Las 7 plagas de la Gran Crisis
Hace falta una “visión de bosque” para avizorar el futuro que nos espera.
Raúl Bracho
La crisis es un vocablo cotidiano, un tema abordado a diario, todos hablamos de la crisis, pero la crisis apenas comienza. La caída de Leman Brothers hace dos años y las quiebras sucesivas de grandes corporaciones financieras y sus efectos sobre los acreedores y sobre la clase laboral de algunas empresas, son apenas la erupción de ella, el sistema capitalista ha sabido seguir navegando con un barco que hace agua y persiste en mantener la cotidianidad de su funcionamiento vendiéndonos la idea de que lo peor ya pasó.
Hace falta una “visión de bosque” para avizorar el futuro que nos espera, aunque siga siendo yo señalado con el remoquete de “conspiranoico” no puedo menos que compartir con todos lo que intuyo al escalar sobre las colinas del conocimiento y del sentido común, de lo contrario estaríamos mintiendo, hablaríamos de una crisis impalpable, que no terminará de hacer morir a lo que tiene que morir y por tanto menos hará nacer a lo que debe de nacer. Una crisis es una avalancha de sucesos dramáticos que sobrepasan todas las contenciones disponibles, que desestabilizan todo un sistema de convivencia por medio de terribles hambrunas, sanguinarias guerras, miseria y dolor, fatalidad y muerte, hasta de nuestra especie y de nuestro planeta en la crisis actual del imperialismo.
Nuestra sociedad esta basada en el dinero, el valor de cambio es su base, su motor fundamental, comprar y vender es lo más importante desde que despertamos, este devenir mercantilista, luego capitalista y ahora imperialista, que nos acompaña desde que nuestra capacidad de comprender lo fenomenológico y participar sobre el medio con “inteligencia” generó el que unos pocos dominaran a muchos, en base al temor, al poder ejercido por la represión, por la fuerza, luego la esclavización que esta clase poderosa instauró sobre las mayorías, sometiéndolos a la explotación de su trabajo, a la dominación por un poder o estado y al enfrentamiento entre poderes económicos en guerras a las que se envía a los pobres de bando y bando, a los explotados de bando y bando, a los similares que terminan odiándose y aniquilándose unos a otros por falta de educación, de conocimiento, de conciencia de clase y obligados por el hambre y el sometimiento.
Las luchas sociales por reivindicaciones para las clases trabajadoras son las que generan la conciencia de clase, el conocimiento de lo que está pasando y la dialéctica ideológica necesaria para generar la antítesis del capitalismo: el socialismo. Pero habiendo tomado dimensiones tan globales el poder de los capitales y de las clases imperiales, junto al desarrollo tecnológico y sus efectos sobre el medio ambiente, esta crisis terminal va más allá de la autodestrucción del imperio que se desintegrará por su incapacidad de aceptar regulaciones y el pánico de los burgueses que tan sólo atinará a morir tratando de acumular más y más riquezas, esta crisis reúne a la desintegración endógena del capitalismo con los efectos de una atmosfera sentenciada por el efecto invernadero y por la manipulaciones sospechadas a las que el mismo poder las somete desde la base Haarp en Alaska y probablemente otras similares en poder de otras potencias.
La crisis que aceptara Obama en su toma de posesión y a la que pretendieran maquillar y disimular, crece de manera incesante, ya los efectos de la las mayorías que se quedaron sin trabajo, sin salario, sin medios para sobrevivir, empieza a hacerse una evidencia en la mayor cantidad de los países de Europa, Grecia ha sido una expresión ya mas radical, pero es solo el comienzo de lo que se avecina. A esta situación, para la que el imperio intentará medicar con alguna receta keynesiana, llámese la proclamada siembra de un modelo energético eólico, como dijo tímidamente Obama, o guerras de dominación sobre territorios ricos en reservas energéticas, o las calamidades inducidas por la manipulación climática, desde sequías, inundaciones, deslaves y hasta sismos, según ya muchos sospechamos, de cualquier forma creará escenarios realmente dramáticos, ¿Qué pasará cuando China, por ejemplo, en pocos años, debido a estos efectos, vea reducida en un 30 por ciento su producción agroalimentaria?, o cuando la escases de la capacidad de producir electricidad ya convierta a esta energía en un lujo y se sentencie a la humanidad a vivir de nuevo en las tinieblas, o cuando ya no tengamos suficiente agua potable para la cantidad de seres humanos que vivimos y más allá, en 15 o 20 años, cuando ya el aire contaminado no permita la oxigenación adecuada y también el aire se termine convirtiendo en otro lujo y una causa infernal de muerte? Esta crisis terminará cuando el dinero ya no sirva para comprar nada, cuando la desesperación, la rabia, el hambre, la miseria, la exclusión y la indigencia producida por las guerras, los desastres y las plagas de esta crisis obliguen a la humanidad a tomar las mercancía a cambio de saqueos, de turbas, de motines, de insurgencia.
