Estos son los Nóbel paralelos...
Primera Entrega de los Premios "Adolf Hitler" por el "bien general".
En el salón de prensa donde un "pseudo rabino" declaró su "amor" por el pueblo de la Franja de Gaza (http://www.aporrea.org/ddhh/a69603.html) se había preparado el escenario para lo que algunos analistas de "café con leche" (no tan descaminados en esta ocasión) llamaban "la verdadera entrega de los premios por la Paz Mundial...de los sepulcros". El salón parecía más grande que de costumbre con la presencia de varios fablistanes, fotógrafos, camarógrafos y muchos de esos que llaman las funcionarias de los bancos privados y de las empresas de espectáculos, "los Vi.Ai.Pi".
En las primeras filas, los nominados declarados ya ganadores y con una sonrisa mejor que la de un comerciante después de hacer un buen negocio. El "Maestro de Ceremonias" era un hombre enjuto, de aspecto aparentemente sueco, de traje de ejecutivo de corporación capitalista, pero sospechosamente parecido al fulano "rabino". En otro extremo, alguien que aparentemente era un Rey (especie en extinción, para malestar de la Revista "Hola") igualmente bien trajeado, era quien entregaría los Premios y los cheques respectivos...porque un trabajo de esos, como el de los señores nominados, merece también su recompensa, ¿o no?. Presidía la reunión un gran retrato de ese gran hombre que tanto hizo por el bienestar y la paz del pueblo alemán y la humanidad (¿?) que sin embargo era austríaco...Don Adolf Hitler, claro que sin el uniforme nazi y con la mejor de sus rígidas sonrisas.
El presentador disfrazado, empezó su perorata: "Estamos aquí para reconocer un gran trabajo que se hace a favor de la Humanidad. Los mejores, elegidos democráticamente por las grandes corpor...perdón por elecciones libérrimas y pulquérrimas en los grandes medios de comunicación, están aquí para recibir no solo un premio en metálico, que solo es algo simbolico, sino un reconocimiento que muchas veces vale más que el dinero. El esfuerzo que se hace para que la humanidad siga existiendo en santa paz, asegurada por las grandes naciones llamadas a mantener el orden mundial vigente, realmente es inapreciable. Y, ahora, sin más preámbulos, haremos pasar uno a uno a quienes se hacen merecedores de nuestra Primera Entrega de los Premios "Adolf Hitler"...
El locutor continuó: "Nuestro primer premio de esta magna ceremonia: Premio por el Mantenimiento la Paz en el Medio Oriente: compartido entre Shimon Peres y Benjamin Netanyahu...". Una salva ensordecedora de aplausos estalló en medio de la gente de paltó, encorbatada y las señoras de alto coturno que ahogó las expresiones malhumoradas de la gente de la prensa y la televisión. Los mentados, un poco avergonzados de que los vincularan con Hitler, pero no de los crímenes de la Franja de Gaza recogieron sus premios a la velocidad del rayo, pero casi el Maestro de Ceremonias no podía evitar la "emoción" de tener tan cerca a sus ídolos de otra oportunidad, que casi comete alguna imprudencia. Por ahí, esquivando a los fablistanes y discutiendo por quien se quedaba con el cheque, los dos se alejaron prontamente.
Luego, fue entregado el "Gran Premio Especial a la Indiferencia ante el Pueblo". A última hora, una decisión "cocinada a fuego lento" evitó que el premio fuera compartido, porque sin duda el ganador había hecho méritos más que sobrados para hacerse el loco y fingir dolor e indignación, mientras que a sus conciudadanos los masacraba el ejército del Pueblo Preferido por...Yahveh, claro. Era interesante notar que a ese caballero, cuyo nombre me niego a decir, por un desliz imperdonable e inexplicable habia recibido la copia inestimable de la no menos estimada "Espada del Libertador". ¿Desde cuando El Libertador que murió pobre y casi desnudo en cama ajena y sin el consuelo de la caridad pública, se hizo el indiferente ante el clamor de quienes pedían libertad?. El caballero mencionado se acercó también a recoger el cheque, dejando su diploma para cuando estuvieran más "calmadas las cosas".
