viernes, 31 de octubre de 2008

Alí, voz y ejemplo revolucionario

Alí Primera, compositor y cantor del pueblo, nació en Coro un día como hoy en 1942.
Fueron sus padres Antonio Primera y Carmen Adela Rossell. A raíz de la muerte de su padre y siendo aún muy joven, acompañó a su madre y hermanos en un peregrinaje por diferentes pueblos de la península de Paraguaná, que incluyó San José, Caja de Agua, Las Piedras y finalmente, el barrio La Vela, cerca de Punto Fijo. En dicho poblado, viviendo en absoluta miseria, Primera desempeña varios oficios, desde limpiabotas hasta boxeador.
En 1960 se traslada a Caracas donde se inscribe en el Liceo Caracas para completar su educación.
En 1964, tras culminar el bachillerato, ingresa a la Universidad Central de Venezuela para estudiar química en la Facultad de Ciencias. Durante su vida universitaria inició su carrera como cantante y compositor, primero como una diversión y paulatinamente, como una actividad a tiempo completo.
Sus primeras canciones, Humanidad y No basta rezar, presentada esta última en el Festival de la Canción de Protesta organizado por la Universidad de Los Andes (1967), lo proyectan a la fama.
Entre 1969 a 1973 permanece en Europa, donde graba su primer disco, titulado Gente de mi tierra, el cual tiene un notable éxito popular en Venezuela.
Sin embargo, aunque en poco tiempo los sectores más necesitados de la sociedad venezolana se identificaron con sus canciones, Alí fue objeto de un veto por parte de los medios de comunicación, debido al radicalismo de los temas expuestos en las mismas, lo que lo llevó a fundar su propio sello disquero, Cigarrón.
Su ingreso al mundo de la política se produjo al militar en el Partido Comunista de Venezuela, tras lo cual fue miembro fundador del Movimiento al Socialismo (MAS), acompañando y trabajando durante la primera campaña electoral de José Vicente Rangel (1973). Para este entonces, ya figuraba como uno de los principales compositores y cantantes populares no sólo del país sino de Latinoamérica.
Desde 1973 hasta la fecha de su muerte, ocurrida el 16 de febrero de 1985 en un accidente automovilístico, grabó 13 discos de larga duración y participa en numerosos festivales en toda América Latina. Entre las canciones más conocidas de Alí se encuentran Paraguaná paraguanera, José Leonardo, Casas de cartón, Cruz Salmerón Acosta, Reverón, Flora y Ceferino y Canción mansa para un pueblo bravo.
En estos términos se dirigió Alí Primera a la juventud, aquél 11 de Febrero de 1985. Nadie imaginaba el invierno de llanto y tristeza que nos aguardaba. Desprevenidos, inocentes, nos atrapó en su oscuridad la madrugada del 16 de Febrero de 1985.
De pronto, y por obra y gracia de la muerte, las emisoras de radio transmitían a Alí Primera cantando, con "groserías" y todo... ¡No puede ser, algo grave sucedió! ¡No puede ser! Era el grito de negación del pueblo venezolano.
Alí Primera había muerto en un "accidente": el mayor triunfo de los que querían acallarlo había ocurrido. Los dueños de los medios permitieron que el pueblo escuchara el canto irreverente y libre de Alí Primera, sin censura, sólo un día: el día de su muerte.
Pero, una frescura de árbol gigante comenzó a abrir sus ramajes sobre el llanto más largo que he visto llorar a mi pueblo. Desde entonces Alí es el Árbol de la Eternidad del Canto de los Pueblos, y cubre con su ternura, a todos aquellos que por amor combaten al lado de los oprimidos del mundo...
"A quienes han tratado de amedrentarme durante tanto tiempo. No bastan allanamientos, disparos a los vidrios del carro, persecuciones en las carreteras, etc., para silenciarme. Mi arma es la canción que elevo con profundo amor por el ser humano y por mi pueblo, mi arma es la esperanza, mi arma es mi deseo de ser útil siempre a mi país. Dejar de hacer lo que hago es como dejarse morir de una muerte distinta de miedo. No tengo vocación de héroe, pero como tampoco tengo vocación de desertor, prefiero arriesgarme a usar "mis armas" así tenga que enfrentarme con las de ustedes.
No tendré peso político para tumbar gobiernos, pero carajo, a mi nadie me quita el pálpito de que aquí el pueblo alguna vez será gobierno".
(Alí Primera. Remitido: "No solo de vida vive el Hombre")
En la madrugada del domingo 15 de abril y al pasar por la entrada de Cabudare, vía Acarigua, me adelantaron dos automóviles simultáneamente. Uno de los carros era blanco, marca "Dodge Dart" y el otro era un "Dodge Coronet" gris oscuro o verduzco (a pesar de que el sitio estaba iluminado no definí bien el color del segundo auto). En el blanco iban dos personas y en el otro iban tres. El chofer del carro blanco, que iba de primero, hizo algunas señales con la mano, las que fueron respondidas por el chofer del segundo. Mas adelante, cerca de la entrada del Fuerte Terepaima, encontré de nuevo a los dos carros, los que habían disminuido considerablemente la velocidad. Los ade­lante, pero los carros siguieron detrás de mi. Algunas veces se me acercaban mucho y otras se quedaban rezagados a pesar de que yo mantenía una velocidad constante en mi camioneta (90 km/h).
