Aplastada La Comuna de París: Mas de 30.000 trabajadores fueron masacrados por la burguesía francesa.
28 de mayo 1871 - La Comuna de Paris fue asaltada desde el 2 de abril por las fuerzas reaccionarias de la burguesía francesa, la ciudad fue bombardeada constantemente.
Durante dos semanas sangrientas que siguieron a la toma de París fueron asesinadas mas de 50.000, personas sin hacer distinción de edad o sexo.
Durante el asalto, las tropas del gobierno fueron responsables de la matanza de ciudadanos desarmados: se disparó a los prisioneros que estaban fuera de control y las ejecuciones múltiples fueron algo común.
Las represalias comenzaron en serio. Se declaró un crimen haber apoyado a la Comuna en cualquier modo, de lo que se podía acusar —y se acusó— a miles de personas Varios centenares de obreras parisienses, conocidas como "petroleras", fueron también fusiladas masivamente (de diez en diez) en lo que ahora se llama «El Muro de los Comuneros» en el Cementerio de Père-Lachaise
El 28 de enero de 1871, París sitiado, con los prusianos a las puertas de Versalles y una gran parte de la Francia ocupada, lleva al Gobierno de la burguesía a capitular. Los obreros parisienses, inflamados de patriotismo, quieren seguir la guerra contra los invasores. El divorcio entre el Gobierno y el pueblo aparece con toda su fuerza, demostrándose, una vez más, que sólo la clase obrera es la clase auténticamente revolucionaria y patriótica. El Gobierno huye a Versalles, y el 18 de marzo París despierta al grito de “¡Viva la Comuna!”
...Los proletarios de París –decía el Comité Central en su manifiesto del 18 de marzo-, en medio de desfallecimientos y traiciones de las clases gobernantes, han comprendido que ha llegado para ellos la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de la cosa pública. El proletariado comprende que es un deber imperativo y un derecho absoluto para él tomar en la mano sus destinos y asegurar el triunfo apoderándose del Poder...
El 26 de marzo la Comuna es elegida y el 28 proclamada. La clase obrera, por primera vez en la Historia, era dueña del poder político.
Exaltando la Comuna, Carlos Marx, en su carta dirigida a su amigo Kugelmann, el 17 de abril, le decía:
“Gracias al combate librado por París, la lucha de la clase obrera contra la clase capitalista y su Estado ha entrado en una nueva fase. Más, cualquiera que sea la salida, nosotros hemos obtenido un nuevo punto de partida de una importancia histórica universal...”
En una carta anterior ya había expresado a su amigo su entusiasmo y su admiración por los heroicos combatientes de París:
“... ¡Qué flexibilidad, cuanta iniciativa histórica y cuanto espíritu y capacidad de sacrificio en estos parisinos! Después de seis meses de hambre, minados por la traición interior más que por el enemigo de fuera, se alzan bajo las bayonetas prusianas, como si jamás hubiese existido tal guerra entre Francia y Prusia y el enemigo no estuviese a las puertas de París. La Historia no registra ejemplo semejante, de tamaña grandeza...”
El Comité Central de la Guardia Nacional, que hasta entonces había ejercido transitoriamente el poder, dimite y entrega sus poderes a la Comuna. El 30, la Comuna suprime el servicio militar obligatorio y reconoce a la Guardia Nacional como única fuerza armada a la que todos los ciudadanos útiles deben pertenecer; dispone una moratoria en el pago de los alquileres de octubre de 1870 a abril de 1871; suspende todas las operaciones de venta de los Montes de Piedad; el mismo día confirma la designación de extranjeros para funciones del gobierno porque “la bandera de la Comuna es la República mundial...” El 1º de abril establece que los emolumentos de un empleado o miembro de la Comuna no podrán ser superiores a seis mil francos. El 2 de abril decreta la separación de la Iglesia y del Estado y la supresión de toda clase de subvenciones a la Iglesia, así como la nacionalización de sus bienes.
Para contrarrestar la acción de sabotaje de las fuerzas reaccionarias patronales que paralizaban el trabajo, el 16 de abril ordena establecer un censo estadístico de las fábricas inmovilizadas por los fabricantes y la elaboración de planes para la puesta en marcha de estas fábricas bajo la dirección de los obreros que trabajan en ellas, reunidos en asociaciones cooperativas, y también para la organización de estas asociaciones en una gran federación de industria. El 20 de abril suprime el trabajo nocturno en las panaderías y el 30 ordena la supresión de los Montes de Piedad.
