ABC de la organización política
La práctica de la Dirección Política
Al destacar la importancia de la dirección, el Libertador dijo: “El impulso de esta revolución está dado, lo que hace falta ahora es darle una buena dirección”
Principios de la Dirección Política
La Dirección Política revolucionaria se basa en el pensamiento del Libertador sobre el poder del pueblo. En su discurso ante el Congreso de Angostura, el 1 de noviembre de 1817, Bolívar afirmó: “La primera de todas las fuerzas es la opinión pública”. De esta manera, el Libertador destacó que no había ninguna fuerza por encima del pueblo.
Para la interpretación burguesa de la historia, el desarrollo social y político, se deben a los héroes o genios, a los caudillos, reyes o príncipes. Los pueblos no juegan ningún papel, son sujetos pasivos, inertes, indiferentes, en todo caso, secundarios.
Tampoco para la historiografía burguesa el modo de producción y los cambios en la economía tienen incidencia en la historia. En conclusión, los hechos que provocan los cambios de un régimen a otro, del dominio de una clase social y su sustitución por otro, obedecen a la astucia y brillo de las individualidades.
En esta interpretación de la historia, las individualidades pueden cambiar la historia a su antojo, pueden sustituir a su voluntad un modo de producción por otro, lo que puede conducir a desviaciones como el aventurerismo, el caudillismo, el personalismo, el puchismo, el terrorismo.
Por el contrario, el método revolucionario científico enseña que lo determinante en los cambios históricos son los cambios que tienen lugar en el modo de producción. La palanca para acelerarlos es la lucha de clases.
Son las exigencias maduras en el desarrollo económico y social las que producen las condiciones objetivas y subjetivas para los cambios históricos. Pero, éstos no se abren paso sino a condición que sean impulsados por las clases sociales de vanguardia.
En estos meses, el sistema capitalista mundial ha sido estremecido por una de las crisis más profundas en toda su existencia, con millones de desempleados, millones de arruinados y la quiebra económica más demoledora. La crisis demostró la caducidad del capitalismo y la necesidad de su sustitución. Sin embargo, no se han producido los cambios necesarios en los países afectados, porque no es suficiente se haga presente una crisis en el modo de producción, por más profunda que ésta sea, se requiere, además y como requisito indispensable, un pueblo decidido a cambiar el injusto régimen dominante.
Son los pueblos, con una elevada conciencia social revolucionaria y apoyándose en su organización quienes son capaces de llevar a cabo los cambios sociales y acelerar el curso de la historia.
La dirección política puede desempeñar un papel fundamental a condición que interprete acertadamente las exigencias de su época y se apoye en las fuerzas motrices de la historia. Bolívar lo decía en una carta dirigida a Francisco Antonio Zea el 30 de junio de 1819: “No hay nada que pueda detenernos si el pueblo nos ama”. Con esta frase destacó que si los dirigentes no interpretan el querer del pueblo jamás podrán encabezar los procesos de cambio. La fuerza decisiva de los cambios históricos es el pueblo, ésta es la idea fundamental del pensamiento bolivariano que debe guiar la conducta de la dirección política del proceso revolucionario.
La práctica de la Dirección Política
Al destacar la importancia de la dirección, el Libertador dijo: “El impulso de esta revolución está dado, lo que hace falta ahora es darle una buena dirección”
Principios de la Dirección Política
La Dirección Política revolucionaria se basa en el pensamiento del Libertador sobre el poder del pueblo. En su discurso ante el Congreso de Angostura, el 1 de noviembre de 1817, Bolívar afirmó: “La primera de todas las fuerzas es la opinión pública”. De esta manera, el Libertador destacó que no había ninguna fuerza por encima del pueblo.
Para la interpretación burguesa de la historia, el desarrollo social y político, se deben a los héroes o genios, a los caudillos, reyes o príncipes. Los pueblos no juegan ningún papel, son sujetos pasivos, inertes, indiferentes, en todo caso, secundarios.
Tampoco para la historiografía burguesa el modo de producción y los cambios en la economía tienen incidencia en la historia. En conclusión, los hechos que provocan los cambios de un régimen a otro, del dominio de una clase social y su sustitución por otro, obedecen a la astucia y brillo de las individualidades.
En esta interpretación de la historia, las individualidades pueden cambiar la historia a su antojo, pueden sustituir a su voluntad un modo de producción por otro, lo que puede conducir a desviaciones como el aventurerismo, el caudillismo, el personalismo, el puchismo, el terrorismo.
Por el contrario, el método revolucionario científico enseña que lo determinante en los cambios históricos son los cambios que tienen lugar en el modo de producción. La palanca para acelerarlos es la lucha de clases.
Son las exigencias maduras en el desarrollo económico y social las que producen las condiciones objetivas y subjetivas para los cambios históricos. Pero, éstos no se abren paso sino a condición que sean impulsados por las clases sociales de vanguardia.
En estos meses, el sistema capitalista mundial ha sido estremecido por una de las crisis más profundas en toda su existencia, con millones de desempleados, millones de arruinados y la quiebra económica más demoledora. La crisis demostró la caducidad del capitalismo y la necesidad de su sustitución. Sin embargo, no se han producido los cambios necesarios en los países afectados, porque no es suficiente se haga presente una crisis en el modo de producción, por más profunda que ésta sea, se requiere, además y como requisito indispensable, un pueblo decidido a cambiar el injusto régimen dominante.
Son los pueblos, con una elevada conciencia social revolucionaria y apoyándose en su organización quienes son capaces de llevar a cabo los cambios sociales y acelerar el curso de la historia.
La dirección política puede desempeñar un papel fundamental a condición que interprete acertadamente las exigencias de su época y se apoye en las fuerzas motrices de la historia. Bolívar lo decía en una carta dirigida a Francisco Antonio Zea el 30 de junio de 1819: “No hay nada que pueda detenernos si el pueblo nos ama”. Con esta frase destacó que si los dirigentes no interpretan el querer del pueblo jamás podrán encabezar los procesos de cambio. La fuerza decisiva de los cambios históricos es el pueblo, ésta es la idea fundamental del pensamiento bolivariano que debe guiar la conducta de la dirección política del proceso revolucionario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario