La Rebelión de las Bananas.
Bolívar y Morazán ¿será lo mismo que decir Chávez y Zelaya?
Raúl Bracho.
Centro y Sur América despiertan luego de siglos de letargo y dominación. El aislacionismo unido a la fuerte dominación cultural a la que fueran estas naciones sometidas por el capitalismo incipiente, les hizo desconocerse y deshermanarse entre ellas, pero la memoria histórica parece preservar en la inconciencia colectiva estos lazos imborrables que las unieron en el pasado y se despiertan de nuevo y asumen sus identidades originarias nuevamente.
¿Bolívar y Morazán será lo mismo que decir Chávez y Zelaya?
Distintos contextos históricos y personales pero obviamente el mismo destino los une en la cotidianidad actual, los encuentra, así como en los años recientes renacieron los espíritus de todos los luchadores de la América latina que han abierto el paso a la unión de sus naciones, así, ya Nicaragua, Cuba y Honduras fueron las campanadas que despertaron el llamado de la historia.
La República Federal de Centro América unió como un solo Estado y bajo una misma Constitución a Guatemala, Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica e incorporándose al año Los Altos, territorio en la región de Chiapas. Esta República Federal de centro América tuvo vida desde 1.824 hasta el año de 1.839, catorce años de duración, que no es poca cosa.Su bandera: dos franjas azules , que simbolizaban el mar, delimitando otra blanca que signidicaba su territorio y en la que se encontraban dibujados cinco volcanes como símbolo de sus integrantes
Morazán estuvo al mando en distintos momentos de esta República, siendo libertador del Salvador y líder en las luchas de Guatemala y otras regiones. Los sueños de Morazán al final fueron derrotados por los conservadores, al igual que los de Bolívar en su afán de crear la gran Colombia y tanto las naciones de Centroamérica como las de Suramérica fueron de nuevo reducidas a pequeñas naciones que inmediatamente comenzaron a ser explotadas por burguesías nacientes que no tardaron mucho en convertirse en adoradores de las potencias mundiales, convirtiéndose en sumisos a sus culturas.
Casi doscientos años de silencio, de dominación, donde todas las repúblicas de aquella federación fueron entregadas a las empresas americanas de alimentos y a las fruteras que en muy poco tiempo crearon el imperio bananero, del caucho y del café en nuestras naciones. Luego de aquella unión deshecha por los viles egoísmos y las ansias de riqueza los inversionistas preservaron su dominio sembrando bases militares y escuelas de gorilas dispuestos a derrocar estados y asesinar a quien se tornase en sus potenciales enemigos. Así se perdió la esperanza libertaria de nuestros héroes de independencia, se perdió la posibilidad de una unión que nos hubiera hecho grandes y que al contrario, nos dividió y condenó al extrañamiento.
Honduras nuevamente ha llamado la atención del planeta entero sobre la región centroamericana, tan sólo bastó con que el Presidente Manuel Zelaya se incorporara al Alba y se diera la mano con Daniel Ortega y Hugo Chávez para que la ira de las burguesías y la histeria de los soldados imperiales acantonados en Soto Cano organizaran un inmediato golpe de estado que lo derrocara.
Estas dos semanas Honduras fue el epicentro mediático del mundo, la sorpresiva reacción de todas las naciones ante el descarado golpe de facto le dio una connotación inusual que en apariencia pone un freno al dominio militar por años perpetuado. Un Pinochetismo brutal se encuentra en el poder, pero aislado totalmente de la diplomacia mundial, callejón del que será difícil salir sino sólo quizá por la puerta de la demora que los llevaría a tratar de que se reconozcan los resultados de las próximas elecciones, no realizadas por Zelaya sino por la canalla, con el fraude puesto como sombrero.
Hay una sola cosa a diferencia de los golpes gorilas de antaño que les será muy difícil de sortear: la conciencia de los pueblos que ya han descubierto su derecho a defenderse con los votos y a preservar sus resultados; y la nueva Latinoamérica, cuya reciente unión ya les ha permitido tomarse de las manos y recuperar la identidad continental.
Silban tonadas de rebeldía en los corazones de los hombres que andan por las selvas, que andan por las calles, por las fábricas, por las aulas. De nuevo aquella hermosa bandera que entre dos franjas azules contuviera una blanca con cinco volcanes, comienza a hacer erupción en Centroamérica.