La utilización de las enfermedades como armas de la crisis, como armas de guerra es otro escenario temible, desde el HIV, hasta la gripe Aviar y la AH1N1, son, quizá, solo ensayos, de la utilización del pánico de salubridad con que conviviremos en los años de la crisis que se avecina.
Si bien es cierto que en la medida de que esto suceda, lo evidencial e inevitable despertará las conciencias de las mayorías, el compromiso de quienes asumimos la lucha para escapar a esta sentencia fatal, consiste en despertar las conciencias adormecidas por la sociedad de consumo, en hacer ver lo terrible del futuro próximo y lograr reacciones que nos permitan actuar con eficacia para desmontar este aparataje imperial que definitivamente, no tendrá reparos en que nada sobreviva si ellos deben desaparecer, o ellos ganan o todo se pierde, es su única visión. O nosotros ganamos o todo se pierde es igualmente la nuestra.
Aprender a estar de acuerdo, a unirnos en lo necesario e indispensable y conformar una fuerza imbatible que detenga esta avalancha mortal, es la única puerta de salida. Todos los revolucionarios debemos despertar ante lo urgente de actuar, es por ello que la Quinta Internacional debe ser el mejor escenario para esta unión mundial, para la unidad de todos, para la conciencia planetaria que nos de las armas para sobrevivir y poder sepultar en el pasado la prehistoria dictada por la explotación y el egoísmo de grandes grupos explotadores que ya son sintomáticos de su descomposición.
Cuando el valor de cambio muera ante el valor de la supervivencia. Entonces el dinero ya no tendrá valor ninguno, el mundo será una terrible pesadilla, pero habrá terminado una era de la historia y, si no sucumbe el planeta en esta crisis, habrá comenzado un nuevo ciclo, habrá finalizado la prehistoria y la humanidad escribirá su propio destino, habrá triunfado la revolución.
Se me tildará de apocalíptico, seguramente, lo acepto, yo tildaré de dormidos a todos los que siguen aplazando algo que se hace cotidiano y se demoran tanto en darse cuenta de lo obvio.
Hace falta una “visión de bosque” para avizorar el futuro que nos espera.
Raúl Bracho
La crisis es un vocablo cotidiano, un tema abordado a diario, todos hablamos de la crisis, pero la crisis apenas comienza. La caída de Leman Brothers hace dos años y las quiebras sucesivas de grandes corporaciones financieras y sus efectos sobre los acreedores y sobre la clase laboral de algunas empresas, son apenas la erupción de ella, el sistema capitalista ha sabido seguir navegando con un barco que hace agua y persiste en mantener la cotidianidad de su funcionamiento vendiéndonos la idea de que lo peor ya pasó.
Hace falta una “visión de bosque” para avizorar el futuro que nos espera, aunque siga siendo yo señalado con el remoquete de “conspiranoico” no puedo menos que compartir con todos lo que intuyo al escalar sobre las colinas del conocimiento y del sentido común, de lo contrario estaríamos mintiendo, hablaríamos de una crisis impalpable, que no terminará de hacer morir a lo que tiene que morir y por tanto menos hará nacer a lo que debe de nacer. Una crisis es una avalancha de sucesos dramáticos que sobrepasan todas las contenciones disponibles, que desestabilizan todo un sistema de convivencia por medio de terribles hambrunas, sanguinarias guerras, miseria y dolor, fatalidad y muerte, hasta de nuestra especie y de nuestro planeta en la crisis actual del imperialismo.
Nuestra sociedad esta basada en el dinero, el valor de cambio es su base, su motor fundamental, comprar y vender es lo más importante desde que despertamos, este devenir mercantilista, luego capitalista y ahora imperialista, que nos acompaña desde que nuestra capacidad de comprender lo fenomenológico y participar sobre el medio con “inteligencia” generó el que unos pocos dominaran a muchos, en base al temor, al poder ejercido por la represión, por la fuerza, luego la esclavización que esta clase poderosa instauró sobre las mayorías, sometiéndolos a la explotación de su trabajo, a la dominación por un poder o estado y al enfrentamiento entre poderes económicos en guerras a las que se envía a los pobres de bando y bando, a los explotados de bando y bando, a los similares que terminan odiándose y aniquilándose unos a otros por falta de educación, de conocimiento, de conciencia de clase y obligados por el hambre y el sometimiento.
