Obama: ¡líbrenme del agua mansa!
Leía hace unos días una reflexión de Fidel Castro sobre Obama que no pudo menos que traer a mi mente el célebre refrán: “líbrenme del agua mansa que de la brava me libro yo”.
Raul Bracho
El inquilino negro de la casa blanca, el profeta del cambio, ese hombre de color que trepó hasta lo más alto, que hizo deshielar aquel invierno de enero con millones de seguidores rodeando con los ojos llenos de esperanza a Washington, el sueño del comienzo de un nuevo tiempo, este caballero cuyo andar recuerda a la pantera rosa, laureado con el Nóbel de la Paz, es como el agua mansa que corre alegre por el manantial.
Ni se termina de dibujar, ni se desdibuja, ni se define como emperador ni lo atacan como traidor del imperio, sonríe y sonríe a todos, con una tonta sonrisa donde nadie es capaz de dar por terminada la posibilidad de que albergue realmente el caudal de sueños, de votos de millones de americanos que esperaban un cambio. Leía hace unos días una reflexión de Fidel Castro sobre Obama que no pudo menos que traer a mi mente el célebre refrán: “líbrenme del agua mansa que de la brava me libro yo”.
Me preguntaba si de tanto amor por Cuba es que aun Fidel espera alguna sorpresa en las políticas que produzca el gobierno americano cuya fachada encarna Obama, pero en la que nunca se sabe hasta donde es él quien manda, si apoya o no los designios que emanan del pentágono o la CIA, el hecho en si es que Obama resulta siendo cualquier cosa menos presidente del imperio americano, hablaba Fidel de un hombre de color que tenía grabada en su memoria el dolor de la discriminación, cuya infancia guardaba empolvados recuerdos de la miseria, cuyo futuro aun, a pesar de tener ya algunos millones de dólares, podrían florecer en el defensor de todos los que lo llevaron, con el calor de sus corazones, a ser el inquilino de la Casa Blanca.
Más que un presidente es un producto del marketing, del advertising gringo, decenas de colonias y perfumes, de cremas para la piel, de modas, se inspiran en la primera dama de color, nunca aborda escenas de furibundo y déspota emperador enloquecido, como sus antecesores, un presidente blando, permeable, indefinible, inaborrecible, indetectable, pero un imperio que no retrocede ni un centímetro. Un imperio que continúa sus avances de dominio o lo que es quizá peor, que se viste de futuro, que implementa y experimenta modelos de dominación disuasivos, maquillados de yo no fui y que le quitan al mundo una cara, un nombre, un responsable, un culpable, el gran culpable que siempre tuvo nombre y apellido, que fue siempre el señor presidente de los estados Unidos de Norteamérica. Un presidente Light, vendible, mercadeable y por ahora, amable.
Las políticas realizadas en su primer año de gobierno tienen la mampara de que lo más importante era sobrellevar la crisis heredada, luego, darle una lavada de cara para quitar el sucio dejado por la corte de embajadores ineptos que sembraron de anticapitalismo a los países del sur y pocas promesas y ningún acto plausible. Obama no ha hecho absolutamente nada por acercarse a Suramérica, ¿será que ya eso es mucho decir?
La experiencia de Honduras tiene distintas lecturas, estar y no estar, apoyar y no apoyar, un silencio culpable, una dominación sin cara, sin culpable, pero dominación al fin. Ya acaba de decir el departamento de estado que reconocerá el resultado de las elecciones del 29 de este mes, con o sin Zelaya como presidente. Zelaya se da cuenta de que fue un juguete en manos de la Clinton y de Arias y denuncia al imperio: ¡que tarde piaste pajarito!
Toda una estrategia vencedora, una dominación con silenciadores, un avance de dominio sin estridentes enfrentamientos, sin terroristas ni narcotraficantes, hábiles movidas sobre el tablero que pronostican un restablecimiento o legalización del golpe que derrocara la democracia, una larga pero muy bien planeada estrategia de desgaste, de no enfrentamiento en los discursos, pero de contundentes acciones económicos y militares para preservar a Soto Cano, Palmerola, la base de las bases, la escuela madre de los golpes gorilas.
¿Y seguirá siendo tan inocente este señor Obama? ¿Será que nunca supo nada de la estrategia o es más bien quien anda impulsando un modelo refrescado de dominación del siglo XXI? ¿Para que tantas bombas y disparos si tiene y dispone de un ejército de medios lacayos que siembran de mentiras a la gran población mediatizada? ¿Para que si tiene un ejército de nubes para inundar y producir deslaves? ¿Si puede causar sismos ya casi en donde quiera? ¿o sequías? ¿si puede controlar todas las comunicaciones desde sus bases en Colombia y saber hasta el color del papel toalet de cualquiera de nuestros baños? ¿Cuándo esa sonrisita rosa cerrará Guantánamo? Cuándo esa sonrisita tonta liberará a los heroicos 5 cubanos sentenciados a mil cadenas perpetuas? ¿Cuándo esa sonrisa estúpida deportará a Venezuela a Posada Carriles? ¿Cuándo moverá un dedo por la paz antes que la permanencia del poder del dinero?
Chile, Perú y Colombia, unos más, otros menos, coquetean y se maquillan mirándose en el espejo del norte, nadie declara guerras pero el olor de la pólvora cunde por todas partes, el enemigo se esconde detrás del silencio: tempestades, ciclones, terremotos, el miedo como arma, las enfermedades, los virus, las pandemias, es absolutamente un cambio de vestuario para representar el papel del tigre, el de siempre, que es de papel, pero sigue siendo un tigre. Yo veo cuidadosamente cada gota que cae del cielo y cada día lo digo en silencio: ¡líbrame del agua mansa!