El poder de la Comuna fue breve. El 21 de mayo ábrese la puerta de la traición, y la Comuna, la primera revolución proletaria triunfante, gracias a la confabulación de la burguesía nacional con el invasor, es aplastada y ahogada en sangre. En la sangrienta represión de Thiers caen centenares de internacionalistas. Sus vidas y su sangre vivificaron el movimiento obrero y la revolución para todos los siglos.
En la reunión del Consejo General de la Internacional del 25 de abril, Marx decía: “...Los principios de la Comuna son eternos y no podrán ser destruidos; ellos serán siempre puestos de nuevo a la orden del día mientras que la clase obrera no haya conquistado su liberación.”
Derrotada la Comuna, el Consejo General de la Internacional, el 30 de mayo 1871, elabora el famoso informe La guerra civil en Francia, que dirige a todas las secciones, en el que hacía una exposición histórica de los acontecimientos desarrollados en torno a la guerra francoprusiana, que terminaba con los siguientes párrafos:
El espíritu burgués, todo empapado de policía, se imagina, naturalmente, que la Asociación Internacional de los Trabajadores funciona como una conjuración secreta, y que su órgano central manda, de vez en cuando, explosiones en diferentes países. Nuestra Asociación, en realidad, no es más que el lazo internacional entre los obreros más avanzados de los países del mundo civilizado. En cualquier lugar, bajo cualquier forma y en cualesquiera condiciones que la lucha de clases tome alguna consistencia, es muy natural que los miembros de nuestra Asociación se coloquen en el primer plano. El suelo en el cual que ésta se desarrolla es la sociedad moderna misma. De este suelo no podrá ser extirpada por ningún abuso de carnicería. Para ello, los gobiernos tendrán que extirpar el despotismo del capital sobre el trabajo, condición de su propia existencia parasitaría.
El País obrero, con su Comuna, será celebrado por siempre como el glorioso furriel de una sociedad nueva. Sus mártires permanecen vivos en el gran corazón de la clase obrera. A sus exterminadores, la Historia los ha clavado ya en una picota eterna, de la cual todas las oraciones de sus sacerdotes no llegaran a liberarles.
28 de mayo 1871 - La Comuna de Paris fue asaltada desde el 2 de abril por las fuerzas reaccionarias de la burguesía francesa, la ciudad fue bombardeada constantemente.
Durante dos semanas sangrientas que siguieron a la toma de París fueron asesinadas mas de 50.000, personas sin hacer distinción de edad o sexo.
Durante el asalto, las tropas del gobierno fueron responsables de la matanza de ciudadanos desarmados: se disparó a los prisioneros que estaban fuera de control y las ejecuciones múltiples fueron algo común.
Las represalias comenzaron en serio. Se declaró un crimen haber apoyado a la Comuna en cualquier modo, de lo que se podía acusar —y se acusó— a miles de personas Varios centenares de obreras parisienses, conocidas como "petroleras", fueron también fusiladas masivamente (de diez en diez) en lo que ahora se llama «El Muro de los Comuneros» en el Cementerio de Père-Lachaise
El 28 de enero de 1871, París sitiado, con los prusianos a las puertas de Versalles y una gran parte de la Francia ocupada, lleva al Gobierno de la burguesía a capitular. Los obreros parisienses, inflamados de patriotismo, quieren seguir la guerra contra los invasores. El divorcio entre el Gobierno y el pueblo aparece con toda su fuerza, demostrándose, una vez más, que sólo la clase obrera es la clase auténticamente revolucionaria y patriótica. El Gobierno huye a Versalles, y el 18 de marzo París despierta al grito de “¡Viva la Comuna!”
...Los proletarios de París –decía el Comité Central en su manifiesto del 18 de marzo-, en medio de desfallecimientos y traiciones de las clases gobernantes, han comprendido que ha llegado para ellos la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de la cosa pública. El proletariado comprende que es un deber imperativo y un derecho absoluto para él tomar en la mano sus destinos y asegurar el triunfo apoderándose del Poder...
El 26 de marzo la Comuna es elegida y el 28 proclamada. La clase obrera, por primera vez en la Historia, era dueña del poder político.
