Este luchador social, Américo, caído en combate el 31 de marzo de 1972 tras enfrentarse con los cuerpos de seguridad del gobierno de Rafael Caldera, constituyó, durante la década de los 70, el ícono de las luchas del pueblo venezolano por el socialismo y en contra del imperialismo.
Al cumplirse este 31 de marzo 37 años de la muerte de Américo Silva, luchador social caído en combate tras enfrentarse con los cuerpos de seguridad del gobierno de Rafael Caldera, la fundación que lleva su nombre, junto a otras organizaciones e iniciativas particulares, realizarán un homenaje póstumo durante los próximos días, en la región oriental del país, donde Silva concentró su acción revolucionaria.
Así lo informó Ítalo Silva, hijo del activista urbano, quien precisó que estos actos no son más que un reconocimiento público que hacen familiares, amigos y compañeros de batalla de quien constituyera, durante la década de los 70, el símbolo de las luchas del pueblo venezolano por el socialismo y en contra del imperialismo.
Entre las actividades, afirmó Silva, se encuentran una congregación en el Cementerio de Chirica, San Félix, estado Bolívar, a las diez de la mañana del 31 de marzo y un acto político cultural el sábado 4 de abril, en el Teatro Municipal, que incluye una sesión solemne del Consejo Legislativo del Municipio Piar, a las tres de la tarde, donde se declarará al comandante guerrillero Américo Silva como Hijo Ilustre de Aragua de Maturín.
El homenaje culminará el domingo 5 de abril, nuevamente en el Cementerio de Chirica, San Félix, con la participación de los Círculos Bolivarianos, Escuadras, Patrullas, Batallones y Frentes de Formación Ideológica de Guayana. De Allí partirán hacia el kilómetro 27 de la carretera El Pao, donde se develará un monolito y una placa en el sitio donde murió Américo Silva.
Seguidamente, en la zona de Pozo Verde, se realizarán conversatorios sobre la vida del Comandante Guerrillero. Los actos contarán con la participación de Gobernadores y Alcaldes revolucionarios.
Una vida al servicio de la colectividad
Américo Silva nació en Aragua de Maturín, capital del otrora Distrito Piar del estado Monagas. Constituyó una familia con Argelia Velázquez de Silva, educadora, periodista y luchadora social con quien tuvo tres hijos: Hildemar Antonio, Italo Américo y Víctor Ricardo.
Al morir su padre, Alberto Tirado, Américo, con apenas 12 años, toma una trascendente decisión: dejar la escuela para poder trabajar. Con su madre, Marcolina Silva y sus hermanos, Alberto, Juan José, Antonio, Italo y Fernando, “encara la subsistencia con firmeza y dignidad”, relata su esposa, Argelia Velázquez de Silva.
Trabajó de bedel en el comedor escolar de Aragua y luego como vendedor de productos del campo en los portones de las compañías petroleras de Caripito y Jusepín. Así, desde muy joven, “enfrenta la desigualdad social, la dominación extranjera y la necesidad de cambiar tal realidad”, señaló. En la Escuela Cacique Taguay, de Aragua, culmina su primaria. Desde los 15 años discute la política nacional con Simón Sáez Mérida, Joaquín Blanco y Trino Barrios.
Para 1953, con 20 años, lucha contra la dictadura de Pérez Jiménez, en San Félix y Ciudad Piar, estado Bolívar. También en Aragua de Maturín, donde es perseguido por la Seguridad Nacional. A los 23 años vive en San Félix y es miembro de la resistencia clandestina de trabajadores. Al iniciarse la industrialización del hierro trabaja como conductor de ferrocarriles de la Orinoco Mining Company, OMC. Allí siente, con mayor fuerza, la explotación capitalista y la discriminación hacia la clase obrera.
Junto a otros trabajadores progresistas fomenta las ideas revolucionarias, defiende y organiza a los obreros para rescatar el Sindicato del Hierro, bajo el dominio patronal. Esa lucha se extiende hacia la defensa de las familias campesinas del Cerro de La Parida, hoy Cerro Bolívar, desalojados por la OMC y la Guardia Nacional.
Derrotada la dictadura, Américo cumple tareas en el Instituto Agrario Nacional, IAN, en Monagas. Allí reparte tierras a campesinos, organiza sindicatos agrarios, activa luchas por el derecho a la tierra y contra terratenientes y latifundios. En 1960 participa en la fundación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR. En el Campamento de la Juventud del MIR en Culantrillar es instructor de formación político-militar.
Para 1961 se ocupa de las guerrillas urbanas de oriente. Cuando tiene 30 años, es responsable de la Retaguardia y Logística del Frente Guerrillero Ezequiel Zamora asentado en los estado Miranda y Guárico. En oriente, con otros camaradas, funda el Frente Antonio José de Sucre al cual sirve como Primer Comandante.
Viaja dos veces a Cuba y regresa al país el 8 de mayo de 1967 con el llamado Desembarco de Machurucuto, expresión de internacionalismo proletario. Tras la división del MIR, en 1970 se crea Bandera Roja y Américo Silva está entre sus fundadores.
Como parte del Comité Político Nacional de ese partido, miembro de la Comandancia del Frente Guerrillero Antonio José de Sucre y responsable político-militar del Distrito Trino Barrios, defiende la lucha armada y cuestiona la “pacificación” propuesta por Caldera, política denominada por el pueblo “La paz de los sepulcros”.
Desde 1971 concentra en Guayana trabajos políticos entre sectores de barrios, campesinos, obreros y estudiantes. A los 39 años muere en combate con la Guardia Nacional el 31 de marzo de 1972, en el kilómetro 21 en la carretera El Pao, San Félix, estado Bolívar.
Américo Silva se mantuvo durante 12 años en la lucha armada. Desde 1960, hasta 1972. Doce años en combate por el pueblo, “sin interrupción, dudas ni sesgos, donde vivió con entusiasmo y alegría y luchó con vehemencia por la toma del poder y la instauración del socialismo en Venezuela”, agregó Velázquez de Silva.
Ante algún revés, decía: “La lucha de los oprimidos, por el socialismo, contra el capitalismo y su máxima expresión imperial, es diversa y arriesgada y no termina ni con la traición de un desclasado ni con la muerte de un guerrero”.
“La honradez, la solidaridad y la constancia revolucionaria definen su personalidad y calidad humana”, relató su esposa. Sus altos valores socialistas, acotó, lo hacen destacar como líder político, comandante guerrillero y hombre del pueblo que a fuerza de ejemplo se ganó el respeto y amor de familiares, amigos y de quienes lucharon a su lado. “Con ellas y ellos reafirmamos el epitafio en la tumba de El Flaco Américo: ¡Hasta la Victoria Siempre. Patria o Muerte, Venceremos!...”, puntualizó Argelia Velázquez de Silva.
Y lo cazaron. Te cazaron como un revolucionario, Américo. No te dejaron esperar en el monte, llenaron de luces los patios de las casas – un polígono de tiro, una diana, para oscurecerte de plomo el corazón.
Es una paradoja del enemigo: iluminar tu vida un instante para dejarla tendida en la oscuridad.
Ahora está muerto, ¿Pero cuantas veces volverá a nacer en la hora revolucionaria?
¡Yo te saludo camarada, desde mi viejo corazón!
José Vicente Abreu
Al cumplirse este 31 de marzo 37 años de la muerte de Américo Silva, luchador social caído en combate tras enfrentarse con los cuerpos de seguridad del gobierno de Rafael Caldera, la fundación que lleva su nombre, junto a otras organizaciones e iniciativas particulares, realizarán un homenaje póstumo durante los próximos días, en la región oriental del país, donde Silva concentró su acción revolucionaria.
Así lo informó Ítalo Silva, hijo del activista urbano, quien precisó que estos actos no son más que un reconocimiento público que hacen familiares, amigos y compañeros de batalla de quien constituyera, durante la década de los 70, el símbolo de las luchas del pueblo venezolano por el socialismo y en contra del imperialismo.
Entre las actividades, afirmó Silva, se encuentran una congregación en el Cementerio de Chirica, San Félix, estado Bolívar, a las diez de la mañana del 31 de marzo y un acto político cultural el sábado 4 de abril, en el Teatro Municipal, que incluye una sesión solemne del Consejo Legislativo del Municipio Piar, a las tres de la tarde, donde se declarará al comandante guerrillero Américo Silva como Hijo Ilustre de Aragua de Maturín.
El homenaje culminará el domingo 5 de abril, nuevamente en el Cementerio de Chirica, San Félix, con la participación de los Círculos Bolivarianos, Escuadras, Patrullas, Batallones y Frentes de Formación Ideológica de Guayana. De Allí partirán hacia el kilómetro 27 de la carretera El Pao, donde se develará un monolito y una placa en el sitio donde murió Américo Silva.
Seguidamente, en la zona de Pozo Verde, se realizarán conversatorios sobre la vida del Comandante Guerrillero. Los actos contarán con la participación de Gobernadores y Alcaldes revolucionarios.
Una vida al servicio de la colectividad
Américo Silva nació en Aragua de Maturín, capital del otrora Distrito Piar del estado Monagas. Constituyó una familia con Argelia Velázquez de Silva, educadora, periodista y luchadora social con quien tuvo tres hijos: Hildemar Antonio, Italo Américo y Víctor Ricardo.
