Paz o barbarie
Julio Escalona
La crisis capitalista no se resolverá con políticas convencionales. Se han ido agotando las fuentes principales de acumulación: la explotación de los trabajadores, de la naturaleza y de los pueblos del Sur. El punto crucial es: la radicalización de la explotación para darle un segundo aliento al capital, o el triunfo de la democracia y la justicia social para garantizar la paz y una vida digna para la tierra y los seres humanos.
El mundo está dominado por un poder global de naturaleza fascista, que desea restablecer los procesos de acumulación de acuerdo con las prioridades y requerimientos del mercado mundial. Cree que el cambio climático es un proceso natural y no una consecuencia del desarrollo capitalista. No cree en la regulación de la economía por el Estado. Privatizarlo todo, hasta las cárceles y las guerras es el objetivo. Derrotar la rebelión de los pueblos del Sur es su obsesión.
Así podría descargar la solución de la crisis sobre el Sur y la naturaleza, y aprovechar los desastres ecológicos para hacer negocios mediante una asociación de la ciencia y el mercado, pintando de verde la explotación de la tierra.
Provocar la desaparición de los organismos multilaterales y en especial de la ONU, para liquidar los espacios que el Sur ha ido conquistando.
El Pentágono utilizando a la OTAN como instrumento, va consolidando una fuerza militar intercontinental. Las bases ubicadas en Colombia, en el Caribe y la IV flota, forman parte de ella. No es casual que Colombia esté enviando soldados para Afganistán.
La amenaza de guerra contra Venezuela y el ALBA y la humanidad toda es real. Es importante revitalizar la ONU, unificar al G-77 y China como centro coordinador del Sur e impulsar el consejo de defensa propuesto en UNASUR.
La paz puede ganar. Copenhague significó una victoria política para los movimientos sociales en defensa de la vida. Consolidar esa red mundial es una gran tarea.
El gobierno de Venezuela necesita recuperar las misiones sociales, gobernar con eficacia, garantizar la soberanía alimentaria, unir a todo el que pueda ser unido en defensa de la patria, aplicar una estrategia de defensa integral que supone mantener la iniciativa política y aislar a Uribe.
Julio Escalona
La crisis capitalista no se resolverá con políticas convencionales. Se han ido agotando las fuentes principales de acumulación: la explotación de los trabajadores, de la naturaleza y de los pueblos del Sur. El punto crucial es: la radicalización de la explotación para darle un segundo aliento al capital, o el triunfo de la democracia y la justicia social para garantizar la paz y una vida digna para la tierra y los seres humanos.
El mundo está dominado por un poder global de naturaleza fascista, que desea restablecer los procesos de acumulación de acuerdo con las prioridades y requerimientos del mercado mundial. Cree que el cambio climático es un proceso natural y no una consecuencia del desarrollo capitalista. No cree en la regulación de la economía por el Estado. Privatizarlo todo, hasta las cárceles y las guerras es el objetivo. Derrotar la rebelión de los pueblos del Sur es su obsesión.
Así podría descargar la solución de la crisis sobre el Sur y la naturaleza, y aprovechar los desastres ecológicos para hacer negocios mediante una asociación de la ciencia y el mercado, pintando de verde la explotación de la tierra.
Provocar la desaparición de los organismos multilaterales y en especial de la ONU, para liquidar los espacios que el Sur ha ido conquistando.
El Pentágono utilizando a la OTAN como instrumento, va consolidando una fuerza militar intercontinental. Las bases ubicadas en Colombia, en el Caribe y la IV flota, forman parte de ella. No es casual que Colombia esté enviando soldados para Afganistán.
La amenaza de guerra contra Venezuela y el ALBA y la humanidad toda es real. Es importante revitalizar la ONU, unificar al G-77 y China como centro coordinador del Sur e impulsar el consejo de defensa propuesto en UNASUR.
La paz puede ganar. Copenhague significó una victoria política para los movimientos sociales en defensa de la vida. Consolidar esa red mundial es una gran tarea.
El gobierno de Venezuela necesita recuperar las misiones sociales, gobernar con eficacia, garantizar la soberanía alimentaria, unir a todo el que pueda ser unido en defensa de la patria, aplicar una estrategia de defensa integral que supone mantener la iniciativa política y aislar a Uribe.
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