Leía hace unos días una reflexión de Fidel Castro sobre Obama que no pudo menos que traer a mi mente el célebre refrán: “líbrenme del agua mansa que de la brava me libro yo”.
Raul Bracho
El inquilino negro de la casa blanca, el profeta del cambio, ese hombre de color que trepó hasta lo más alto, que hizo deshielar aquel invierno de enero con millones de seguidores rodeando con los ojos llenos de esperanza a Washington, el sueño del comienzo de un nuevo tiempo, este caballero cuyo andar recuerda a la pantera rosa, laureado con el Nóbel de la Paz, es como el agua mansa que corre alegre por el manantial.
Ni se termina de dibujar, ni se desdibuja, ni se define como emperador ni lo atacan como traidor del imperio, sonríe y sonríe a todos, con una tonta sonrisa donde nadie es capaz de dar por terminada la posibilidad de que albergue realmente el caudal de sueños, de votos de millones de americanos que esperaban un cambio. Leía hace unos días una reflexión de Fidel Castro sobre Obama que no pudo menos que traer a mi mente el célebre refrán: “líbrenme del agua mansa que de la brava me libro yo”.
Me preguntaba si de tanto amor por Cuba es que aun Fidel espera alguna sorpresa en las políticas que produzca el gobierno americano cuya fachada encarna Obama, pero en la que nunca se sabe hasta donde es él quien manda, si apoya o no los designios que emanan del pentágono o la CIA, el hecho en si es que Obama resulta siendo cualquier cosa menos presidente del imperio americano, hablaba Fidel de un hombre de color que tenía grabada en su memoria el dolor de la discriminación, cuya infancia guardaba empolvados recuerdos de la miseria, cuyo futuro aun, a pesar de tener ya algunos millones de dólares, podrían florecer en el defensor de todos los que lo llevaron, con el calor de sus corazones, a ser el inquilino de la Casa Blanca.
Más que un presidente es un producto del marketing, del advertising gringo, decenas de colonias y perfumes, de cremas para la piel, de modas, se inspiran en la primera dama de color, nunca aborda escenas de furibundo y déspota emperador enloquecido, como sus antecesores, un presidente blando, permeable, indefinible, inaborrecible, indetectable, pero un imperio que no retrocede ni un centímetro. Un imperio que continúa sus avances de dominio o lo que es quizá peor, que se viste de futuro, que implementa y experimenta modelos de dominación disuasivos, maquillados de yo no fui y que le quitan al mundo una cara, un nombre, un responsable, un culpable, el gran culpable que siempre tuvo nombre y apellido, que fue siempre el señor presidente de los estados Unidos de Norteamérica. Un presidente Light, vendible, mercadeable y por ahora, amable.
Las políticas realizadas en su primer año de gobierno tienen la mampara de que lo más importante era sobrellevar la crisis heredada, luego, darle una lavada de cara para quitar el sucio dejado por la corte de embajadores ineptos que sembraron de anticapitalismo a los países del sur y pocas promesas y ningún acto plausible. Obama no ha hecho absolutamente nada por acercarse a Suramérica, ¿será que ya eso es mucho decir?
La experiencia de Honduras tiene distintas lecturas, estar y no estar, apoyar y no apoyar, un silencio culpable, una dominación sin cara, sin culpable, pero dominación al fin. Ya acaba de decir el departamento de estado que reconocerá el resultado de las elecciones del 29 de este mes, con o sin Zelaya como presidente. Zelaya se da cuenta de que fue un juguete en manos de la Clinton y de Arias y denuncia al imperio: ¡que tarde piaste pajarito!
Toda una estrategia vencedora, una dominación con silenciadores, un avance de dominio sin estridentes enfrentamientos, sin terroristas ni narcotraficantes, hábiles movidas sobre el tablero que pronostican un restablecimiento o legalización del golpe que derrocara la democracia, una larga pero muy bien planeada estrategia de desgaste, de no enfrentamiento en los discursos, pero de contundentes acciones económicos y militares para preservar a Soto Cano, Palmerola, la base de las bases, la escuela madre de los golpes gorilas.
¿Y seguirá siendo tan inocente este señor Obama? ¿Será que nunca supo nada de la estrategia o es más bien quien anda impulsando un modelo refrescado de dominación del siglo XXI? ¿Para que tantas bombas y disparos si tiene y dispone de un ejército de medios lacayos que siembran de mentiras a la gran población mediatizada? ¿Para que si tiene un ejército de nubes para inundar y producir deslaves? ¿Si puede causar sismos ya casi en donde quiera? ¿o sequías? ¿si puede controlar todas las comunicaciones desde sus bases en Colombia y saber hasta el color del papel toalet de cualquiera de nuestros baños? ¿Cuándo esa sonrisita rosa cerrará Guantánamo? Cuándo esa sonrisita tonta liberará a los heroicos 5 cubanos sentenciados a mil cadenas perpetuas? ¿Cuándo esa sonrisa estúpida deportará a Venezuela a Posada Carriles? ¿Cuándo moverá un dedo por la paz antes que la permanencia del poder del dinero?
Chile, Perú y Colombia, unos más, otros menos, coquetean y se maquillan mirándose en el espejo del norte, nadie declara guerras pero el olor de la pólvora cunde por todas partes, el enemigo se esconde detrás del silencio: tempestades, ciclones, terremotos, el miedo como arma, las enfermedades, los virus, las pandemias, es absolutamente un cambio de vestuario para representar el papel del tigre, el de siempre, que es de papel, pero sigue siendo un tigre. Yo veo cuidadosamente cada gota que cae del cielo y cada día lo digo en silencio: ¡líbrame del agua mansa!
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