que sus marinos norteamericanos disfruten de una buena y autentica comida china sea en Hongkong, en Shanghai, Dalian, o en cualquier otro puerto según el acuerdo temporal alcanzado por ambas partes. Pero Colombia, la Patria de Santander, cuyo gobiernos han contribuido con tropas a las guerras en Corea, Vietnam, Afganistán y quizás alguna que no sepamos, no tienen ningún problema con su sentir histórico nacionalista; es como dice la propaganda colombiana de turismo, “el único peligro cuando usted visita Colombia es querer quedarse”; ¡jamás tamaña verdad! Ahora tendrán turismo militar green-go’s pero, como decíamos más arriba, no es nuestro asunto.
Claro si no hubiera “gallo enmochilao” ningún país al sur del Río Bravo se preocuparía. Pero tratemos de analizar con cierto grado de objetividad este tema. La decisión (si es que fue soberana) del Gobierno de don Álvaro de profundizar los acuerdos militares alcanzados con los Estados Unidos de América es una real y objetiva prueba de lo que es la “Dependencia”. Si los barcos rusos son nucleares, los buques de guerra norteamericanos también son nucleares, no habría “asunto de protesta” mientras se respeten los “asuntos internos” de cada país no solo por parte del Gobierno de Colombia, que ya lo ha mencionado en calidad de pública recriminación como tambien los Estados Unidos de América lo expresaron en la oportunidad cuando buques de guerra rusos navegaron por aguas caribeñas; pero seamos objetivos y honestos en nuestra disertación; consideramos que esa mencionada presencia de buques de guerra nucleares norteamericanos es necesaria para combatir a las FARC y las consecuencias de sus compras de uranio que las FARC realizaron en Venezuela; tenemos entendido que la Armada colombiana no tiene un desarrollo nuclear equivalente al alcanzado por las FARC en las selvas colombianas, seguramente, con las estructuras correspondientes ubicadas bajo tierra para evitar que los satélites norteamericanos alcancen a localizar los “nuclear sites”; decimos que la Armada colombiana no ha alcanzado ese nivel de desarrollo nuclear porque ni tienen el suficiente uranio colombiano, ni la tecnología nuclear para procesarlo, ni han adquirido el uranio venezolano, ni el poder para combatir a las FARC de igual a igual.
Nos vamos a permitir un consejo al Gobierno de don Álvaro. Cuando la Guerra de Vietnam, tropas norteamericanas tenían a Taiwan como un lugar de descanso para los soldados heridos en combate. El sector político que ejercía el poder en Taiwan decidió crear unos centros amurallados con cercas de alambre para las diversiones sexuales de los soldados norteamericanos; ¡Ah! Las damas no eran de etnia han (chinas) sino traídas desde las Filipinas, Tailandia, la misma Vietnam. Al fin y al cabo, independientemente, de que nuestros principios éticos y morales no comulguen con esas decisiones políticas, esos soldados norteamericanos eran hombres que vivían entre la “vida y la muerte” diariamente. En ese contexto, un legislador colombiano en el programa que modera la Lic. Patricia Villegas Marín, en la cadena de televisión global, Telesur, nos informaba de “madres solteras” colombianas cuyos padres eran soldados norteamericanos estacionados en la territorialidad colombiana. Es decir, pareciera que la injuria a la dignidad del “ser colombiano” ya está siendo ejercida y la nacionalidad colombiana mancillada.
Podríamos seguir desarrollando el marco sociológico que se desarrollará con un aumento de la presencia norteamericana en territorio colombiano pero pasemos a otra referencia. El “efecto norteamericano” tendrá varios impactos político-ideológicos efectivos. En primer lugar, apuntalará el lema de las FARC y del ELN del carácter “entreguista” del Gobierno de don Álvaro; es decir, le “echarán mas leña al fuego”. En segundo lugar, aquellos sectores nacionalistas colombianos se verán afectados por las obvias preferencias gubernamentales colombianas hacia el significado de la presencia de soldados norteamericanos (no es lo mismo con los sectores civiles norteamericanos no comprometidos con la violencia de las armas); según nuestros estudios históricos, esas sectores sociales colombianos, tarde o temprano, comenzarán a manifestar sus descontentos con las obvias y objetivas consecuencias de esa presencia militar norteamericana y sus efectos en las poblaciones civiles no comprometidos con la violencia; en tercer lugar, las tropas colombianas con apoyo de las tecnologías norteamericanas manejadas y controladas por los oficiales norteamericanos van a tener que realizar demostraciones hacia el combate de la producción, procesamiento, empaque, distribución interna y, además, de comunicación con todos los vecinos de Colombia al combate contra la droga y sus exportaciones. En otras palabras, el aumento de la presencia de tropas norteamericanas en territorio de la hermana República de Colombia obligará a un articulado extra en los acuerdos, públicos y/o secretos, en referencia al concepto: “Síndrome vietnamita”.
Las consecuencias de esas decisiones soberanas del Gobierno colombiano sobre sus vecinos lo trataremos en otro análisis no tan irónico.

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