La guerra de los 100 años ya empezó
Colombia ya hizo de la guerra una costumbre, quizá, y la declaró para siempre, desde aquella tarde en que la arrogancia y la envidia de Santander sentenciara a muerte a Bolívar.
Raúl Bracho
Antes las guerras se declaraban, tenían una fecha de inicio y olor a pólvora. Se mandaban tropas, se invadían territorios y se bombardeaban ciudades o pueblos, se llevaba un estricto conteo de las bajas de unos y otros. Esto se hizo costumbre para los seres de estas tierras. Pero entre Colombia y Venezuela hace rato que estalló la guerra.
Un país rico es el país bueno, y el otro, pobre, hace el papel de malo. Curiosamente no es el país rico y poderoso el que intenta subyugar al pobre. Es el pobre el que instiga, agrede, incita y provoca los enfrentamientos. Es una guerra no declarada, ya que Colombia ya hizo de la guerra una costumbre, quizá, y la declaró para siempre, desde aquella tarde en que la arrogancia y la envidia de Santander sentenciara a muerte a Bolívar, la misma que repitió su ofensa a tiros sobre la humanidad de Eliezer Gaitán. Colombia y Venezuela, una misma patria dividida en dos por los opulentos y poderosos, por la oligarquía señorial de los andes, que durante centurias se miran la cara tan cerca y tan lejos. Venezuela, llena de petróleo, se vestía de frac para las rimbombantes fiestas del imperio, Colombia aprendió a robar, a cultivar drogas y a rebuscarse como fuera embolatando incautos. Venezuela, con un pueblo altivo que terminó liberándose del poder del norte y la Colombia de rodillas entregada a él, suplicante y cómplice de las peores desgracias que castigan la humanidad. Hoy violada y mancillada con bases imperiales que pretenden usurpar la libertad a los que nos levantamos ante el norte.
Un país de lúcidos y espontáneos cuenta cuentos, termino siendo el cuentero imperial, que sabe hacerse la víctima, que sabe armar espantosas tragedias para seguir mendigando, que no para de ponernos zancadillas y que desde hace rato que está en guerra con nosotros.
“El acuerdo militar entre Colombia y EE UU era innecesario, pero se firmó por Álvaro Uribe”, reveló ayer la revista The Economist.
Según cuenta el rotativo, “el Gobierno vio este acuerdo como una forma de disuadir a Venezuela ante una posible agresión”.
Eso señala la publicación, que cita fuentes de la administración de Barack Obama.
El acuerdo firmaron EE UU. y Colombia permite a los militares estadounidenses acceso a siete bases militares en el país.
“Funcionarios de Estados Unidos aceptan que debieron haber pensado sobre la respuesta regional frente a un acuerdo que ahora dicen no era necesario y fue redactado por insistencia de Colombia”, según la revista.
En cuanto a la posición de Colombia, los funcionarios consultados dicen que ven el acuerdo como un freno contra la amenaza guerra que Chávez parece insinuar con su retórica.
“Era mucho más barato (esto) que tratar de igualar la carrera armamentista de Chávez, que incluye 24 aviones Sukhoi, 55 helicópteros militares, 92 tanques y defensa antiaérea”, dice la revista.
La publicación también afirma que Uribe, un amigo cercano del ex presidente George W. Bush, pudo estar a su vez preocupado ante la posibilidad de que Obama abandonara a Colombia.
Es decir, otra razón para suscribir el acuerdo, cuya duración es de diez años.
The Economist sostiene, citando nuevamente a funcionarios de EE UU, que se trató de un “cocinado burocrático” pues Washington ya poseía acceso a bases colombianas desde hace una década.
Hoy Venezuela a deportado a más de cuatrocientos “mineros” que se encontraban explotando oro y coltán en nuestro territorio, ¿no es esto una invasión? Y por demás Uribe Vélez reclama que somos injustos y que arremetemos contra sus pobres mineros:
El presidente Hugo Chávez comentó que el gobierno colombiano reflejó un "cinismo sin límites" al reclamar la expulsión del Amazonas de un grupo de mineros ilegales del país vecino.
"Estaban destrozando nuestra selva en el Amazonas para llevarse el oro y el coltán a Colombia y Brasil, y como fueron deportados viene el Gobierno de Uribe y dice que nos va a acusar de violar leyes internacionales cuando son ellos los que las violan", dijo Chávez.
Aseguró que "del lado colombiano apoyaban a los mineros para llevarse el coltán, que es un mineral estratégico que ha causado varias guerras en África", y sostuvo que los mineros trabajaban ilegalmente, y que fueron deportados respetando las normas.
Por su parte, la Fuerza Aérea Colombiana transportó hasta la frontera este con Venezuela 15 toneladas de ayuda humanitaria para los centenares de mineros expulsados del país vecino, informaron ayer fuentes castrenses de Bogotá.
La ayuda es para los 468 colombianos y brasileños que están albergados en Puerto Inírida, la remota capital del Guainía, y que fueron expulsados porque estaban establecidos en minas del parque Yapacana, en la cuenca amazónica venezolana.
Esta guerra hace rato que empezó y serán dos visiones la que cada día entablarán enfrentamientos. Colombia deberá volver a ser de los colombianos de a pie, los pobres, los similares, los desposeídos y los desplazados, Colombia, imperio de la droga, madre de la cocaína que a diario aspiran miles de narices gringas, mancha de fratricidio nuestra historia.
