Diciembre: Compras Compulsivas y Excesiva Vanidad
Este mes, el muchacho del barrio gastará su sueldo en los zapatos de Michael Jordan y la chica fetichista invertirá sus ahorros en implantes de silicón, porque la cuota de la universidad puede esperar
Jesús Manuel Silva Rivas
"Merry Christmas" En nuestra sociedad fetichista, voluptuosa y hedonista, imperan sueños de consumo, ansias de posesión y acumulación de objetos como la única vía de sentirnos personas importantes, interesantes y atractivas. Este consumismo no conoce distingos de clase, raza, edad, sexo o religión para lavar cerebros y llevarnos a una cultura desquiciante y embrutecedora.
Bajo esta perversa influencia, el profesional de clase media compra la costosa camioneta sin importarle su angustia de inquilino ni el puñado de tarjetas de crédito que jamás podrá pagar. El joven del barrio negocia para pagar en dos partes, los zapatos del jugador de basket norteamericano que cuestan más de la mitad de su salario y compromete su última quincena. A su vez, la universitaria, fetichista de la estética, aparta su aguinaldo para la liposucción de su abdomen y sus implantes mamarios aunque no tenga idea de cómo pagará la inscripción de su próximo semestre. La no menos pantallera familia Arrieche honra su apellido porque Chávez recortó el cupo de dólares que usaban para estafar con los viajes. Por último, el niño de mi vecina arma un berrinche cada vez que no lo llevan al McDonald.
En efecto, no es extraño que cualquier ser humano se halle impregnado, en mayor o menor medida, de la cultura capitalista en que vivimos, pero no es admisible rendirse al cretinismo del sistema, urge rescatar la conciencia individual sobre la base de nuestra propia historia, la crítica social y la dignidad humana que nos afirma como seres auténticos frente a los demás. No existimos a través de nuestros bienes materiales, por el contrario, ellos existen a través de nosotros.
Quien suscribe, joven revolucionario, expresa la clara postura de su colectivo: rotundo rechazo hacia las plagas del capitalismo y a los bufones malcriados de la pequeña burguesía. En efecto, luchamos por el derecho a una vida sana, exenta de medios de comunicación nocivos, fetichismo, modas idiotizantes, tintes, botox, siliconas y fiebre por los "shopping center" (centros comerciales), pues son todos instrumentos del capitalismo para inyectar antivalores a las masas juveniles y convertirlas en legiones de maniquíes con destino al lumpen de la sociedad.
Jamás olvidemos que el capitalismo siempre ha promovido una cultura al servicio de su reino, pues con certeza se domina más por la ignorancia que por la fuerza, de manera que en esta realidad invertida donde el capital parece que lo vale todo y el trabajo no vale nada, los burgueses inyectan su dinero, hacen circular las ventas de cosas necesarias o innecesarias y se apropian de todo lo producido. El asalariado siempre pierde, es así como vemos peculiares ironías, por ejemplo, empresas de construcción, donde obreros que laboran toda su existencia realizando viviendas, al retirarse no tienen ni siquiera una casa propia. Entonces ¿a dónde va la riqueza producida por los trabajadores? Simplemente, al bolsillo del empresario y el salario del obrero es la limosna para mantener con vida a quien por años seguirá siendo explotado.
Ante estas realidades, aspiramos hacer de cada joven un hombre nuevo, que se permita ser poeta, artista y realizador de obras sin egocentrismo. Un sujeto de expresiones múltiples e inagotables, dotado de un elevadísimo sentido del honor y de la ética. Alguien que por su valor intrínseco se libere del yugo mental y material de la explotación capitalista.
Deseamos un diciembre sin compras compulsivas y excesiva vanidad. Inmersos en el estudio y el trabajo, andamos de Quijotes por el mundo, difundiendo la doctrina de la revolución intelectual
Este mes, el muchacho del barrio gastará su sueldo en los zapatos de Michael Jordan y la chica fetichista invertirá sus ahorros en implantes de silicón, porque la cuota de la universidad puede esperar
Jesús Manuel Silva Rivas
"Merry Christmas" En nuestra sociedad fetichista, voluptuosa y hedonista, imperan sueños de consumo, ansias de posesión y acumulación de objetos como la única vía de sentirnos personas importantes, interesantes y atractivas. Este consumismo no conoce distingos de clase, raza, edad, sexo o religión para lavar cerebros y llevarnos a una cultura desquiciante y embrutecedora.
Bajo esta perversa influencia, el profesional de clase media compra la costosa camioneta sin importarle su angustia de inquilino ni el puñado de tarjetas de crédito que jamás podrá pagar. El joven del barrio negocia para pagar en dos partes, los zapatos del jugador de basket norteamericano que cuestan más de la mitad de su salario y compromete su última quincena. A su vez, la universitaria, fetichista de la estética, aparta su aguinaldo para la liposucción de su abdomen y sus implantes mamarios aunque no tenga idea de cómo pagará la inscripción de su próximo semestre. La no menos pantallera familia Arrieche honra su apellido porque Chávez recortó el cupo de dólares que usaban para estafar con los viajes. Por último, el niño de mi vecina arma un berrinche cada vez que no lo llevan al McDonald.
En efecto, no es extraño que cualquier ser humano se halle impregnado, en mayor o menor medida, de la cultura capitalista en que vivimos, pero no es admisible rendirse al cretinismo del sistema, urge rescatar la conciencia individual sobre la base de nuestra propia historia, la crítica social y la dignidad humana que nos afirma como seres auténticos frente a los demás. No existimos a través de nuestros bienes materiales, por el contrario, ellos existen a través de nosotros.
Quien suscribe, joven revolucionario, expresa la clara postura de su colectivo: rotundo rechazo hacia las plagas del capitalismo y a los bufones malcriados de la pequeña burguesía. En efecto, luchamos por el derecho a una vida sana, exenta de medios de comunicación nocivos, fetichismo, modas idiotizantes, tintes, botox, siliconas y fiebre por los "shopping center" (centros comerciales), pues son todos instrumentos del capitalismo para inyectar antivalores a las masas juveniles y convertirlas en legiones de maniquíes con destino al lumpen de la sociedad.
Jamás olvidemos que el capitalismo siempre ha promovido una cultura al servicio de su reino, pues con certeza se domina más por la ignorancia que por la fuerza, de manera que en esta realidad invertida donde el capital parece que lo vale todo y el trabajo no vale nada, los burgueses inyectan su dinero, hacen circular las ventas de cosas necesarias o innecesarias y se apropian de todo lo producido. El asalariado siempre pierde, es así como vemos peculiares ironías, por ejemplo, empresas de construcción, donde obreros que laboran toda su existencia realizando viviendas, al retirarse no tienen ni siquiera una casa propia. Entonces ¿a dónde va la riqueza producida por los trabajadores? Simplemente, al bolsillo del empresario y el salario del obrero es la limosna para mantener con vida a quien por años seguirá siendo explotado.
Ante estas realidades, aspiramos hacer de cada joven un hombre nuevo, que se permita ser poeta, artista y realizador de obras sin egocentrismo. Un sujeto de expresiones múltiples e inagotables, dotado de un elevadísimo sentido del honor y de la ética. Alguien que por su valor intrínseco se libere del yugo mental y material de la explotación capitalista.
Deseamos un diciembre sin compras compulsivas y excesiva vanidad. Inmersos en el estudio y el trabajo, andamos de Quijotes por el mundo, difundiendo la doctrina de la revolución intelectual
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