martes, 12 de enero de 2010

Piedra de Tranca: La hora de la verdad: ¿Cuántos Pétain?

NO CABE DUDA: El cerco se cierra en torno a Venezuela. Ya no se trata de especulaciones. El que no quiera ver lo que ocurre no es porque está ciego y sordo, sino porque es cómplice.
Participa de la política que marcha viento en popa para acosar al país, para agredirlo de diversas maneras, para socavar la soberanía nacional. Porque si los planes imperiales y del uribismo llegan a tener éxito, Venezuela dejará de ser una nación libre y soberana. Le pasará lo que pasó en países que fueron objeto de agresiones estadounidenses después de éstas, como fue el caso de República Dominicana, Nicaragua, Guatemala, Haití, Granada, Panamá, en América Latina; o como sucedió con Irak y otras naciones en Asia y África. El imperio ataca y se queda. Destruye las instituciones nacionales, depreda, coloca a cipayos al frente de los gobiernos que instala.
LO DE LAS SIETE BASES militares gringas en Colombia no es ficción: es una realidad amenazante que opera. Hay aspectos de la guerra cibernética de baja intensidad que ya se manifiestan. Ejemplo: El sobrevuelo de aviones sin piloto -espías- sobre instalaciones militares venezolanas en la frontera es parte de la escalada prevista. Lo denunció Chávez y no es paja. Las incursiones que se realizan desde territorio colombiano son parte de un plan bien elaborado. Porsupuesto que el gobierno uribista lo niega y su ministro de Defensa, el dirigente cafetalero Silva, llegó al extremo de burlarse de la denuncia.
CON LAS AUTORIDADES estadounidenses y holandesas, igual. La denuncia venezolana de violación del espacio aéreo nacional la rechazaron personeros del Pentágono y del Comando Sur, porque ahora lo referente a Venezuela fue militarizado. Los voceros ya no son de la Casa Blanca sino de la Secretaría de Defensa y del organismo operativo en el Caribe, el Comando Sur. Es importante tomar en cuesta este dato. El Gobierno holandés a su vez incurrió en el desliz de negar las incursiones a través de su Canciller. Pero la prueba presentada por Venezuela a través de Telesur fue contundente: El diálogo entre el piloto del avión militar de EEUU y la torre de control de Maiquetía no admite excusas. Hubo una violación descarada que oportunamente denunció Venezuela. Pero más grave que esos planes y esas violaciones de la soberanía nacional, es la actitud de la oposición. Su silencio pesado, ominoso, que más que simple omisión es parte del plan. Lo cual, en el caso que nos ocupa, tiene indudables características de traición a la patria. Venezuela está ante una oposición desnacionalizada, cipaya, que a la hora de un conflicto -si nos guiamos por su actual comportamiento- estaría con el agresor. Serviría a los intereses de éste. Se prestaría, por ejemplo, a apoyarlo y, si es necesario, a conformar un gobierno títere. En la historia hay muchos ejemplos. En la lucha por la independencia venezolana tuvimos a los que se pusieron del lado de la Corona española. Cuando el gobierno de Castro hubo venezolanos sumados a la conjura urdida por las potencias imperiales. En Europa, en naciones como Noruega, los países bálticos y los de los Balcanes, muchos se colocaron al lado de los nazis. En Austria, parte de la población colaboró con el ocupante, y no se diga de Francia, donde incluso se formó un gobierno, el de Vichy, presidido por un héroe de la primera guerra mundial como el mariscal Pétain y por Laval, que sirvió incondicionalmente al agresor alemán. En la actual oposición venezolana más de uno está dispuesto a cumplir ese papel. ¿Cuántos Pétain hay entre nosotros?

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