Después de pasar Sarare los mismos carros me volvieron a adelantar repitiéndose de nuevo las señales sacando los brazos e imprimiendo enorme velocidad. Mas o menos a 10 km de ese sitio y entrando en una recta, note que venia un carro en sentido contrario con las luces altas. Yo disminuí la velocidad y baje las luces de mi camioneta, pero el otro carro las mantuvo altas. Al irme acercando me di cuenta que el otro carro estaba estacionado y había otro carro detrás, el cual salio repentinamente también con las luces altas y me bloqueo el paso. Maniobre para evitar el choque frontal y mi carro se metió en una pequeña quebrada, recorriendo mas o menos 20 metros antes de detenerse con las piedras de la misma. Yo perdí el conocimiento momentáneamente y al recobrarlo, instintivamente trate de salir por la puerta del chofer pero la misma estaba obstruida por el borde de la quebrada y los vidrios estaban llenos de tierra. No obstante, pude ver a los dos carros que seguramente habían retrocedido hasta el sitio donde se detuvo mi camioneta.
Ellos en la vía y yo en la quebrada. Cuando busque salir por la puerta delantera, oí el chillido de los cauchos cuando los otros carros emprendían la marcha. Yo tenía mucha dificultad para respirar y me dolían mucho las piernas, pero logre salir y alejarme adentrándome en el monte.
Al rato regrese ya que tenia mucho frió y me coloque en la parte trasera de la camioneta. Mas o menos a las 5 a.m. se detuvo un automóvil un poco mas atrás de donde yo estaba, cuyas luces quedaron encendidas. Al rato se me acercaron dos hombres portando cada uno un revolver (parecidos a los que usan los transportistas de valores y los funcionarios de los cuerpos de seguridad).
Lo que sigue es bastante fiel del intercambio de palabras que sostuvimos los dos hombres y yo.
"Bájate de esa vaina, coño de madre, que carro accidentado es de quien se lo encuentre" dijo el primero con un acento andino o colombiano, que se yo.
Le respondí que no me iba a bajar, que tenia mucho frió y que si me iban a matar que lo hicieran ahí mismo.
"Es verdad, es Alí Primera" dijo el otro hombre que usaba una chaqueta de cuero marrón y blandía un revolver con el cañón hacia arriba con mucha pericia. El que había hablado primero se me acerco aun mas y con el cañon del revolver me rozo la barba por dos veces y se dirigió al otro: "Ese hijo de puta ya esta reventado, vamos a dejarlo que se muera así o que lo pique una culebra". Diciendo esto simularon dispararme y se alejaron.
Instantes después el carro partió con mucha velocidad en la misma dirección que yo llevaba (hacia Acarigua).
Claro que me asuste mucho, pero al mismo tiempo pensé que no eran simples asaltantes y que la orden no era matarme a tiros. De todas maneras, cuando quede solo, sentí un gran alivio y una inmensa alegría de estar vivo, de estar recibiendo la brisa en plena cara y de oír a los pájaros emprender su tarea de cantarle a la luz. A las 6:30 a.m. se acero un pequeño Renault cuyo chofer me demostró que fuera de cualquier contingencia, la solidaridad es un hermoso sentimiento siempre presente en la mayoría del hombre venezolano.
Debo dejar constancia de mi agradecimiento tanto a la Inspectoria del Transito de Lara y Portuguesa como a Defensa Civil por la forma diligente y solidaria en que se comportaron.
Quiero decir algo más a quienes han tratado de matarme o amedrentarme durante tanto tiempo. No bastan allanamientos, disparos a los vidrios del carro, persecuciones en las carreteras, etc., para silenciarme. Mi arma es la canción que elevo con profundo amor por el ser humano y por mi pueblo, mi arma es la esperanza, mi arma es mi deseo de ser útil siempre a mi país. Dejar de hacer lo que hago es como dejarme morir de una muerte distinta (de miedo). No tengo vocación de héroe, pero como tampoco tengo vocación de desertor, prefiero arriesgarme a usar mis "armas" así tenga que enfrentarme con las de ustedes.
No tendré peso político para tumbar gobiernos, pero carajo, a mi nadie me quita el palpito de que aquí el pueblo alguna vez será gobierno.
El hombre se puede matar menos sus sueños.
Soy feliz de saberme de todos y también mi propio dueño.
Seria maravilloso y dignificante para nuestro pueblo que el Señor Presidente de Venezuela decretara la amnistía total de los presos políticos.
Alí Primera C.I. 2.855.667
DURANTE VARIOS AÑOS ALÍ PRIMERA FUE VÍCTIMA DE MUCHOS ATENTADOS EN SU CONTRA Y EN CONTRA DE SU FAMILIA.
EL 16 DE FEBRERO DE 1985 -DIEZ MESES DESPUÉS DE HABER PUBLICADO ESTE COMUNICADO- MUERE EN UN SOSPECHOSO "ACCIDENTE" EN LA AUTOPISTA VALLE-COCHE, CUANDO SE DIRIGÍA A SU HOGAR.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Develar todo el drama suscitado a partir del velo encubridor que las élites despliegan sobre las masas populares, para crearles prejuicios y desarraigarlas de si mismo conllevándolas a la eterna resignación, es tarea nuestra; la libertad no se mendiga, se conquista! Pero, ésta solo puede ser conquistada por un pueblo consciente de su misión histórica, un pueblo impregnado de decoro, guiado por una vanguardia con ética Socialista.

El pensamiento y acción de ALI PRIMERA, como genuino Marxista-Leninista constituyen fuente político-ideológica y revolucionaria inagotable. Se erigen como rayo para alumbrar nuestro camino; retomarlos es tarea que hoy nos urge, si es que queremos darle una orientación y salida revolucionaria a la barbarie en la que las fuerzas imperiales tienen sumida a la humanidad; urge una salida en favor de los condenados de la tierra.