Se levantarán las voces de quienes son fieles a su sangre y asi se tarde cien años esta guerra, volverá a ser la hermana patria de Venezuela
Colombia ya hizo de la guerra una costumbre, quizá, y la declaró para siempre, desde aquella tarde en que la arrogancia y la envidia de Santander sentenciara a muerte a Bolívar.
Raúl Bracho
Antes las guerras se declaraban, tenían una fecha de inicio y olor a pólvora. Se mandaban tropas, se invadían territorios y se bombardeaban ciudades o pueblos, se llevaba un estricto conteo de las bajas de unos y otros. Esto se hizo costumbre para los seres de estas tierras. Pero entre Colombia y Venezuela hace rato que estalló la guerra.
Un país rico es el país bueno, y el otro, pobre, hace el papel de malo. Curiosamente no es el país rico y poderoso el que intenta subyugar al pobre. Es el pobre el que instiga, agrede, incita y provoca los enfrentamientos. Es una guerra no declarada, ya que Colombia ya hizo de la guerra una costumbre, quizá, y la declaró para siempre, desde aquella tarde en que la arrogancia y la envidia de Santander sentenciara a muerte a Bolívar, la misma que repitió su ofensa a tiros sobre la humanidad de Eliezer Gaitán. Colombia y Venezuela, una misma patria dividida en dos por los opulentos y poderosos, por la oligarquía señorial de los andes, que durante centurias se miran la cara tan cerca y tan lejos. Venezuela, llena de petróleo, se vestía de frac para las rimbombantes fiestas del imperio, Colombia aprendió a robar, a cultivar drogas y a rebuscarse como fuera embolatando incautos. Venezuela, con un pueblo altivo que terminó liberándose del poder del norte y la Colombia de rodillas entregada a él, suplicante y cómplice de las peores desgracias que castigan la humanidad. Hoy violada y mancillada con bases imperiales que pretenden usurpar la libertad a los que nos levantamos ante el norte.
Un país de lúcidos y espontáneos cuenta cuentos, termino siendo el cuentero imperial, que sabe hacerse la víctima, que sabe armar espantosas tragedias para seguir mendigando, que no para de ponernos zancadillas y que desde hace rato que está en guerra con nosotros.
“El acuerdo militar entre Colombia y EE UU era innecesario, pero se firmó por Álvaro Uribe”, reveló ayer la revista The Economist.
Según cuenta el rotativo, “el Gobierno vio este acuerdo como una forma de disuadir a Venezuela ante una posible agresión”.
Eso señala la publicación, que cita fuentes de la administración de Barack Obama.
El acuerdo firmaron EE UU. y Colombia permite a los militares estadounidenses acceso a siete bases militares en el país.
“Funcionarios de Estados Unidos aceptan que debieron haber pensado sobre la respuesta regional frente a un acuerdo que ahora dicen no era necesario y fue redactado por insistencia de Colombia”, según la revista.
En cuanto a la posición de Colombia, los funcionarios consultados dicen que ven el acuerdo como un freno contra la amenaza guerra que Chávez parece insinuar con su retórica.
“Era mucho más barato (esto) que tratar de igualar la carrera armamentista de Chávez, que incluye 24 aviones Sukhoi, 55 helicópteros militares, 92 tanques y defensa antiaérea”, dice la revista.
La publicación también afirma que Uribe, un amigo cercano del ex presidente George W. Bush, pudo estar a su vez preocupado ante la posibilidad de que Obama abandonara a Colombia.
Es decir, otra razón para suscribir el acuerdo, cuya duración es de diez años.
The Economist sostiene, citando nuevamente a funcionarios de EE UU, que se trató de un “cocinado burocrático” pues Washington ya poseía acceso a bases colombianas desde hace una década.
Hoy Venezuela a deportado a más de cuatrocientos “mineros” que se encontraban explotando oro y coltán en nuestro territorio, ¿no es esto una invasión? Y por demás Uribe Vélez reclama que somos injustos y que arremetemos contra sus pobres mineros:
El presidente Hugo Chávez comentó que el gobierno colombiano reflejó un "cinismo sin límites" al reclamar la expulsión del Amazonas de un grupo de mineros ilegales del país vecino.
"Estaban destrozando nuestra selva en el Amazonas para llevarse el oro y el coltán a Colombia y Brasil, y como fueron deportados viene el Gobierno de Uribe y dice que nos va a acusar de violar leyes internacionales cuando son ellos los que las violan", dijo Chávez.
Aseguró que "del lado colombiano apoyaban a los mineros para llevarse el coltán, que es un mineral estratégico que ha causado varias guerras en África", y sostuvo que los mineros trabajaban ilegalmente, y que fueron deportados respetando las normas.
Por su parte, la Fuerza Aérea Colombiana transportó hasta la frontera este con Venezuela 15 toneladas de ayuda humanitaria para los centenares de mineros expulsados del país vecino, informaron ayer fuentes castrenses de Bogotá.
La ayuda es para los 468 colombianos y brasileños que están albergados en Puerto Inírida, la remota capital del Guainía, y que fueron expulsados porque estaban establecidos en minas del parque Yapacana, en la cuenca amazónica venezolana.
Esta guerra hace rato que empezó y serán dos visiones la que cada día entablarán enfrentamientos. Colombia deberá volver a ser de los colombianos de a pie, los pobres, los similares, los desposeídos y los desplazados, Colombia, imperio de la droga, madre de la cocaína que a diario aspiran miles de narices gringas, mancha de fratricidio nuestra historia.
Se levantarán las voces de quienes son fieles a su sangre y asi se tarde cien años esta guerra, volverá a ser la hermana patria de Venezuela
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