miércoles, 17 de diciembre de 2008

Un Comando del Movimiento Tupac Amaru tomo por asalto la Embajada Japonesa




Un Comando del Movimiento Tupac Amaru tomó, por asalto, la residencial del Embajador japonés en Lima, Perú, en ocasión de una celebración social.
Los Embajadores de Cuba, Venezuela, Bolivia y Brasil, así como cientos de altos funcionarios peruanos, dirigentes políticos y sociales e invitados fueron retenidos. El Embajador de Venezuela, Horacio Arteaga fue liberado en los primeros grupos que dejaron salir los terroristas.
Asalto a la embajada del Japón en Perú por el movimiento revolucionario Tupac Amaru
En este informe se expone un análisis de los sucesos acontecidos entre el 17 de diciembre de 1996 y el 22 de abril de 1997, producto de la toma de la embajada de Japón en Perú, por el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru.
El análisis aquí presentado se efectúo desde los actores involucrados en los sucesos antes mencionados, como generadores de opinión pública. Para ello, se realizó un seguimiento de prensa a través de aproximadamente 158 noticias difundidas por la empresa internacional de información Prensa Latina, la cual realizó una cobertura especial de los hechos y cuyas informaciones fueron accesadas a través de Internet.
De esta manera, se pudieron espaciar los sucesos en tres fases o momentos, hasta la finalización de la toma de la embajada con la toma por asalto de un grupo comando del gobierno del Perú.
Con el propósito de que las hipótesis aquí planteadas puedan ser verificadas con base a la información que las sustentan, se presentan un conjunto de anexos a título demostrativo, que contienen un total de 60 noticias emanadas desde la agencia internacional de noticias Prensa Latina.
PRIMERA FASE: ( 17 de diciembre de 1996 - 1ero. De febrero de 1997)
Esta fase comienza con la toma de la embajada del Japón en Perú por el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), la cual se caracterizó por una efervescencia de la opinión pública ante los acontecimientos sucedidos.
Durante este primer momento, ante las exigencias del MRTA que produjeron el establecimiento de las negociaciones entre el gobierno y este grupo guerrillero, se rompen las conversaciones en cuatro oportunidades por iniciativa del sector gubernamental, a pesar del reciente comienzo del conflicto.
Así mismo, se difunden un conjunto de frases y expresiones descalificadoras a priori sobre las intenciones del MRTA al tomar en calidad de rehenes a más de 400 personas inicialmente. Esto no brindó la posibilidad, de que se generara una matriz de opinión en la cual los actores involucrados en el conflicto tuvieran igualdad de oportunidades para influir en la conformación de la misma (Gobierno, rehenes y MRTA). Más aún, considerando que el movimiento guerrillero tuvo sólo en una ocasión pudo establecer relaciones directas con el grupo de periodistas que cubrían los hechos, lo cual fue producto de la iniciativa tomada por éstos sin previo aviso al gobierno. Esto colocó al MRTA en desventaja con respecto a sus posibilidades de transmitir a la opinión pública nacional e internacional del Perú, las intenciones y razones de su acción.
Esto ocasionó que, en las noticias difundidas tuviera un bajo índice de aparición relativa, las demandas del MRTA en comparación con las exigencias del gobierno para construir la viabilidad de una salida pacífica a la crisis. Así comienza destacándose, el mayor poder ejercido sobre la opinión pública por parte de uno sólo de los actores implicados en los hechos.( Gobierno)
SEGUNDA FASE (2 de Febrero - 15 de marzo de 1997)
En esta fase prevaleció una preocupación gubernamental por el comportamiento de la popularidad del presidente Alberto Fujimori, ya que la misma comenzó a mostrar fluctuaciones frecuentes durante este período del conflicto.
Esto propició una de las principales características del conflicto desde este momento hasta su finalización, como lo fue la personalización del mismo desde el sector gubernamental, haciendo ver que el mismo era protagonizado por el presidente Alberto Fujimori y el MRTA, lo cual contribuyó a centrar la atención de la opinión pública en estos dos actores, de los cuales el presidente era sólo el representante de una de las partes, mas no uno de los protagonistas del mismo. Esto sin considerar la evidente omisión de quienes si constituían uno de los protagonistas de los hechos, como eran los rehenes capturados por el MRTA, quienes como actores relevantes pasaron incluso a ser "cuasi espectadores" de los acontecimientos, cuyos centros de atención eran el presidente y el movimiento guerrillero.
