El ideologizado niño-camioneta
JOSÉ PILAR TORRES
A veces me pongo ingenuo y me pregunto por qué la gente que está preocupada por el adoctrinamiento de sus nenés (a cargo del perverso régimen), no sale a protestar enérgicamente algunas barbaridades que se observan en el ámbito de la publicidad. Por ejemplo, ¿cómo es posible que la Asamblea de Educación –esa que patentó el lema “Con mis hijos no te metas”− no diga nada acerca de un niño cuyo proyecto de vida es ser como la camioneta de su padre?
Como televidente de muchos años he visto las piezas publicitarias más retorcidas y perversas. Los spots están llenos de mujeres estúpidas, cuya finalidad en la vida es dejar blancas las camisas de sus mariditos; de pobres diablos que creen que un champú los hará irresistibles machos y de tipos que se apipan de malta en la playa (¿quién se cree eso, Santana?). Casi no hay nada en el mundo de la publicidad que no sea deplorable, manipulador, enfermizo. Pero, esto del chamo que sueña con parecerse a una pickup es ya como mucho. ¿Qué dice usted, profesor Carvajal?
He analizado esta cuña numerosas veces hasta donde alcanzan mis recursos hermenéuticos. Lo primero que digo es que, como casi toda la publicidad, pretende vender el producto y, al mismo tiempo, reforzar el sistema de valores capitalista. La mercancía se humaniza (la camioneta tiene un gran corazón, dice el chamín muy emocionado) y la gente se cosifica para que le presten atención. Pobre niño.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que la pieza publicitaria no va dirigida a los niños porque ellos no tienen el dinero para comprar un vehículo ni podrían usarlo. Es para los adultos, es decir, los tipos que sueñan con ser admirados por sus carajitos, aunque sea indirectamente, gracias a su doble-cabina. “Naciste destinado para manejar las riendas del futuro”, es el slogan que tranquiliza sus conciencias.
Veo una vez más la cuña y abandono la postura ingenua. Es muy evidente la razón por la cual quienes protestan contra la educación ideologizante no dicen nada de este tipo de atropellos a la infancia. Simplemente, estas personas, estos grupos, estas ONG, están de acuerdo con tales mensajes. Si usted hurga un poco en sus neuronas verá que les parece bien que este muchachito tenga a una Silverado como su modelo a seguir.
Nuestra enajenada clase media está dispuesta a derramar sangre para evitar que los libros de historia de Venezuela les hablen a sus criaturas acerca de Ezequiel Zamora. Pero no tiene problemas en que la TV los induzca a transfigurarse en una camioneta.
JOSÉ PILAR TORRES
A veces me pongo ingenuo y me pregunto por qué la gente que está preocupada por el adoctrinamiento de sus nenés (a cargo del perverso régimen), no sale a protestar enérgicamente algunas barbaridades que se observan en el ámbito de la publicidad. Por ejemplo, ¿cómo es posible que la Asamblea de Educación –esa que patentó el lema “Con mis hijos no te metas”− no diga nada acerca de un niño cuyo proyecto de vida es ser como la camioneta de su padre?
Como televidente de muchos años he visto las piezas publicitarias más retorcidas y perversas. Los spots están llenos de mujeres estúpidas, cuya finalidad en la vida es dejar blancas las camisas de sus mariditos; de pobres diablos que creen que un champú los hará irresistibles machos y de tipos que se apipan de malta en la playa (¿quién se cree eso, Santana?). Casi no hay nada en el mundo de la publicidad que no sea deplorable, manipulador, enfermizo. Pero, esto del chamo que sueña con parecerse a una pickup es ya como mucho. ¿Qué dice usted, profesor Carvajal?
He analizado esta cuña numerosas veces hasta donde alcanzan mis recursos hermenéuticos. Lo primero que digo es que, como casi toda la publicidad, pretende vender el producto y, al mismo tiempo, reforzar el sistema de valores capitalista. La mercancía se humaniza (la camioneta tiene un gran corazón, dice el chamín muy emocionado) y la gente se cosifica para que le presten atención. Pobre niño.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que la pieza publicitaria no va dirigida a los niños porque ellos no tienen el dinero para comprar un vehículo ni podrían usarlo. Es para los adultos, es decir, los tipos que sueñan con ser admirados por sus carajitos, aunque sea indirectamente, gracias a su doble-cabina. “Naciste destinado para manejar las riendas del futuro”, es el slogan que tranquiliza sus conciencias.
Veo una vez más la cuña y abandono la postura ingenua. Es muy evidente la razón por la cual quienes protestan contra la educación ideologizante no dicen nada de este tipo de atropellos a la infancia. Simplemente, estas personas, estos grupos, estas ONG, están de acuerdo con tales mensajes. Si usted hurga un poco en sus neuronas verá que les parece bien que este muchachito tenga a una Silverado como su modelo a seguir.
Nuestra enajenada clase media está dispuesta a derramar sangre para evitar que los libros de historia de Venezuela les hablen a sus criaturas acerca de Ezequiel Zamora. Pero no tiene problemas en que la TV los induzca a transfigurarse en una camioneta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario