Viernes Rojo en Venezuela: Dólar socialista Vs. Dólar capitalista.
El mercado de consumo se tambalea y también se tambalea la dominación consumista en Venezuela luego de las medidas de política cambiaria que anunció el Comandante Hugo Chávez Frías.
Raul Bracho
El mercado de consumo se tambalea y también se tambalea la dominación consumista en Venezuela luego de las medidas de política cambiaria que anunció el Comandante Hugo Chávez Frías.
Yo insisto en que las medidas tomadas apuntan a profundizar las condiciones revolucionarias, que son un golpe duro a la sociedad de consumo, que venía sobreviviendo en nuestra marcha al socialismo y torpedeando la creación de la conciencia de la mujer y el hombre nuevo necesarios. Muchos de los correos que recibí luego de publicar mi artículo de ayer no hacen más que expresar la angustia que produce una matemática infalible: estas medidas ciertamente dejarán muy difícil el acceso a Venezuela como mercado para la sociedad de consumo capitalista. Por supuesto que tendrá efectos en nuestro poder adquisitivo: el lujo, el acceso a toda la basura imperial será restringido y eso es lo que les duele a muchos, en cada uno de los bandos, pero es que si estamos hablando de revolución, hay que tener el coraje de hacerla, y hacer la revolución es quitarle el mayor espacio posible a que la sociedad de bienes suntuarios, a los artículos que son bandera del capitalismo, que no sean accesibles al mercado pues son el veneno de la sociedad capitalista, son excluyente, son para privilegiar y dividirnos más en pobres y ricos. Es lo que nos mantiene dominados, todos hemos sucumbido a la tentación de poseer y poseer, cada vez más insaciablemente, dichos bienes y no miramos más allá de la mentalidad alienante que nos sembraron a través de años de dominación. Hay que analizar más a profundidad como queda el tablero de ajedrez luego de esta jugada.
El lujo va a ser un lujo verdaderamente. Muchas cosas “importadas” que no son más que los bienes de consumo “capitalista” subirían de precio. Esto es una de las primeras conclusiones que todos han sacado como efectos inmediatos. ¿Qué es lo que mantiene al mercado capitalista en nuestra revolución? Que el auxilio económico mantenido por el gobierno para impedir la inflación dejó un margen de ganancia extraordinario para ser mercado fácil de las transnacionales, pero a la vez, esta “protección” nos estaba impidiendo el desarrollo endógeno de nuestras industrias, Venezuela no ha podido dejar de ser dependiente del petróleo, pero con la nueva situación que creará esta “actualización” de los valores de cambio se abre la puerta para comenzar un camino necesario a pesar de lo doloroso que sea en su inicio: Venezuela debe empezar a producir todo lo que traíamos importado. La industria pesada y mediana, la industria del calzado, la textil, la alimentación, la automotriz, toda en general, deberá dar un salto cualitativo y cuantitativo, pues debe dar respuestas a nuestro mercado y a los mercados mundiales, bajo el nuevo modelo del socialismo.
Si será difícil para los capitalistas mantener su cuota de dominación por medio de las importaciones, la revolución socialista deberá de igual forma crear la respuesta socialista: todo lo que parecerá inaccesible por sus altos costos deberá empezar a fabricarse en nuestra patria. Hoy alguien me decía que el costo de un caucho para vehículo subiría al doble o más, yo le respondí que Venezuela fue el país líder en producción de caucho antes que reventara el primer pozo petrolero y que podríamos, si nos lo proponemos, volver a serlo. ¿Cómo pensar en fabricar neumáticos si estábamos inundados de cauchos importados? La necesidad es el motor que podrá potenciar a la nueva Venezuela que tiene que asumir este reto. El gobierno comandado por Hugo Chávez Frías sabe muy bien lo que está haciendo. Las medidas económicas serán fuertes en un primer momento pero impulsarán, con el apoyo de la revolución, el nacimiento de la Venezuela industrial, y ésta muy pronto será robusta y en breves años la venezolana y el venezolano empezarán a estar orgulloso de ver a nuestro país conquistar la empinada cuesta de los mercados internacionales. No se trata de crear un país para camionetas último modelo, sino crear un país con el más moderno sistema de transporte social, igual con la salud, con la educación. Un país nuevo que piense en todo el pueblo y donde se acabe el poder del dinero y las clases sociales.