Las luchas sociales por reivindicaciones para las clases trabajadoras son las que generan la conciencia de clase, el conocimiento de lo que está pasando y la dialéctica ideológica necesaria para generar la antítesis del capitalismo: el socialismo. Pero habiendo tomado dimensiones tan globales el poder de los capitales y de las clases imperiales, junto al desarrollo tecnológico y sus efectos sobre el medio ambiente, esta crisis terminal va más allá de la autodestrucción del imperio que se desintegrará por su incapacidad de aceptar regulaciones y el pánico de los burgueses que tan sólo atinará a morir tratando de acumular más y más riquezas, esta crisis reúne a la desintegración endógena del capitalismo con los efectos de una atmosfera sentenciada por el efecto invernadero y por la manipulaciones sospechadas a las que el mismo poder las somete desde la base Haarp en Alaska y probablemente otras similares en poder de otras potencias.
La crisis que aceptara Obama en su toma de posesión y a la que pretendieran maquillar y disimular, crece de manera incesante, ya los efectos de la las mayorías que se quedaron sin trabajo, sin salario, sin medios para sobrevivir, empieza a hacerse una evidencia en la mayor cantidad de los países de Europa, Grecia ha sido una expresión ya mas radical, pero es solo el comienzo de lo que se avecina. A esta situación, para la que el imperio intentará medicar con alguna receta keynesiana, llámese la proclamada siembra de un modelo energético eólico, como dijo tímidamente Obama, o guerras de dominación sobre territorios ricos en reservas energéticas, o las calamidades inducidas por la manipulación climática, desde sequías, inundaciones, deslaves y hasta sismos, según ya muchos sospechamos, de cualquier forma creará escenarios realmente dramáticos, ¿Qué pasará cuando China, por ejemplo, en pocos años, debido a estos efectos, vea reducida en un 30 por ciento su producción agroalimentaria?, o cuando la escases de la capacidad de producir electricidad ya convierta a esta energía en un lujo y se sentencie a la humanidad a vivir de nuevo en las tinieblas, o cuando ya no tengamos suficiente agua potable para la cantidad de seres humanos que vivimos y más allá, en 15 o 20 años, cuando ya el aire contaminado no permita la oxigenación adecuada y también el aire se termine convirtiendo en otro lujo y una causa infernal de muerte? Esta crisis terminará cuando el dinero ya no sirva para comprar nada, cuando la desesperación, la rabia, el hambre, la miseria, la exclusión y la indigencia producida por las guerras, los desastres y las plagas de esta crisis obliguen a la humanidad a tomar las mercancía a cambio de saqueos, de turbas, de motines, de insurgencia.
La utilización de las enfermedades como armas de la crisis, como armas de guerra es otro escenario temible, desde el HIV, hasta la gripe Aviar y la AH1N1, son, quizá, solo ensayos, de la utilización del pánico de salubridad con que conviviremos en los años de la crisis que se avecina.
Si bien es cierto que en la medida de que esto suceda, lo evidencial e inevitable despertará las conciencias de las mayorías, el compromiso de quienes asumimos la lucha para escapar a esta sentencia fatal, consiste en despertar las conciencias adormecidas por la sociedad de consumo, en hacer ver lo terrible del futuro próximo y lograr reacciones que nos permitan actuar con eficacia para desmontar este aparataje imperial que definitivamente, no tendrá reparos en que nada sobreviva si ellos deben desaparecer, o ellos ganan o todo se pierde, es su única visión. O nosotros ganamos o todo se pierde es igualmente la nuestra.
Aprender a estar de acuerdo, a unirnos en lo necesario e indispensable y conformar una fuerza imbatible que detenga esta avalancha mortal, es la única puerta de salida. Todos los revolucionarios debemos despertar ante lo urgente de actuar, es por ello que la Quinta Internacional debe ser el mejor escenario para esta unión mundial, para la unidad de todos, para la conciencia planetaria que nos de las armas para sobrevivir y poder sepultar en el pasado la prehistoria dictada por la explotación y el egoísmo de grandes grupos explotadores que ya son sintomáticos de su descomposición.
Cuando el valor de cambio muera ante el valor de la supervivencia. Entonces el dinero ya no tendrá valor ninguno, el mundo será una terrible pesadilla, pero habrá terminado una era de la historia y, si no sucumbe el planeta en esta crisis, habrá comenzado un nuevo ciclo, habrá finalizado la prehistoria y la humanidad escribirá su propio destino, habrá triunfado la revolución.
Se me tildará de apocalíptico, seguramente, lo acepto, yo tildaré de dormidos a todos los que siguen aplazando algo que se hace cotidiano y se demoran tanto en darse cuenta de lo obvio.
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