Palabras para Copenhague
Más allá de quienes cifran la salida en decisiones de convenciones que por milenios no son más que morisquetas cómplices de la destrucción.
Raul Bracho
El planeta y el hombre común hablarán en estas líneas, más allá de complicados análisis que siempre terminarán en lo mismo, mas allá de lo que digan y escriban los que aun tienen le fe puesta en quienes detentan los poderes hegemónicos del mundo, más allá de quienes cifran la salida en decisiones de convenciones que por milenios no son más que morisquetas cómplices de la destrucción.
La culpa es nuestra, no de otro. Quienes diariamente vivimos esperando que sean otros los que resuelvan nuestros problemas, quienes nunca nos damos por aludidos al escuchar hablar de que nuestra vida está en peligro. La culpa es toda nuestra.
Culpa por permitir que sigan siendo ustedes los que tengan el poder, por aceptar que sus ejércitos nos sometan, sus gobiernos nos engañen, sus idiotas políticas económicas prevalezcan antes que el más mínimo sentido común. Culpa por levantarnos cada día a ver lo que pasa en la prensa o en la televisión, por no asumir, por no tener sentido de compromiso por el planeta que habitamos, culpa por dejar hacer, dejar pasar, día tras día, y culpa por creer que una cuerda de imbéciles, todos vendidos a los intereses del dinero y el mercado, van a limpiar y a sanar nuestro aire, nuestra agua, nuestra tierra.
Pasará esta semana y todos los volveremos a escuchar hacer promesas que no se cumplirán, a verlos no responsabilizarse por la emisión de gases, por la contaminación del agua potable, por un aire que muy pronto no servirá ni para respirar, se llenará de fotos y de una que otra protesta, los muchachos de Green Peace harán sus regulares llamados a la conciencia, la policía dispersará las manifestaciones de los jóvenes en Dinamarca, en otras plazas se levantarán pancartas, se pondrá de moda hablar de salvarnos, pero todos sabemos que no pasará más allá de eso.
En nombre de todas las especies animales, que no conocen Internet, de las jirafas, los tigres africanos, los osos panda, los peces que mueren intoxicados por petróleo, las tierras sembradas con transgénicos y saturadas de plaguicidas venenosos, por las aves que pierden hasta el norte en sus vuelos, por el extravío general de un planeta que se nos pudre en las manos, por los polos que se derriten, por todas y todos aquellos que aun no nacen, por los hijos de los hijos de mis hijos, de los tuyos, por todos vengo a decir una sola estrofa en la cara de Copenhague:
Excelentísimos embajadoras y embajadores,
Honorables presidentes de todas las naciones presentes,
Connotados científicos del mundo entero,
Militares, empresarios, banqueros, periodistas,
Negociantes, comerciantes, traficantes,
Todas y todos,
Señoras y señores
¡Sálganse de la casa, que la vamos a limpiar!!!
Más allá de quienes cifran la salida en decisiones de convenciones que por milenios no son más que morisquetas cómplices de la destrucción.
Raul Bracho
El planeta y el hombre común hablarán en estas líneas, más allá de complicados análisis que siempre terminarán en lo mismo, mas allá de lo que digan y escriban los que aun tienen le fe puesta en quienes detentan los poderes hegemónicos del mundo, más allá de quienes cifran la salida en decisiones de convenciones que por milenios no son más que morisquetas cómplices de la destrucción.
La culpa es nuestra, no de otro. Quienes diariamente vivimos esperando que sean otros los que resuelvan nuestros problemas, quienes nunca nos damos por aludidos al escuchar hablar de que nuestra vida está en peligro. La culpa es toda nuestra.
Culpa por permitir que sigan siendo ustedes los que tengan el poder, por aceptar que sus ejércitos nos sometan, sus gobiernos nos engañen, sus idiotas políticas económicas prevalezcan antes que el más mínimo sentido común. Culpa por levantarnos cada día a ver lo que pasa en la prensa o en la televisión, por no asumir, por no tener sentido de compromiso por el planeta que habitamos, culpa por dejar hacer, dejar pasar, día tras día, y culpa por creer que una cuerda de imbéciles, todos vendidos a los intereses del dinero y el mercado, van a limpiar y a sanar nuestro aire, nuestra agua, nuestra tierra.
Pasará esta semana y todos los volveremos a escuchar hacer promesas que no se cumplirán, a verlos no responsabilizarse por la emisión de gases, por la contaminación del agua potable, por un aire que muy pronto no servirá ni para respirar, se llenará de fotos y de una que otra protesta, los muchachos de Green Peace harán sus regulares llamados a la conciencia, la policía dispersará las manifestaciones de los jóvenes en Dinamarca, en otras plazas se levantarán pancartas, se pondrá de moda hablar de salvarnos, pero todos sabemos que no pasará más allá de eso.
En nombre de todas las especies animales, que no conocen Internet, de las jirafas, los tigres africanos, los osos panda, los peces que mueren intoxicados por petróleo, las tierras sembradas con transgénicos y saturadas de plaguicidas venenosos, por las aves que pierden hasta el norte en sus vuelos, por el extravío general de un planeta que se nos pudre en las manos, por los polos que se derriten, por todas y todos aquellos que aun no nacen, por los hijos de los hijos de mis hijos, de los tuyos, por todos vengo a decir una sola estrofa en la cara de Copenhague:
Excelentísimos embajadoras y embajadores,
Honorables presidentes de todas las naciones presentes,
Connotados científicos del mundo entero,
Militares, empresarios, banqueros, periodistas,
Negociantes, comerciantes, traficantes,
Todas y todos,
Señoras y señores
¡Sálganse de la casa, que la vamos a limpiar!!!
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