A mi manera de ver, lo más revolucionario y lo que más dolerá al capitalismo es que el dólar preferencial será el que proteja y permita el nacimiento de estas industrias, cuyos costos están por debajo del 50% del que tendrán que pagar los capitalistas. El dólar preferencial será el “dólar socialista” y el otro, el petrolero, será el “dólar capitalista”, de aquí en adelante el capitalismo, ese azote con el que por desgracia deberemos convivir durante la transición, tendrá que sobrevivir en condiciones muy poco favorables, el dólar del mercado negro, ese que cualquier pichón de capitalista usaba para ir a comprar en Panamá de todo tipo de productos: carteras, pantaletas, medias, computadores, televisores, celulares, etc. y que luego vendía a tres o cuatro veces su valor de costo, tendrá que pensarlo muy bien antes de volver a embarcarse en un avión para volver a Panamá: el costo del viaje es a 4,30, los dólares para comprar serán a 4,30, y si luego de este aumento intenta volver a multiplicarlo por tres se dará cuenta de que muy poca gente va a estar dispuesta a pagar tan exorbitantes precios, así que la bochornosa fiesta especulativa del dinero fácil que ofrecía a todos el capital, se empieza a sentir acorralada.
Algún lector de mi artículo de ayer, me preguntaba que como yo podría alegrarme con esta devaluación: señores se devalúa el capitalismo pero se revalúa el socialismo. Que se entienda bien que ni a mi ni a nadie, creo, le puede alegrar que la gente pierda cosas que le son necesarias. En la sociedad socialista no hay ni habrá nada en contra de las últimas tecnologías que nos ofrecen deslumbrantes Black Berry, el problema no es el Black Berry, el problema es que es creado sólo para los más privilegiados, que no todos lo pueden tener. Yo puedo asegurar que en nuestro camino al socialismo muy pronto podremos ofrecer al pueblo una excelente fábrica de telefonía celular que no sea concebida bajo el esquema capitalista y con la que todos, repito: todos, podremos disfrutar, de forma igual y justa, de las bondades de la tecnología, pero bien separados del mercado capitalista que sobrevive de crear riqueza para unos a costa de la pobreza de las mayorías.
Se que en estos puntos será dura la batalla, pero Venezuela verá renacer su agricultura, su industria zapatera y textil, su tecnología propia, su café y su cacao se valorizarán, las fábricas de fábricas, camiones, maquinaria, capacidad propia de transformar la inmensa riqueza de materias primas y darles valor agregado para poder dejar de ser un país sometido a las grandes empresas imperiales, las industrias socialistas, no creadas para producir riqueza sino felicidad, esa es la meta, a eso apunta una revolución y más temprano que tarde permitirá un avance sustancial en la creación de la nueva economía socialista y el pueblo debe aprender desde ya que está parado ante un momento histórico crucial e importante: si hay que sacrificarse y aprender a no ser un “consumidor dependiente” de las industrias que siempre nos han explotado, bien vale la pena pues el precio que pagamos bien vale nuestra libertad.
El viernes 8 de diciembre del 2.010, pasará a la historia como el Viernes Rojo, donde recuperamos el dólar a 4,30 pero para dar nacimiento a la economía socialista.
Patria socialista o muerte, venceremos.
El mercado de consumo se tambalea y también se tambalea la dominación consumista en Venezuela luego de las medidas de política cambiaria que anunció el Comandante Hugo Chávez Frías.
Raul Bracho
El mercado de consumo se tambalea y también se tambalea la dominación consumista en Venezuela luego de las medidas de política cambiaria que anunció el Comandante Hugo Chávez Frías.