Después de tanta espera, al fín la SuperNova de la ceremonia tenia que ser nombrada. Era algo así como mencionar a quien gana el Primer Premio de la Lotería. El Maestro de Ceremonias sueco, con pinta rabínica, casi se desmaya al mencionar al receptor del Primer Gran Premio Por el Mantenimiento de la Paz: ¡Barack Hussein Obama!. El Mister, que empezaba a ser calificado en su idioma imperial como "A kind of white man" con paso atlético, más digno de Michael Jordan y con sus inevitables guardaespaldas con el maletín que contiene la "laptop" con la cual el respetable señor jugaría el endemoniado juego del "Trevian" y la "Atomic War", se acercó al escenario. Le pusieron su "gran collar de perro" como dice un familiar mio, le entregaron su diploma y él, que no toca el cochino dinero pero lo regala a manos llenas a sus "amigos" que dilapidan fortunas en bancos y corporaciones, dejó que el cheque lo recibiera uno de sus asistentes. A diferencia de los demás "pelajustanes de categoría" que le precedieron, como el Gran Premio a la Venta de la Soberanía, "Albaricoque Uribio Bocadillo de Vélez" que perdía la compostura a cada rato con las "necedades de su narcisismo rural", como si la gente de los campos se rebajara a tanto, Mister Obama estaba muy tranquilo. Con pose estudiada, pero mirando de reojo al teleprompter, el caballero pronunciaría unas palabras "edificantes" a favor del fenecido líder alemán y, acto seguido, admitiría que el "destino manifiesto" lo señaló a él y solo a él como el hombre indigno, pero merecedor al fin de semejante premio otorgado por enviar más y más soldados y más contratistas y más armas para evitar los peligros de las dictaduras religiosas que ponen en peligro...¿al planeta Marte, por lo rojo que es?.
Apenas abrió la boca para hablar, un periodista con pinta turca le arrojó un par de botas a la cara. Pero, no alcanzó a terminar la escena, cuando el despertador me devolvió a la realidad. "De la que se salvó Obama", pensé. Pero no creo que ninguno de estos personajes se salve de los zapatazos de Dios y de la Historia que están ahí para castigar las falsas grandezas, las ventas de la patria, las indiferencias y los genocidios.
¡QUE NO VUELVAN JAMÁS!.
Ramón Jaramillo
Primera Entrega de los Premios "Adolf Hitler" por el "bien general".
En el salón de prensa donde un "pseudo rabino" declaró su "amor" por el pueblo de la Franja de Gaza (http://www.aporrea.org/ddhh/a69603.html) se había preparado el escenario para lo que algunos analistas de "café con leche" (no tan descaminados en esta ocasión) llamaban "la verdadera entrega de los premios por la Paz Mundial...de los sepulcros". El salón parecía más grande que de costumbre con la presencia de varios fablistanes, fotógrafos, camarógrafos y muchos de esos que llaman las funcionarias de los bancos privados y de las empresas de espectáculos, "los Vi.Ai.Pi".
En las primeras filas, los nominados declarados ya ganadores y con una sonrisa mejor que la de un comerciante después de hacer un buen negocio. El "Maestro de Ceremonias" era un hombre enjuto, de aspecto aparentemente sueco, de traje de ejecutivo de corporación capitalista, pero sospechosamente parecido al fulano "rabino". En otro extremo, alguien que aparentemente era un Rey (especie en extinción, para malestar de la Revista "Hola") igualmente bien trajeado, era quien entregaría los Premios y los cheques respectivos...porque un trabajo de esos, como el de los señores nominados, merece también su recompensa, ¿o no?. Presidía la reunión un gran retrato de ese gran hombre que tanto hizo por el bienestar y la paz del pueblo alemán y la humanidad (¿?) que sin embargo era austríaco...Don Adolf Hitler, claro que sin el uniforme nazi y con la mejor de sus rígidas sonrisas.
El presentador disfrazado, empezó su perorata: "Estamos aquí para reconocer un gran trabajo que se hace a favor de la Humanidad. Los mejores, elegidos democráticamente por las grandes corpor...perdón por elecciones libérrimas y pulquérrimas en los grandes medios de comunicación, están aquí para recibir no solo un premio en metálico, que solo es algo simbolico, sino un reconocimiento que muchas veces vale más que el dinero. El esfuerzo que se hace para que la humanidad siga existiendo en santa paz, asegurada por las grandes naciones llamadas a mantener el orden mundial vigente, realmente es inapreciable. Y, ahora, sin más preámbulos, haremos pasar uno a uno a quienes se hacen merecedores de nuestra Primera Entrega de los Premios "Adolf Hitler"...