Bolívar y Morazán ¿será lo mismo que decir Chávez y Zelaya?
Raúl Bracho.
Centro y Sur América despiertan luego de siglos de letargo y dominación. El aislacionismo unido a la fuerte dominación cultural a la que fueran estas naciones sometidas por el capitalismo incipiente, les hizo desconocerse y deshermanarse entre ellas, pero la memoria histórica parece preservar en la inconciencia colectiva estos lazos imborrables que las unieron en el pasado y se despiertan de nuevo y asumen sus identidades originarias nuevamente.
¿Bolívar y Morazán será lo mismo que decir Chávez y Zelaya?
Distintos contextos históricos y personales pero obviamente el mismo destino los une en la cotidianidad actual, los encuentra, así como en los años recientes renacieron los espíritus de todos los luchadores de la América latina que han abierto el paso a la unión de sus naciones, así, ya Nicaragua, Cuba y Honduras fueron las campanadas que despertaron el llamado de la historia.
La República Federal de Centro América unió como un solo Estado y bajo una misma Constitución a Guatemala, Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica e incorporándose al año Los Altos, territorio en la región de Chiapas. Esta República Federal de centro América tuvo vida desde 1.824 hasta el año de 1.839, catorce años de duración, que no es poca cosa.Su bandera: dos franjas azules , que simbolizaban el mar, delimitando otra blanca que signidicaba su territorio y en la que se encontraban dibujados cinco volcanes como símbolo de sus integrantes
Morazán estuvo al mando en distintos momentos de esta República, siendo libertador del Salvador y líder en las luchas de Guatemala y otras regiones. Los sueños de Morazán al final fueron derrotados por los conservadores, al igual que los de Bolívar en su afán de crear la gran Colombia y tanto las naciones de Centroamérica como las de Suramérica fueron de nuevo reducidas a pequeñas naciones que inmediatamente comenzaron a ser explotadas por burguesías nacientes que no tardaron mucho en convertirse en adoradores de las potencias mundiales, convirtiéndose en sumisos a sus culturas.
Casi doscientos años de silencio, de dominación, donde todas las repúblicas de aquella federación fueron entregadas a las empresas americanas de alimentos y a las fruteras que en muy poco tiempo crearon el imperio bananero, del caucho y del café en nuestras naciones. Luego de aquella unión deshecha por los viles egoísmos y las ansias de riqueza los inversionistas preservaron su dominio sembrando bases militares y escuelas de gorilas dispuestos a derrocar estados y asesinar a quien se tornase en sus potenciales enemigos. Así se perdió la esperanza libertaria de nuestros héroes de independencia, se perdió la posibilidad de una unión que nos hubiera hecho grandes y que al contrario, nos dividió y condenó al extrañamiento.
Honduras nuevamente ha llamado la atención del planeta entero sobre la región centroamericana, tan sólo bastó con que el Presidente Manuel Zelaya se incorporara al Alba y se diera la mano con Daniel Ortega y Hugo Chávez para que la ira de las burguesías y la histeria de los soldados imperiales acantonados en Soto Cano organizaran un inmediato golpe de estado que lo derrocara.
Estas dos semanas Honduras fue el epicentro mediático del mundo, la sorpresiva reacción de todas las naciones ante el descarado golpe de facto le dio una connotación inusual que en apariencia pone un freno al dominio militar por años perpetuado. Un Pinochetismo brutal se encuentra en el poder, pero aislado totalmente de la diplomacia mundial, callejón del que será difícil salir sino sólo quizá por la puerta de la demora que los llevaría a tratar de que se reconozcan los resultados de las próximas elecciones, no realizadas por Zelaya sino por la canalla, con el fraude puesto como sombrero.
Hay una sola cosa a diferencia de los golpes gorilas de antaño que les será muy difícil de sortear: la conciencia de los pueblos que ya han descubierto su derecho a defenderse con los votos y a preservar sus resultados; y la nueva Latinoamérica, cuya reciente unión ya les ha permitido tomarse de las manos y recuperar la identidad continental.
Silban tonadas de rebeldía en los corazones de los hombres que andan por las selvas, que andan por las calles, por las fábricas, por las aulas. De nuevo aquella hermosa bandera que entre dos franjas azules contuviera una blanca con cinco volcanes, comienza a hacer erupción en Centroamérica.
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