Exaltando la Comuna, Carlos Marx, en su carta dirigida a su amigo Kugelmann, el 17 de abril, le decía:
“Gracias al combate librado por París, la lucha de la clase obrera contra la clase capitalista y su Estado ha entrado en una nueva fase. Más, cualquiera que sea la salida, nosotros hemos obtenido un nuevo punto de partida de una importancia histórica universal...”
En una carta anterior ya había expresado a su amigo su entusiasmo y su admiración por los heroicos combatientes de París:
“... ¡Qué flexibilidad, cuanta iniciativa histórica y cuanto espíritu y capacidad de sacrificio en estos parisinos! Después de seis meses de hambre, minados por la traición interior más que por el enemigo de fuera, se alzan bajo las bayonetas prusianas, como si jamás hubiese existido tal guerra entre Francia y Prusia y el enemigo no estuviese a las puertas de París. La Historia no registra ejemplo semejante, de tamaña grandeza...”
El Comité Central de la Guardia Nacional, que hasta entonces había ejercido transitoriamente el poder, dimite y entrega sus poderes a la Comuna. El 30, la Comuna suprime el servicio militar obligatorio y reconoce a la Guardia Nacional como única fuerza armada a la que todos los ciudadanos útiles deben pertenecer; dispone una moratoria en el pago de los alquileres de octubre de 1870 a abril de 1871; suspende todas las operaciones de venta de los Montes de Piedad; el mismo día confirma la designación de extranjeros para funciones del gobierno porque “la bandera de la Comuna es la República mundial...” El 1º de abril establece que los emolumentos de un empleado o miembro de la Comuna no podrán ser superiores a seis mil francos. El 2 de abril decreta la separación de la Iglesia y del Estado y la supresión de toda clase de subvenciones a la Iglesia, así como la nacionalización de sus bienes.
Para contrarrestar la acción de sabotaje de las fuerzas reaccionarias patronales que paralizaban el trabajo, el 16 de abril ordena establecer un censo estadístico de las fábricas inmovilizadas por los fabricantes y la elaboración de planes para la puesta en marcha de estas fábricas bajo la dirección de los obreros que trabajan en ellas, reunidos en asociaciones cooperativas, y también para la organización de estas asociaciones en una gran federación de industria. El 20 de abril suprime el trabajo nocturno en las panaderías y el 30 ordena la supresión de los Montes de Piedad.
El poder de la Comuna fue breve. El 21 de mayo ábrese la puerta de la traición, y la Comuna, la primera revolución proletaria triunfante, gracias a la confabulación de la burguesía nacional con el invasor, es aplastada y ahogada en sangre. En la sangrienta represión de Thiers caen centenares de internacionalistas. Sus vidas y su sangre vivificaron el movimiento obrero y la revolución para todos los siglos.
En la reunión del Consejo General de la Internacional del 25 de abril, Marx decía: “...Los principios de la Comuna son eternos y no podrán ser destruidos; ellos serán siempre puestos de nuevo a la orden del día mientras que la clase obrera no haya conquistado su liberación.”
Derrotada la Comuna, el Consejo General de la Internacional, el 30 de mayo 1871, elabora el famoso informe La guerra civil en Francia, que dirige a todas las secciones, en el que hacía una exposición histórica de los acontecimientos desarrollados en torno a la guerra francoprusiana, que terminaba con los siguientes párrafos:
El espíritu burgués, todo empapado de policía, se imagina, naturalmente, que la Asociación Internacional de los Trabajadores funciona como una conjuración secreta, y que su órgano central manda, de vez en cuando, explosiones en diferentes países. Nuestra Asociación, en realidad, no es más que el lazo internacional entre los obreros más avanzados de los países del mundo civilizado. En cualquier lugar, bajo cualquier forma y en cualesquiera condiciones que la lucha de clases tome alguna consistencia, es muy natural que los miembros de nuestra Asociación se coloquen en el primer plano. El suelo en el cual que ésta se desarrolla es la sociedad moderna misma. De este suelo no podrá ser extirpada por ningún abuso de carnicería. Para ello, los gobiernos tendrán que extirpar el despotismo del capital sobre el trabajo, condición de su propia existencia parasitaría.
El País obrero, con su Comuna, será celebrado por siempre como el glorioso furriel de una sociedad nueva. Sus mártires permanecen vivos en el gran corazón de la clase obrera. A sus exterminadores, la Historia los ha clavado ya en una picota eterna, de la cual todas las oraciones de sus sacerdotes no llegaran a liberarles.
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