jueves, 15 de julio de 2010

El imperio del terrorismo, nacerá en Ormuz

El imperio del terrorismo, nacerá en Ormuz
Yo me resisto a aceptarlo como inevitable y nuestro Fidel responde con su sapiencia militar. Terminaré de convencerme el día que estalle la primera carga nuclear, con el perdón de Fidel
Raúl Bracho
Yo me resisto a aceptarlo como inevitable y nuestro Fidel responde con su sapiencia militar. Terminaré de convencerme el día que estalle la primera carga nuclear, con el perdón de Fidel. Sus apreciaciones no dejan de llevarme a reflexiones necesarias: ¿Será esta guerra el fin de nuestra especie? ¿O Fidel habla de guerra nuclear y sobrevivencia? ¿Una refriega nuclear no cambiará suficientemente nuestro medio ambiente como para mutar la vida? A mi me suena a radioactividad, a transmutaciones, a sequedad, a desiertos, a calor y crisis total. Me suena a caos, a infierno. A túneles, a alimentos contaminados a mutaciones, a espantos.
En mis divagaciones trato de encontrar otro destino. Creo que EE.UU., como bien lo describe el comandante Fidel, posee un contingente de armas no nucleares con los que someter grandes países, pero a la vez estará marcando el fin de la democracia y el fin del famoso y falso reino defendido por los gringos de la libertad. Creo que la salida que visualiza Obama y su pentágono es la dominación descarada y el sometimiento por la fuerza del resto del planeta. La invasión mundial, para llamarlo de forma alguna, la gran ocupación y la instauración del imperio del terrorismo imperial: o trabajas y obedeces o mueres. Entonces, de ser así, cambiarán muchas cosas.
De suceder como imagino, todos tendrán que someterse a un imperio de armas, a ejércitos de robocop, que con armas inéditas podrán desintegrarnos sino salimos a trabajar en su industria, ya no por un salario, se nos pagará tan solo con la vida. O obedeces o mueres. De suceder este paso en la historia, todos seremos esclavos sometidos por el terror a la muerte y por el hambre. El dominio de las fuentes de energía estará en sus manos y despiadadamente sometidos por los imperios militares, el resto de la sociedad será esclava y se reducirá notablemente el porcentaje de seres con privilegios, ya no existirá el libre mercado ni la libre empresa o empresa privada. Ya no más vitrinas llenas de ofertas, el grueso de la humanidad mendigará comida y salud. Un pequeño grupo se instruirá para avanzar en las ciencias ya sometidas al servicio del terror.
Ya no habrá más conciertos ni autopistas, ni autos ni Black Berrys, la economía del consumismo será superada por la del terror. Claro que los americanos serán la especie privilegiada ante tanto drama, pero las resacas de radiación infundirán un dominio similar al resto de los habitantes. Se comenzará a desarrollar los ensambles de androides que sustituirán a los marinees y los vuelos intripulados nos rozarán las cabezas vigilando cada palabra o acto que digamos o cometamos. Habrá llegado aquel terrible tiempo predecido por Orwell, los grandes mandos ya nunca serán escogidos por los pueblos, ya no habrán países, ni uniones internacionales, solo los tres poderes, los gringos, los rusos y los chinos: los blancos, los rojos y los amarillos. Las armas climáticas resonarán en Haarp, temblarán todos los terrenos, erupcionarán los volcanes, se volcarán los océanos, las lluvias y las sequias serán controladas por las centrales digitales de cada imperio.
Desde la mudez del asombro, balbuceando la rabia más grande de esta historia, nos arrastraremos llenos de quemaduras y enfermedades, susurraremos nuevamente que hay que hacer algo, comenzaremos, como siempre a conspirar y organizarnos. Esconderemos armas y haremos de nuevo planes, un día podremos secuestrar aun sea un androide y colgarlo de la plaza..
Fidel, camarada eterno: ojalá y no tengas razón en tus profecías, pero si fuese que tu gran visión nos dice la verdad, te respondo que nada podrá arrodillar a una nuestra especie, que del fondo de la pesadilla, más temprano que tarde habrá respuesta, renacerá el espíritu de la revuelta y alguien en un túnel, desempolvará algún librito con tus reflexiones y allí se cantarán de nuevo los himnos de la revolución.
Cada día de nuevo espero ansioso las noticias, cada día me aterra más la distracción de todas y todos que no despiertan ante el alerta. Todo este gran pastel que se hunde en esta crisis se puede transformar en cuestión de horas en el imperio del terror americano. Cada día escribiré promesas de luz y de esperanza, de gritos de avance, de humanidad unida y amante de preservar el planeta y la vida de todos.
Venceremos.

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