Yo insisto en que las medidas tomadas apuntan a profundizar las condiciones revolucionarias, que son un golpe duro a la sociedad de consumo, que venía sobreviviendo en nuestra marcha al socialismo y torpedeando la creación de la conciencia de la mujer y el hombre nuevo necesarios. Muchos de los correos que recibí luego de publicar mi artículo de ayer no hacen más que expresar la angustia que produce una matemática infalible: estas medidas ciertamente dejarán muy difícil el acceso a Venezuela como mercado para la sociedad de consumo capitalista. Por supuesto que tendrá efectos en nuestro poder adquisitivo: el lujo, el acceso a toda la basura imperial será restringido y eso es lo que les duele a muchos, en cada uno de los bandos, pero es que si estamos hablando de revolución, hay que tener el coraje de hacerla, y hacer la revolución es quitarle el mayor espacio posible a que la sociedad de bienes suntuarios, a los artículos que son bandera del capitalismo, que no sean accesibles al mercado pues son el veneno de la sociedad capitalista, son excluyente, son para privilegiar y dividirnos más en pobres y ricos. Es lo que nos mantiene dominados, todos hemos sucumbido a la tentación de poseer y poseer, cada vez más insaciablemente, dichos bienes y no miramos más allá de la mentalidad alienante que nos sembraron a través de años de dominación. Hay que analizar más a profundidad como queda el tablero de ajedrez luego de esta jugada.
El lujo va a ser un lujo verdaderamente. Muchas cosas “importadas” que no son más que los bienes de consumo “capitalista” subirían de precio. Esto es una de las primeras conclusiones que todos han sacado como efectos inmediatos. ¿Qué es lo que mantiene al mercado capitalista en nuestra revolución? Que el auxilio económico mantenido por el gobierno para impedir la inflación dejó un margen de ganancia extraordinario para ser mercado fácil de las transnacionales, pero a la vez, esta “protección” nos estaba impidiendo el desarrollo endógeno de nuestras industrias, Venezuela no ha podido dejar de ser dependiente del petróleo, pero con la nueva situación que creará esta “actualización” de los valores de cambio se abre la puerta para comenzar un camino necesario a pesar de lo doloroso que sea en su inicio: Venezuela debe empezar a producir todo lo que traíamos importado. La industria pesada y mediana, la industria del calzado, la textil, la alimentación, la automotriz, toda en general, deberá dar un salto cualitativo y cuantitativo, pues debe dar respuestas a nuestro mercado y a los mercados mundiales, bajo el nuevo modelo del socialismo.
Si será difícil para los capitalistas mantener su cuota de dominación por medio de las importaciones, la revolución socialista deberá de igual forma crear la respuesta socialista: todo lo que parecerá inaccesible por sus altos costos deberá empezar a fabricarse en nuestra patria. Hoy alguien me decía que el costo de un caucho para vehículo subiría al doble o más, yo le respondí que Venezuela fue el país líder en producción de caucho antes que reventara el primer pozo petrolero y que podríamos, si nos lo proponemos, volver a serlo. ¿Cómo pensar en fabricar neumáticos si estábamos inundados de cauchos importados? La necesidad es el motor que podrá potenciar a la nueva Venezuela que tiene que asumir este reto. El gobierno comandado por Hugo Chávez Frías sabe muy bien lo que está haciendo. Las medidas económicas serán fuertes en un primer momento pero impulsarán, con el apoyo de la revolución, el nacimiento de la Venezuela industrial, y ésta muy pronto será robusta y en breves años la venezolana y el venezolano empezarán a estar orgulloso de ver a nuestro país conquistar la empinada cuesta de los mercados internacionales. No se trata de crear un país para camionetas último modelo, sino crear un país con el más moderno sistema de transporte social, igual con la salud, con la educación. Un país nuevo que piense en todo el pueblo y donde se acabe el poder del dinero y las clases sociales.