Por otra parte, durante esta fase el presidente peruano mostró a la opinión pública un proceso de negociaciones agotado, durante el cual se realizaron todos los esfuerzos gubernamentales por lograr un acuerdo entre las partes que permitiera una salida pacífica a la crisis. Así mismo, la opinión pública parecía ya cansada y convencida del desgaste de las conversaciones, producto de la imagen proyectada por el presidente sobre el agotamiento de las mismas y por la alta frecuencia con que ocupó la noticia los medios informativos, lo que deterioró la atención de la opinión pública sobre los sucesos. Esto posiblemente contribuyó a la generación de una actitud de resignación por parte de la opinión pública, ante una salida al conflicto, fuese de cualquier manera incluso a través de la fuerza.
Todo ello, de igual manera que durante la primera fase, estuvo acompañado de una presencia escueta y esporádica en los medios de comunicación, sobre las demandas del MRTA y las razones en que se basaban las mismas.
De esta manera, la crisis comenzó evidentemente a ser capitalizada por el presidente e incluso por dos candidatos a Alcaldes de la capital, quienes optaron públicamente por una salida de fuerza a la crisis.
TERCERA FASE (16 de marzo - 1 de mayo de 1997)
Todos los sucesos acontecidos y la influencia sobre la opinión publica ejercida en la anterior segunda fase del conflicto, pareció ser sólo la preparación política de la opinión pública nacional e internacional ante una salida de fuerza a la crisis, la cual se patentizó en el asalto comando que realizara el gobierno el 22 de abril a las 3:30pm a la embajada del Japón con el propósito de rescatar a los rehenes.
Esta hipótesis sobre la preparación del piso político para la ejecución de una acción de fuerza el 22 de abril, se apoya en el manejo deliberado que hiciera Fujimori de la opinión pública, tal y como se señaló en la segunda fase del conflicto, además del evidente comienzo de la planificación del asalto gubernamental desde el mes de enero, dado que al principio de ese mes el gobierno comenzó la construcción de los túneles que permitieron la operación comando.
Ante el "éxito" de la acción de asalto que arrojó un rehén y un militar muerto y un rehén herido, Fujimori se sirvió de ello para justificar y encubrir sus prácticas represivas, lo cual contribuyó a un aumento sustancial de su popularidad, dado que a nivel informativo la ación comando fue presentada como exitosa debido a un margen de error menor de sólo 2 %, aun cuando una acción de este tipo era justificada y exitosa con un porcentaje de muertos igual al 15% de rehenes, según lo informado por los EEUU y otros países como el Reino Unido.
En este sentido cabe resaltar el manejo comunicacional de la acción comando, por cuanto para juzgar sobre el "éxito" de ésta, no se consideró la muerte de la totalidad de los guerrilleros del MRTA, quienes a nivel informativo no parecieron contar como víctimas de igual categoría a la de los rehenes y militares implicados en la operación.
Por otra parte, considerando que la fase central de la operación estaba planificada con una duración de 6 minutos y que la misma casi se triplicó en el tiempo al durar 16 minutos, cabe interrogarse sobre si una suerte providencial cubrió la operación o si evidentemente los emerretistas tuvieron tiempo de reaccionar en contra de los rehenes, a quienes optaron por no sacrificar siendo si ellos los ajusticiados impunemente por las fuerzas de asalto gubernamentales.
Por último, destaca el silencio con que la iglesia cubrió el asalto, interrumpido por unas iniciales lágrimas de Monseñor Cipriani y no así por una posición abierta ante los resultados de la acción comando. Así mismo, resalta la omisión en todo momento de los Derechos Humanos de los emerretistas, sobre los cuales prefirió la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no pronunciarse, abstrayéndose además, cualquier organismo internacional y las agencias informativas de comentar al respecto.
Trabajo realizado por:
Heiber Barreto Sánchez

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