Al morir su padre, Alberto Tirado, Américo, con apenas 12 años, toma una trascendente decisión: dejar la escuela para poder trabajar. Con su madre, Marcolina Silva y sus hermanos, Alberto, Juan José, Antonio, Italo y Fernando, “encara la subsistencia con firmeza y dignidad”, relata su esposa, Argelia Velázquez de Silva.
Trabajó de bedel en el comedor escolar de Aragua y luego como vendedor de productos del campo en los portones de las compañías petroleras de Caripito y Jusepín. Así, desde muy joven, “enfrenta la desigualdad social, la dominación extranjera y la necesidad de cambiar tal realidad”, señaló. En la Escuela Cacique Taguay, de Aragua, culmina su primaria. Desde los 15 años discute la política nacional con Simón Sáez Mérida, Joaquín Blanco y Trino Barrios.
Para 1953, con 20 años, lucha contra la dictadura de Pérez Jiménez, en San Félix y Ciudad Piar, estado Bolívar. También en Aragua de Maturín, donde es perseguido por la Seguridad Nacional. A los 23 años vive en San Félix y es miembro de la resistencia clandestina de trabajadores. Al iniciarse la industrialización del hierro trabaja como conductor de ferrocarriles de la Orinoco Mining Company, OMC. Allí siente, con mayor fuerza, la explotación capitalista y la discriminación hacia la clase obrera.
Junto a otros trabajadores progresistas fomenta las ideas revolucionarias, defiende y organiza a los obreros para rescatar el Sindicato del Hierro, bajo el dominio patronal. Esa lucha se extiende hacia la defensa de las familias campesinas del Cerro de La Parida, hoy Cerro Bolívar, desalojados por la OMC y la Guardia Nacional.
Derrotada la dictadura, Américo cumple tareas en el Instituto Agrario Nacional, IAN, en Monagas. Allí reparte tierras a campesinos, organiza sindicatos agrarios, activa luchas por el derecho a la tierra y contra terratenientes y latifundios. En 1960 participa en la fundación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR. En el Campamento de la Juventud del MIR en Culantrillar es instructor de formación político-militar.
Para 1961 se ocupa de las guerrillas urbanas de oriente. Cuando tiene 30 años, es responsable de la Retaguardia y Logística del Frente Guerrillero Ezequiel Zamora asentado en los estado Miranda y Guárico. En oriente, con otros camaradas, funda el Frente Antonio José de Sucre al cual sirve como Primer Comandante.
Viaja dos veces a Cuba y regresa al país el 8 de mayo de 1967 con el llamado Desembarco de Machurucuto, expresión de internacionalismo proletario. Tras la división del MIR, en 1970 se crea Bandera Roja y Américo Silva está entre sus fundadores.
Como parte del Comité Político Nacional de ese partido, miembro de la Comandancia del Frente Guerrillero Antonio José de Sucre y responsable político-militar del Distrito Trino Barrios, defiende la lucha armada y cuestiona la “pacificación” propuesta por Caldera, política denominada por el pueblo “La paz de los sepulcros”.
Desde 1971 concentra en Guayana trabajos políticos entre sectores de barrios, campesinos, obreros y estudiantes. A los 39 años muere en combate con la Guardia Nacional el 31 de marzo de 1972, en el kilómetro 21 en la carretera El Pao, San Félix, estado Bolívar.
Américo Silva se mantuvo durante 12 años en la lucha armada. Desde 1960, hasta 1972. Doce años en combate por el pueblo, “sin interrupción, dudas ni sesgos, donde vivió con entusiasmo y alegría y luchó con vehemencia por la toma del poder y la instauración del socialismo en Venezuela”, agregó Velázquez de Silva.
Ante algún revés, decía: “La lucha de los oprimidos, por el socialismo, contra el capitalismo y su máxima expresión imperial, es diversa y arriesgada y no termina ni con la traición de un desclasado ni con la muerte de un guerrero”.
“La honradez, la solidaridad y la constancia revolucionaria definen su personalidad y calidad humana”, relató su esposa. Sus altos valores socialistas, acotó, lo hacen destacar como líder político, comandante guerrillero y hombre del pueblo que a fuerza de ejemplo se ganó el respeto y amor de familiares, amigos y de quienes lucharon a su lado. “Con ellas y ellos reafirmamos el epitafio en la tumba de El Flaco Américo: ¡Hasta la Victoria Siempre. Patria o Muerte, Venceremos!...”, puntualizó Argelia Velázquez de Silva.
Y lo cazaron. Te cazaron como un revolucionario, Américo. No te dejaron esperar en el monte, llenaron de luces los patios de las casas – un polígono de tiro, una diana, para oscurecerte de plomo el corazón.
Es una paradoja del enemigo: iluminar tu vida un instante para dejarla tendida en la oscuridad.
Ahora está muerto, ¿Pero cuantas veces volverá a nacer en la hora revolucionaria?
¡Yo te saludo camarada, desde mi viejo corazón!
José Vicente Abreu
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