El locutor continuó: "Nuestro primer premio de esta magna ceremonia: Premio por el Mantenimiento la Paz en el Medio Oriente: compartido entre Shimon Peres y Benjamin Netanyahu...". Una salva ensordecedora de aplausos estalló en medio de la gente de paltó, encorbatada y las señoras de alto coturno que ahogó las expresiones malhumoradas de la gente de la prensa y la televisión. Los mentados, un poco avergonzados de que los vincularan con Hitler, pero no de los crímenes de la Franja de Gaza recogieron sus premios a la velocidad del rayo, pero casi el Maestro de Ceremonias no podía evitar la "emoción" de tener tan cerca a sus ídolos de otra oportunidad, que casi comete alguna imprudencia. Por ahí, esquivando a los fablistanes y discutiendo por quien se quedaba con el cheque, los dos se alejaron prontamente.
Luego, fue entregado el "Gran Premio Especial a la Indiferencia ante el Pueblo". A última hora, una decisión "cocinada a fuego lento" evitó que el premio fuera compartido, porque sin duda el ganador había hecho méritos más que sobrados para hacerse el loco y fingir dolor e indignación, mientras que a sus conciudadanos los masacraba el ejército del Pueblo Preferido por...Yahveh, claro. Era interesante notar que a ese caballero, cuyo nombre me niego a decir, por un desliz imperdonable e inexplicable habia recibido la copia inestimable de la no menos estimada "Espada del Libertador". ¿Desde cuando El Libertador que murió pobre y casi desnudo en cama ajena y sin el consuelo de la caridad pública, se hizo el indiferente ante el clamor de quienes pedían libertad?. El caballero mencionado se acercó también a recoger el cheque, dejando su diploma para cuando estuvieran más "calmadas las cosas".
Después de tanta espera, al fín la SuperNova de la ceremonia tenia que ser nombrada. Era algo así como mencionar a quien gana el Primer Premio de la Lotería. El Maestro de Ceremonias sueco, con pinta rabínica, casi se desmaya al mencionar al receptor del Primer Gran Premio Por el Mantenimiento de la Paz: ¡Barack Hussein Obama!. El Mister, que empezaba a ser calificado en su idioma imperial como "A kind of white man" con paso atlético, más digno de Michael Jordan y con sus inevitables guardaespaldas con el maletín que contiene la "laptop" con la cual el respetable señor jugaría el endemoniado juego del "Trevian" y la "Atomic War", se acercó al escenario. Le pusieron su "gran collar de perro" como dice un familiar mio, le entregaron su diploma y él, que no toca el cochino dinero pero lo regala a manos llenas a sus "amigos" que dilapidan fortunas en bancos y corporaciones, dejó que el cheque lo recibiera uno de sus asistentes. A diferencia de los demás "pelajustanes de categoría" que le precedieron, como el Gran Premio a la Venta de la Soberanía, "Albaricoque Uribio Bocadillo de Vélez" que perdía la compostura a cada rato con las "necedades de su narcisismo rural", como si la gente de los campos se rebajara a tanto, Mister Obama estaba muy tranquilo. Con pose estudiada, pero mirando de reojo al teleprompter, el caballero pronunciaría unas palabras "edificantes" a favor del fenecido líder alemán y, acto seguido, admitiría que el "destino manifiesto" lo señaló a él y solo a él como el hombre indigno, pero merecedor al fin de semejante premio otorgado por enviar más y más soldados y más contratistas y más armas para evitar los peligros de las dictaduras religiosas que ponen en peligro...¿al planeta Marte, por lo rojo que es?.
Apenas abrió la boca para hablar, un periodista con pinta turca le arrojó un par de botas a la cara. Pero, no alcanzó a terminar la escena, cuando el despertador me devolvió a la realidad. "De la que se salvó Obama", pensé. Pero no creo que ninguno de estos personajes se salve de los zapatazos de Dios y de la Historia que están ahí para castigar las falsas grandezas, las ventas de la patria, las indiferencias y los genocidios.
¡QUE NO VUELVAN JAMÁS!.
Ramón Jaramillo
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