Multipolaridad capitalista
Julio Escalona
La hegemonía de EEUU se ha debilitado y su final está en el horizonte. La multipolaridad se va afirmando. Pero no como pluralidad del modelo de desarrollo. La hegemonía del capitalismo es indiscutible.
Hay una guerra generalizada por el control de la naturaleza y de los pueblos dirigida por el complejo militar-científico-financiero que domina el planeta. La biopiratería avanza galopante apropiándose de nuestra riqueza genética y de los conocimientos ancestrales de nuestros pueblos originarios. La quinua, un cereal cuya composición proteica es superior a la del maíz, el arroz y el sorgo, ya fue patentado por el capital internacional. Lo mismo ocurre con miles de otras especies y conocimientos.
La masiva compra de tierras, complemento a veces de la guerra, es otra estrategia que nos está expropiando la fertilidad, el agua... Esas estrategias y los efectos del cambio climático están asociados con el crecimiento de la pobreza, como se observa con los huracanes y otros desastres.
Otro modelo de desarrollo y organización social es imprescindible. Los consejos comunales son un punto de partida para el desarrollo desde dentro.
La producción de alimentos no puede seguir siendo asunto de las transnacionales y del mercado mundial. La producción local tiene que ser fortalecida, acentuando la importancia de los campesinos y las comunidades originarias, los cultivos y semillas ancestrales.
Nuestras ciudades no pueden seguir siendo copia (caricaturesca a veces) de la ciudad moderna, explotadora del campo.
15% de la comida del mundo se produce en las ciudades y ello puede ir marcando la desaparición de la separación entre campo y ciudad.
Los barrios de Caracas pueden ser aldeas que administren la salud, la educación, la seguridad ciudadana, la construcción y remodelación de viviendas, la producción de alimentos, incluso la producción de energía.
Las redes familiares, y en general las redes de apoyo, cobran una importancia capital. Todo dentro de una estrategia nacional-mundial.
Eso tiene como marco la cooperación solidaria Sur-Sur, la integración de los pueblos, la unificación antiimperialista, la defensa de la soberanía, el desarrollo científico-técnico sustentable. Sobre todo la generación de valores altruistas contrarios a los valores individualistas.
Julio Escalona
La hegemonía de EEUU se ha debilitado y su final está en el horizonte. La multipolaridad se va afirmando. Pero no como pluralidad del modelo de desarrollo. La hegemonía del capitalismo es indiscutible.
Hay una guerra generalizada por el control de la naturaleza y de los pueblos dirigida por el complejo militar-científico-financiero que domina el planeta. La biopiratería avanza galopante apropiándose de nuestra riqueza genética y de los conocimientos ancestrales de nuestros pueblos originarios. La quinua, un cereal cuya composición proteica es superior a la del maíz, el arroz y el sorgo, ya fue patentado por el capital internacional. Lo mismo ocurre con miles de otras especies y conocimientos.
La masiva compra de tierras, complemento a veces de la guerra, es otra estrategia que nos está expropiando la fertilidad, el agua... Esas estrategias y los efectos del cambio climático están asociados con el crecimiento de la pobreza, como se observa con los huracanes y otros desastres.
Otro modelo de desarrollo y organización social es imprescindible. Los consejos comunales son un punto de partida para el desarrollo desde dentro.
La producción de alimentos no puede seguir siendo asunto de las transnacionales y del mercado mundial. La producción local tiene que ser fortalecida, acentuando la importancia de los campesinos y las comunidades originarias, los cultivos y semillas ancestrales.
Nuestras ciudades no pueden seguir siendo copia (caricaturesca a veces) de la ciudad moderna, explotadora del campo.
15% de la comida del mundo se produce en las ciudades y ello puede ir marcando la desaparición de la separación entre campo y ciudad.
Los barrios de Caracas pueden ser aldeas que administren la salud, la educación, la seguridad ciudadana, la construcción y remodelación de viviendas, la producción de alimentos, incluso la producción de energía.
Las redes familiares, y en general las redes de apoyo, cobran una importancia capital. Todo dentro de una estrategia nacional-mundial.
Eso tiene como marco la cooperación solidaria Sur-Sur, la integración de los pueblos, la unificación antiimperialista, la defensa de la soberanía, el desarrollo científico-técnico sustentable. Sobre todo la generación de valores altruistas contrarios a los valores individualistas.
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