Aun cuando suponen recorrido parte del camino para acceder al poder, sus intenciones siempre terminan en estruendosos fracasos. Claro, esta afirmación no desecha los esfuerzos que hace diariamente por desestabilizar el país. Y es que sus tácticas siempre transitan por vías equivocadas. Si Venezuela contara con una oposición seria cuyo norte estuviese enfocado al bienestar del colectivo, es indudable que contribuiría a la existencia de un equilibrio social, económico y político y generaría un ambiente de paz y tranquilidad. Sin embargo, los golpistas no duermen; su tiempo lo reparten entre conspirar contra el gobierno legítimo y crear matrices de opinión que socaven las bases de la institucionalidad democrática.
Con la denuncia del intento de golpe se estado aparecieron nuevas justificaciones que rayan en la estupidez.
El lugar común denominado cortina de humo es la favorita; no es raro escuchar a la derecha negar cualquier intento de sedición. Para ellos sólo el imaginario chavista es capaz de crear una intentona en contra del Presidente Chávez, incluso llegan a hablar de autogolpe o simplemente de una situación ficticia creada por el gobierno para difuminar problemas puntuales de la nación.
El país de la desmemoria, el olvidadizo, el que permitía la censura y la represión ya no existe.
El país de la desmemoria, el olvidadizo, el que permitía la censura y la represión ya no existe.
Desde 1999 con el advenimiento de Hugo Chávez ha cambiado paulatinamente el pensamiento del venezolano. Hoy no se deja engañar con facilidad por los cadáveres políticos; esos mismos que en las décadas de sesenta y setenta animaron persecuciones, desapariciones, asesinatos y llevaron a la cárcel, sin previo juicio a cuantos se oponían a su política de gobierno. Quienes conspiran en la actualidad, son los mismos que generaron angustia y desasosiego durante el paro petrolero del 2002; los que no les importó causar muertes ni castigar a la población con su actuación desmedida; los que se fijaron como meta alcanzar el poder por la vía de la violencia; los que aluden a cortinas de humo para aparentar ser seres incapaces de causar daño alguno. Esos filofascistas que pretenden imponer en Venezuela un régimen absolutista acusan a Chávez de dictador. Produce hilaridad las declaraciones de los voceros opositores cuando señalan al presidente de autócrata; acaso suponen que la memoria colectiva ha desecho los acontecimientos del 11 de abril de 2002. Siguen equivocados.
Da pena ajena la posición adoptada por gran parte de los medios de comunicación social. Desvirtuar la información, negar hechos públicos y notorios, omitir noticias e intentar desinformar a la población son conductas que van en contra del código de ética del ejercicio del periodismo. Canales de televisión, emisoras de radio y periódicos conforman una plataforma golpista que intenta imponer sus intereses dejando de lado a la colectividad. Sabemos que la felonía ronda en algunos sectores de Venezuela; que no nos darán tregua pues les urge entregar el petróleo y demás riquezas a los imperialistas; que no se quedarán tranquilos mientras el país avance y que de nuevo intentarán dominar el estado; pero, no olviden que el pueblo ahora defiende su Constitución y su democracia participativa. José Gregorio González Márquez
Da pena ajena la posición adoptada por gran parte de los medios de comunicación social. Desvirtuar la información, negar hechos públicos y notorios, omitir noticias e intentar desinformar a la población son conductas que van en contra del código de ética del ejercicio del periodismo. Canales de televisión, emisoras de radio y periódicos conforman una plataforma golpista que intenta imponer sus intereses dejando de lado a la colectividad. Sabemos que la felonía ronda en algunos sectores de Venezuela; que no nos darán tregua pues les urge entregar el petróleo y demás riquezas a los imperialistas; que no se quedarán tranquilos mientras el país avance y que de nuevo intentarán dominar el estado; pero, no olviden que el pueblo ahora defiende su Constitución y su democracia participativa. José Gregorio González Márquez
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