Ramón Emeterio Betances
8 de abril de 1827 - 18 de septiembre de 1898, nacido en Cabo Rojo, Puerto Rico, fue uno de los artífices de la insurrección armada conocida como el Grito de Lares. Se le conoce como el "Padre de la Patria" (puertorriqueña) y el "Médico de los Pobres
Escritor, médico y político puertorriqueño, se convirtió en una de las figuras más representativas de la intelectualidad antillana del siglo XIX, y llegó a protagonizar diferentes episodios que le condujeron a la presidencia del primer gobierno provisional independiente de Puerto Rico.
Nacido en el seno de una familia acomodada (era hijo de un poderoso hacendado que poseía numerosos latifundios y esclavos), con apenas diez años fue enviado a Francia para que cursara allí el bachillerato y, posteriormente, los estudios superiores de Medicina; durante este largo período de residencia en París (1837-1855), el joven Ramón Emeterio Betances fue adquiriendo una conciencia política de marcado sesgo liberal, que le condujo a tomar parte activa en los acontecimientos revolucionarios desatados en la capital gala durante 1848.
Al mismo tiempo, fue afirmándose en él una viva vocación literaria que le permitió darse a conocer como escritor en Francia,
De regreso a su Puerto Rico natal, tuvo ocasión de demostrar sus conocimientos médicos y sus ideas igualitarias en 1856, cuando una virulenta epidemia de cólera que arrasaba la población de Mayagüez le granjeó un merecido reconocimiento entre la población menos favorecida, a la que Betances atendió sin condiciones.
Convertido así en una de las figuras más populares de los movimientos sociales puertorriqueños, se manifestó abiertamente en contra de la esclavitud y llegó a fundar una asociación clandestina cuyos únicos fines se orientaban a conseguir su abolición. A causa de estas actividades, fue desterrado de la isla antillana en 1858, por lo que regresó a Francia dispuesto a contraer matrimonio con su sobrina María del Carmen Heuri.
Pero la joven falleció repentinamente a causa de unas fiebres tifoideas, desgracia que sumió al médico humanista en una aguda fase de desesperación que quedó bien plasmada en la narración titulada La vierge de Boriquen
Levantado el destierro, regresó pronto a Puerto Rico para centrarse en actividades médicas y en asuntos sociales que le fueron implicando de lleno en el espíritu de patriotismo nacionalista propagado por aquellos años entre buena parte de sus compatriotas. Sus publicaciones, a partir de entonces, se orientaron casi exclusivamente hacia los temas políticos, en los que cada vez más aparecía Betances como una de las voces más liberales y revolucionarias de la isla.
En 1868 tomó parte activa en el movimiento independentista conocido como Grito de Lares, de resultas del cual quedó convertido en el primer presidente del gobierno provisional surgido de dicho levantamiento contra la soberanía española. Pero el fracaso de esta acción (que quedó reducida a una mera anécdota en la historia del independentismo hispanoamericano, al no contar con el apoyo de las fuerzas liberales) envió de nuevo al exilio a Betances, quien pronto pasó a vincularse con las luchas en favor de la independencia de Cuba.
Siguió cultivando la escritura y a los asuntos socio-políticos que constituían el eje de sus preocupaciones. En Nueva York fundó, en compañía de otros camaradas, la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico, desde la cual emprendió una campaña periodística que le permitió difundir sus artículos emancipadores por Venezuela (a través de las publicaciones El Federalista y La Opinión Nacional) y, en general, por todo el ámbito caribeño, donde dejó estampados numerosos artículos firmados bajo el pseudónimo de "El Antillano".
La ironía satírica de que hacía gala Betances en estos trabajos periodísticos, sumada a su facilidad para el cultivo de un estilo directo y ameno (desprovisto de la grandilocuencia retórica que, por aquel entonces, solía gravar el discurso político periodístico), convirtió al autor en uno de los intelectuales más leídos de todo el Caribe, supo prevenir (sin dejar de cuestionar la soberanía española) sobre el peligro que suponía el establecimiento de fuertes vínculos de dependencia con el emergente imperialismo de los Estados Unidos de América.
