La Muerte de Arafat
La Mukata es una prisión construida por el colonialismo inglés en Ramala, cuando aún ocupaba esas tierras. En esa edificación montó temporalmente Arafat la Autoridad Nacional Palestina después que el ejército israelí destruyera a bombazos su sede oficial.
Pero los israelíes decidieron que La Mukata fuera la cárcel de un Arafat condenado a cadena perpetua y pena de muerte a la vez. El delito que le achacan es el de haber dedicado toda la vida a la causa de su pueblo, de su patria, de la desterrada Palestina que clama existir.
La mayor parte de su vida cargó con el fardo de ser estigmatizado como terrorista. Y he allí una de las mayores y más injustas paradojas de la lucha del pueblo palestino y del pueblo árabe en general: ser un patriota que se enfrenta a la ocupación imperialista es ser un terrorista. No es terrorista, sin embargo, el ejército que invade y asesina a todo un pueblo. Si no, miremos a Irak: más de cien mil civiles muertos calificados por los medios de comunicación como terroristas.
Hablar de Arafat, ahora que un criminal ministro israelí celebra su muerte, es hablar del cinismo y el fracaso del sistema de Naciones Unidas, y de la hipocresía y el fariseísmo de la mayoría de los gobernantes y líderes del mundo árabe, entregados vergonzosamente a los negocios con sus enemigos históricos. Es hablar también de la gran contradicción de nuestro tiempo: emancipación de los pueblos versus imperialismo.
¿Cómo se podría explicar que un Estado de 21.000 kms2 –una tercera parte del Zulia- haya mantenido en jaque a las Naciones Unidas, incumpliendo con arrogancia sus resoluciones? No nos engañemos. El mundo está bajo la égida de la bota y la bomba imperialista. Cualquier idiota que ocupe la Casa Blanca podrá decidir qué gobierno es estable y respetado, y qué otro sucumbe. O lo que es lo mismo: el peso político de todos los Estados del planeta juntos no inclina la balanza a su lado tanto como la lleva al suyo el país de la CIA. Toda la ONU vota para levantar el bloqueo a Cuba y a los gringos no les da la gana y punto. Toda la ONU vota para sancionar a Israel y otra vez a los gringos no les da la gana. Claro que esas ganas no son gratuitas: son las ganas del capital financiero transnacional.
Entonces se ve que cuando uno quería hablar de Yasir Arafat, del héroe palestino por excelencia, termina hablando del imperialismo. Los telediarios, noticieros y documentales de las cadenas informativas internacionales dirán muchas cosas sobre él: que tal vez lo envenenaron, que no se sabe la hora exacta de su fallecimiento, que el entierro en Ramala fue un desorden que anuncia la falta de liderazgo y la ingobernabilidad en que queda Palestina, que Bush y Blair ahora si ven una salida política al conflicto árabe-israelí, que Hamas aprovechará la coyuntura para enardecer a las bases de Al Fatah en su plan de radicalizar la lucha, que Arafat no previó el surgimiento de un líder que lo sustituyera y, por tanto es responsable de la acefalía del movimiento palestino. Dirán esto y mucho más.
Nosotros, desde este rescoldo de las patrias oprimidas en proceso de liberación, como bolivarianos solidarios comprometidos con la inmensa causa palestina, sólo diremos que ha muerto un imprescindible, un hermano combatiente de todos los días de toda la vida. Honor y gloria a Yasir Arafat, Abu Amar, Padre del Pueblo de la Patria Palestina. Nazcan muchos como él.
Ildefonso Finol
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..." Simón Bolívar, El Libertador.
La Mukata es una prisión construida por el colonialismo inglés en Ramala, cuando aún ocupaba esas tierras. En esa edificación montó temporalmente Arafat la Autoridad Nacional Palestina después que el ejército israelí destruyera a bombazos su sede oficial.
Pero los israelíes decidieron que La Mukata fuera la cárcel de un Arafat condenado a cadena perpetua y pena de muerte a la vez. El delito que le achacan es el de haber dedicado toda la vida a la causa de su pueblo, de su patria, de la desterrada Palestina que clama existir.
La mayor parte de su vida cargó con el fardo de ser estigmatizado como terrorista. Y he allí una de las mayores y más injustas paradojas de la lucha del pueblo palestino y del pueblo árabe en general: ser un patriota que se enfrenta a la ocupación imperialista es ser un terrorista. No es terrorista, sin embargo, el ejército que invade y asesina a todo un pueblo. Si no, miremos a Irak: más de cien mil civiles muertos calificados por los medios de comunicación como terroristas.
Hablar de Arafat, ahora que un criminal ministro israelí celebra su muerte, es hablar del cinismo y el fracaso del sistema de Naciones Unidas, y de la hipocresía y el fariseísmo de la mayoría de los gobernantes y líderes del mundo árabe, entregados vergonzosamente a los negocios con sus enemigos históricos. Es hablar también de la gran contradicción de nuestro tiempo: emancipación de los pueblos versus imperialismo.
¿Cómo se podría explicar que un Estado de 21.000 kms2 –una tercera parte del Zulia- haya mantenido en jaque a las Naciones Unidas, incumpliendo con arrogancia sus resoluciones? No nos engañemos. El mundo está bajo la égida de la bota y la bomba imperialista. Cualquier idiota que ocupe la Casa Blanca podrá decidir qué gobierno es estable y respetado, y qué otro sucumbe. O lo que es lo mismo: el peso político de todos los Estados del planeta juntos no inclina la balanza a su lado tanto como la lleva al suyo el país de la CIA. Toda la ONU vota para levantar el bloqueo a Cuba y a los gringos no les da la gana y punto. Toda la ONU vota para sancionar a Israel y otra vez a los gringos no les da la gana. Claro que esas ganas no son gratuitas: son las ganas del capital financiero transnacional.
Entonces se ve que cuando uno quería hablar de Yasir Arafat, del héroe palestino por excelencia, termina hablando del imperialismo. Los telediarios, noticieros y documentales de las cadenas informativas internacionales dirán muchas cosas sobre él: que tal vez lo envenenaron, que no se sabe la hora exacta de su fallecimiento, que el entierro en Ramala fue un desorden que anuncia la falta de liderazgo y la ingobernabilidad en que queda Palestina, que Bush y Blair ahora si ven una salida política al conflicto árabe-israelí, que Hamas aprovechará la coyuntura para enardecer a las bases de Al Fatah en su plan de radicalizar la lucha, que Arafat no previó el surgimiento de un líder que lo sustituyera y, por tanto es responsable de la acefalía del movimiento palestino. Dirán esto y mucho más.
Nosotros, desde este rescoldo de las patrias oprimidas en proceso de liberación, como bolivarianos solidarios comprometidos con la inmensa causa palestina, sólo diremos que ha muerto un imprescindible, un hermano combatiente de todos los días de toda la vida. Honor y gloria a Yasir Arafat, Abu Amar, Padre del Pueblo de la Patria Palestina. Nazcan muchos como él.
Ildefonso Finol
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..." Simón Bolívar, El Libertador.
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