Murió el ex secretario de Defensa de EEUU Robert McNamara
Criminal de guerra confeso y sin haber pagado sus crímenes
Robert S. McNamara, secretario de Defensa estadounidense que inició la agresión genocida contra Vietnam y luego fue presidente del Banco Mundial, falleció el lunes a los 93 años de edad. McNamara también trabajó en la industria capitalista del automóvil, y estuvo vinculado al mundo militar estadounidese desde la segunda guerra mundial.
A pesar de todos sus esfuerzos para borrar tal imagen, McNamara fue asociado fundamentalmente a la agresión imperialista contra Vietnam, al grado de que se le mencionaba como "la guerra de McNamara", la primera derrota militar de gran magnitud del imperialismo yanqui en el siglo XX.
McNamara estaba en la presidencia de Ford Motor Co. cuando fue reclutado por el presidente John F. Kennedy para que manejara el Pentágono en 1961. McNamara era conocido entonces como un estratega político con una fijación por el análisis estadístico.
Permaneció al frente del Pentágono siete años, el período más largo desde la creación del mismo en 1947.
Su vínculo con Vietnam se volvió intensamente personal. Incluso su hijo, un estudiante de la Universidad de Stanford, protestó contra la guerra mientras su padre la estaba operando y ordenando bombardeos masivos que causaron la muerte de alrededor de cuatro millones de vietnamitas. Entrevistado en el documental The Fog of War, McNamara admitió que la justificación oficial del involucramiento estadounidense (un supuesto ataque vietnamita a una nave estadounidense), había sido una falsedad. Hoy la historia se repite con la invasión imperialista a Irak, la cual se justificó con la mentira de las supuestas armas de destrucción masiva irakíes, invasión que también ha desembocado en una catastrófica derrota para el imperialismo. En el mencionado documental, McNamara reconoce que bajo los criterios con que funcionaron los tribunales de guerra de Nuremberg, él y los demás comandantes de las fuerzas aliadas habrían sido ahorcados por sus crímenes durante la segunda guerra mundial.
En Harvard, McNamara tuvo en una ocasión que escapar de una protesta de estudiantes a través de túneles subterráneos de servicios.
Luego de dejar el Pentágono al borde de un colapso nervioso, McNamara se convirtió en presidente del Banco Mundial y convirtió utilizó su fervor evangélico para convertirse en un predicador capitalista, planteando el desarrollo económico como una vía hacia la paz.
En 1991 dijo a la revista Time que no pensaba que funcionaría el bombardeo a Vietnam del Norte (la mayor campaña de bombardeos de la historia hasta nuestros tiempos), pero que lo secundó "porque queríamos probar en primer lugar que no funcionaría y (porque) otras personas pensaban que funcionaría". Se trata de una de las justificaciones más extrañas que se puedan ofrecer para el crimen de genocidio.
McNamara se convirtió en el primer ex funcionario de alto rango estadounidense en admitir haber cometido crímenes atroces en el contexto de la guerra fría, así como en revelar la posición de militares de alto rango como Curtis Le May, de que una guerra atómica era inevitable, y por lo tanto debía bombardearse preventivamente a la URSS con armamento nuclear, para aprovechar las "ventajas estratégicas" de los EEUU.
Criminal de guerra confeso y sin haber pagado sus crímenes
Robert S. McNamara, secretario de Defensa estadounidense que inició la agresión genocida contra Vietnam y luego fue presidente del Banco Mundial, falleció el lunes a los 93 años de edad. McNamara también trabajó en la industria capitalista del automóvil, y estuvo vinculado al mundo militar estadounidese desde la segunda guerra mundial.
A pesar de todos sus esfuerzos para borrar tal imagen, McNamara fue asociado fundamentalmente a la agresión imperialista contra Vietnam, al grado de que se le mencionaba como "la guerra de McNamara", la primera derrota militar de gran magnitud del imperialismo yanqui en el siglo XX.
McNamara estaba en la presidencia de Ford Motor Co. cuando fue reclutado por el presidente John F. Kennedy para que manejara el Pentágono en 1961. McNamara era conocido entonces como un estratega político con una fijación por el análisis estadístico.
Permaneció al frente del Pentágono siete años, el período más largo desde la creación del mismo en 1947.
Su vínculo con Vietnam se volvió intensamente personal. Incluso su hijo, un estudiante de la Universidad de Stanford, protestó contra la guerra mientras su padre la estaba operando y ordenando bombardeos masivos que causaron la muerte de alrededor de cuatro millones de vietnamitas. Entrevistado en el documental The Fog of War, McNamara admitió que la justificación oficial del involucramiento estadounidense (un supuesto ataque vietnamita a una nave estadounidense), había sido una falsedad. Hoy la historia se repite con la invasión imperialista a Irak, la cual se justificó con la mentira de las supuestas armas de destrucción masiva irakíes, invasión que también ha desembocado en una catastrófica derrota para el imperialismo. En el mencionado documental, McNamara reconoce que bajo los criterios con que funcionaron los tribunales de guerra de Nuremberg, él y los demás comandantes de las fuerzas aliadas habrían sido ahorcados por sus crímenes durante la segunda guerra mundial.
En Harvard, McNamara tuvo en una ocasión que escapar de una protesta de estudiantes a través de túneles subterráneos de servicios.
Luego de dejar el Pentágono al borde de un colapso nervioso, McNamara se convirtió en presidente del Banco Mundial y convirtió utilizó su fervor evangélico para convertirse en un predicador capitalista, planteando el desarrollo económico como una vía hacia la paz.
En 1991 dijo a la revista Time que no pensaba que funcionaría el bombardeo a Vietnam del Norte (la mayor campaña de bombardeos de la historia hasta nuestros tiempos), pero que lo secundó "porque queríamos probar en primer lugar que no funcionaría y (porque) otras personas pensaban que funcionaría". Se trata de una de las justificaciones más extrañas que se puedan ofrecer para el crimen de genocidio.
McNamara se convirtió en el primer ex funcionario de alto rango estadounidense en admitir haber cometido crímenes atroces en el contexto de la guerra fría, así como en revelar la posición de militares de alto rango como Curtis Le May, de que una guerra atómica era inevitable, y por lo tanto debía bombardearse preventivamente a la URSS con armamento nuclear, para aprovechar las "ventajas estratégicas" de los EEUU.
Los testimonios brindados en sus últimos años han resultado de gran utilidad para conocer el tipo de racionalizaciones de las que se han servido los altos funcionarios estadounidenses para perpetrar sus terribles crímenes imperialistas.
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