¡Somos la generación del sacrificio, y firmes y constantes en nuestros propósitos, para nosotros esperemos solamente la lucha nefanda, incansable, los dolores sin tregua, el destierro, el martirio, la muerte! Mas por nuestros hijos; el hecho venturoso de su independencia indomable-legado nuestro–la gloria inefable de no pertenecer al extranjero, de ser dueños de sí mismos, lo que es la felicidad suprema, inclinados ante el solo imperio de la justicia y bajo el cielo dulcísimo de la Patria Libre e independiente. REB
8 de abril de 1827 - 18 de septiembre de 1898, nacido en Cabo Rojo, Puerto Rico, fue uno de los artífices de la insurrección armada conocida como el Grito de Lares. Se le conoce como el "Padre de la Patria" (puertorriqueña) y el "Médico de los Pobres
Escritor, médico y político puertorriqueño, se convirtió en una de las figuras más representativas de la intelectualidad antillana del siglo XIX, y llegó a protagonizar diferentes episodios que le condujeron a la presidencia del primer gobierno provisional independiente de Puerto Rico.
Nacido en el seno de una familia acomodada (era hijo de un poderoso hacendado que poseía numerosos latifundios y esclavos), con apenas diez años fue enviado a Francia para que cursara allí el bachillerato y, posteriormente, los estudios superiores de Medicina; durante este largo período de residencia en París (1837-1855), el joven Ramón Emeterio Betances fue adquiriendo una conciencia política de marcado sesgo liberal, que le condujo a tomar parte activa en los acontecimientos revolucionarios desatados en la capital gala durante 1848.
Al mismo tiempo, fue afirmándose en él una viva vocación literaria que le permitió darse a conocer como escritor en Francia,
De regreso a su Puerto Rico natal, tuvo ocasión de demostrar sus conocimientos médicos y sus ideas igualitarias en 1856, cuando una virulenta epidemia de cólera que arrasaba la población de Mayagüez le granjeó un merecido reconocimiento entre la población menos favorecida, a la que Betances atendió sin condiciones.
Convertido así en una de las figuras más populares de los movimientos sociales puertorriqueños, se manifestó abiertamente en contra de la esclavitud y llegó a fundar una asociación clandestina cuyos únicos fines se orientaban a conseguir su abolición. A causa de estas actividades, fue desterrado de la isla antillana en 1858, por lo que regresó a Francia dispuesto a contraer matrimonio con su sobrina María del Carmen Heuri.
Pero la joven falleció repentinamente a causa de unas fiebres tifoideas, desgracia que sumió al médico humanista en una aguda fase de desesperación que quedó bien plasmada en la narración titulada La vierge de Boriquen
Levantado el destierro, regresó pronto a Puerto Rico para centrarse en actividades médicas y en asuntos sociales que le fueron implicando de lleno en el espíritu de patriotismo nacionalista propagado por aquellos años entre buena parte de sus compatriotas. Sus publicaciones, a partir de entonces, se orientaron casi exclusivamente hacia los temas políticos, en los que cada vez más aparecía Betances como una de las voces más liberales y revolucionarias de la isla.
En 1868 tomó parte activa en el movimiento independentista conocido como Grito de Lares, de resultas del cual quedó convertido en el primer presidente del gobierno provisional surgido de dicho levantamiento contra la soberanía española. Pero el fracaso de esta acción (que quedó reducida a una mera anécdota en la historia del independentismo hispanoamericano, al no contar con el apoyo de las fuerzas liberales) envió de nuevo al exilio a Betances, quien pronto pasó a vincularse con las luchas en favor de la independencia de Cuba.
Siguió cultivando la escritura y a los asuntos socio-políticos que constituían el eje de sus preocupaciones. En Nueva York fundó, en compañía de otros camaradas, la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico, desde la cual emprendió una campaña periodística que le permitió difundir sus artículos emancipadores por Venezuela (a través de las publicaciones El Federalista y La Opinión Nacional) y, en general, por todo el ámbito caribeño, donde dejó estampados numerosos artículos firmados bajo el pseudónimo de "El Antillano".
La ironía satírica de que hacía gala Betances en estos trabajos periodísticos, sumada a su facilidad para el cultivo de un estilo directo y ameno (desprovisto de la grandilocuencia retórica que, por aquel entonces, solía gravar el discurso político periodístico), convirtió al autor en uno de los intelectuales más leídos de todo el Caribe, supo prevenir (sin dejar de cuestionar la soberanía española) sobre el peligro que suponía el establecimiento de fuertes vínculos de dependencia con el emergente imperialismo de los Estados Unidos de América.
¡Somos la generación del sacrificio, y firmes y constantes en nuestros propósitos, para nosotros esperemos solamente la lucha nefanda, incansable, los dolores sin tregua, el destierro, el martirio, la muerte! Mas por nuestros hijos; el hecho venturoso de su independencia indomable-legado nuestro–la gloria inefable de no pertenecer al extranjero, de ser dueños de sí mismos, lo que es la felicidad suprema, inclinados ante el solo imperio de la justicia y bajo el cielo dulcísimo de la Patria Libre e independiente. REB
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