A mi manera de ver, lo más revolucionario y lo que más dolerá al capitalismo es que el dólar preferencial será el que proteja y permita el nacimiento de estas industrias, cuyos costos están por debajo del 50% del que tendrán que pagar los capitalistas. El dólar preferencial será el “dólar socialista” y el otro, el petrolero, será el “dólar capitalista”, de aquí en adelante el capitalismo, ese azote con el que por desgracia deberemos convivir durante la transición, tendrá que sobrevivir en condiciones muy poco favorables, el dólar del mercado negro, ese que cualquier pichón de capitalista usaba para ir a comprar en Panamá de todo tipo de productos: carteras, pantaletas, medias, computadores, televisores, celulares, etc. y que luego vendía a tres o cuatro veces su valor de costo, tendrá que pensarlo muy bien antes de volver a embarcarse en un avión para volver a Panamá: el costo del viaje es a 4,30, los dólares para comprar serán a 4,30, y si luego de este aumento intenta volver a multiplicarlo por tres se dará cuenta de que muy poca gente va a estar dispuesta a pagar tan exorbitantes precios, así que la bochornosa fiesta especulativa del dinero fácil que ofrecía a todos el capital, se empieza a sentir acorralada.
Algún lector de mi artículo de ayer, me preguntaba que como yo podría alegrarme con esta devaluación: señores se devalúa el capitalismo pero se revalúa el socialismo. Que se entienda bien que ni a mi ni a nadie, creo, le puede alegrar que la gente pierda cosas que le son necesarias. En la sociedad socialista no hay ni habrá nada en contra de las últimas tecnologías que nos ofrecen deslumbrantes Black Berry, el problema no es el Black Berry, el problema es que es creado sólo para los más privilegiados, que no todos lo pueden tener. Yo puedo asegurar que en nuestro camino al socialismo muy pronto podremos ofrecer al pueblo una excelente fábrica de telefonía celular que no sea concebida bajo el esquema capitalista y con la que todos, repito: todos, podremos disfrutar, de forma igual y justa, de las bondades de la tecnología, pero bien separados del mercado capitalista que sobrevive de crear riqueza para unos a costa de la pobreza de las mayorías.
Se que en estos puntos será dura la batalla, pero Venezuela verá renacer su agricultura, su industria zapatera y textil, su tecnología propia, su café y su cacao se valorizarán, las fábricas de fábricas, camiones, maquinaria, capacidad propia de transformar la inmensa riqueza de materias primas y darles valor agregado para poder dejar de ser un país sometido a las grandes empresas imperiales, las industrias socialistas, no creadas para producir riqueza sino felicidad, esa es la meta, a eso apunta una revolución y más temprano que tarde permitirá un avance sustancial en la creación de la nueva economía socialista y el pueblo debe aprender desde ya que está parado ante un momento histórico crucial e importante: si hay que sacrificarse y aprender a no ser un “consumidor dependiente” de las industrias que siempre nos han explotado, bien vale la pena pues el precio que pagamos bien vale nuestra libertad.
El viernes 8 de diciembre del 2.010, pasará a la historia como el Viernes Rojo, donde recuperamos el dólar a 4,30 pero para dar nacimiento a la economía socialista.
Patria socialista o muerte, venceremos.
1 comentario:
Sr. Bracho: me parece que peca de iluso. ¿De donde saca que "Venezuela verá renacer su agricultura, su industria zapatera y textil..." si justamente empresas nuestras envian sus diseños al exterior para que los fabriquen en China u otro país donde la mano de obra es barata y esclava. Vea donde fabrican calzados desde algunos sencillos (y los de deportes, ¿donde me los deja?) hasta los "Rossi"; donde fabrican los reguladores Avtek y de "Gente de Tecnología"; donde Telares Palo Grande (marca "Ama de casa") hace fabricar algunos de sus productos (en Colombia y Ecuador). ¿Ud. cree que tenemos industria automotriz si Venirauto está llena de irregularidades y solo le dan carros a militares, burócratas y consejos comunales?.
En suma, Sr. Bracho, Ud. habla con el lenguaje insoportable de los neoliberales que rodean al Presidente cual VÍBORAS que esperan que caiga como tonto para morderle donde Ud. y yo sabemos.
Roberto Arenas.
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