Todo el poder para la comunidad
La única forma de construir democracias reales pasa por la organización para la participación de todos y todas, y muy especialmente, por la participación de aquellos quienes son los menos favorecidos
Una comunidad organizada y participativa es menos vulnerable a la violación de sus derechos. Solo quienes se organizan y participan para promover sus proyectos tienen la posibilidad de incidir en las políticas públicas y de esta manera producir cambios en su realidad, en la del municipio y en el país mismo.
El poder también lo tienes tú
La única forma de construir democracias reales pasa por la organización para la participación de todos y todas, y muy especialmente, por la participación de aquellos quienes son los menos favorecidos.
Nuestra Constitución actual en su preámbulo propone "establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica...en un Estado de justicia, federal y descentralizado". Estos principios consagrados en la Constitución nos permiten escribir nuestra historia con “p” de participación y nos hacen protagonistas de los asuntos de carácter público (el agua, las calles del barrio, las escaleras, los jardines, la luz, el gas, la seguridad y los cuerpos de seguridad, entre otros). Participar es una manera de asumir un actitud en la construcción de ciudadanía política, que exija respeto a los derechos humanos y cumpla con el deber de pronunciarse en torno a los asuntos locales, nacionales y regionales.
La participación nos permite organizarnos como pueblo y recrearnos en la pluralidad que lejos de ser un problema, nos coloca frente a la posibilidad de inventarnos nuevas formas de convivencia donde quepa la pregunta, la protesta, la disidencia y por tanto, el diálogo abierto y franco.
Formas de participación
La participación y el protagonismo popular se pueden ejercer de manera directa a través de la manifestación, la libre expresión de ideas y opiniones, la presentación de proyectos de ley al poder legislativo, el referéndum, la consulta popular, la asamblea de ciudadanos y ciudadanas, la organización popular, las cooperativas, la autogestión o cogestión de empresas y demás formas asociativas guiadas por los valores de la mutua cooperación y la solidaridad.
También se pueden ejercer de manera indirecta cuando elegimos a un representante que se encargará de gestionar asuntos públicos por determinado tiempo. Es cuando escogemos a un presidente, un alcalde, un diputado para que haga en nuestro nombre lo que nosotros no podemos hacer, por eso les otorgamos un mandato.
Los mecanismos de participación directa e indirecta se complementan y permiten poner a los representantes en contacto con los intereses del pueblo para que su acción se base en el interés general y no sólo en las propias ideas de lo que debe hacerse, porque los representantes pueden olvidarse de nosotros y nosotras y empezar a gobernar para ellos mismos.
El poder de la organización para la participación...
Tenemos más posibilidades de ejercer poder (de modificar las conductas de gobernantes, empresarios o empresarias, medios de comunicación, etc.) cuando estamos organizados en el barrio, el campo, la escuela o el trabajo; también cuando conocemos nuestros derechos y cuando nos expresamos o cuando dejamos de ser empleadas o empleados de otros, para ser nosotras y nosotros cooperativistas o autogestores, logrando así incidir en el futuro colectivo, para decidir nuestro propio futuro y redistribuir el poder y la riqueza.
La única forma de construir democracias reales pasa por la organización para la participación de todos y todas, y muy especialmente, por la participación de aquellos quienes son los menos favorecidos
Una comunidad organizada y participativa es menos vulnerable a la violación de sus derechos. Solo quienes se organizan y participan para promover sus proyectos tienen la posibilidad de incidir en las políticas públicas y de esta manera producir cambios en su realidad, en la del municipio y en el país mismo.
El poder también lo tienes tú
La única forma de construir democracias reales pasa por la organización para la participación de todos y todas, y muy especialmente, por la participación de aquellos quienes son los menos favorecidos.
Nuestra Constitución actual en su preámbulo propone "establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica...en un Estado de justicia, federal y descentralizado". Estos principios consagrados en la Constitución nos permiten escribir nuestra historia con “p” de participación y nos hacen protagonistas de los asuntos de carácter público (el agua, las calles del barrio, las escaleras, los jardines, la luz, el gas, la seguridad y los cuerpos de seguridad, entre otros). Participar es una manera de asumir un actitud en la construcción de ciudadanía política, que exija respeto a los derechos humanos y cumpla con el deber de pronunciarse en torno a los asuntos locales, nacionales y regionales.
La participación nos permite organizarnos como pueblo y recrearnos en la pluralidad que lejos de ser un problema, nos coloca frente a la posibilidad de inventarnos nuevas formas de convivencia donde quepa la pregunta, la protesta, la disidencia y por tanto, el diálogo abierto y franco.
Formas de participación
La participación y el protagonismo popular se pueden ejercer de manera directa a través de la manifestación, la libre expresión de ideas y opiniones, la presentación de proyectos de ley al poder legislativo, el referéndum, la consulta popular, la asamblea de ciudadanos y ciudadanas, la organización popular, las cooperativas, la autogestión o cogestión de empresas y demás formas asociativas guiadas por los valores de la mutua cooperación y la solidaridad.
También se pueden ejercer de manera indirecta cuando elegimos a un representante que se encargará de gestionar asuntos públicos por determinado tiempo. Es cuando escogemos a un presidente, un alcalde, un diputado para que haga en nuestro nombre lo que nosotros no podemos hacer, por eso les otorgamos un mandato.
Los mecanismos de participación directa e indirecta se complementan y permiten poner a los representantes en contacto con los intereses del pueblo para que su acción se base en el interés general y no sólo en las propias ideas de lo que debe hacerse, porque los representantes pueden olvidarse de nosotros y nosotras y empezar a gobernar para ellos mismos.
El poder de la organización para la participación...
Tenemos más posibilidades de ejercer poder (de modificar las conductas de gobernantes, empresarios o empresarias, medios de comunicación, etc.) cuando estamos organizados en el barrio, el campo, la escuela o el trabajo; también cuando conocemos nuestros derechos y cuando nos expresamos o cuando dejamos de ser empleadas o empleados de otros, para ser nosotras y nosotros cooperativistas o autogestores, logrando así incidir en el futuro colectivo, para decidir nuestro propio futuro y redistribuir el poder y la riqueza.
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