sábado, 13 de marzo de 2010

La Disidencia no entiende de Socialismo

La Disidencia no entiende de Socialismo
Nadie dijo que sería fácil, que todos lo entenderían, al contrario, se entendió que los desposeídos y humildes, es decir las mayorías populares, serían quienes cerrarían filas en la marcha final
Raúl Bracho
En el momento en que la Revolución Bolivariana da vueltas al tornillo del socialismo para hacerlo mas severo, cuando se hace obvia la entrada a la era de una nueva economía estatista socialista, a la creación de las EPS ( Empresas de Producción Socialista), cuando se crean sistemas de distribución de las mercancías y se expropian cadenas de mega tiendas para poder hacer llegar la mercancía directamente al pueblo sin el valor de la ganancia, la plusvalía, sumando la red de mercados populares para la distribución de alimentos, se arrecian los ataques en contra del Presidente Comandante. Cuando se transforma la constitución para proteger jurídicamente estas nuevas formas de empresas ya no capitalistas y cuando el pueblo empieza a sentir su beneficio, entonces aumentan los niveles de angustia de los capitalistas y de los sectores que solo pretendían que el socialismo fuera “reformista”.
La conciencia de clase de un pueblo en lucha, de un pueblo acompañando el viraje a la izquierda representa un momento crucial en el fortalecimiento de la revolución, el pueblo sentirá lo que es el socialismo cuando pueda comparar el costo de un televisor, una nevera, una cama o la comida si lo adquiere en las tiendas capitalistas o si lo adquiere a precios sin plusvalía en el nuevo sistema económico sustituto. Obviamente que la gente buscará adquirir lo que es más económico y este proceso de diferenciación le hará saber de manera conciente la diferencia entre el sistema capitalista con su afán en la ganacia y el socialista. Es un paso revolucionario de máxima importancia. Un socialismo de Estado, es verdad, pero socialismo porque produce y reparte las mercancías sin robar, porque dignifica la vida del trabajador que la produce y no agrega el valor de máxima ganancia, y beneficia a las mayorías. Es el comienzo para llegar a un Estado Socialista, entiéndase un estado sin capitalismo, lo cual terminará de espantar a quienes pretendía que todo cambiara para que todo siguiera igual.
Ha sido muy notorio como se deslindan sectores que supuestamente progresistas han sentido que no quieren desprenderse de sus amañamientos a la burguesía, a lo privado, a lo exclusivo. Esa fricción es necesaria, es indicativo de que se avanza en pos de la revolución, nadie dijo que sería fácil, nadie que todos lo entenderían, siempre al contrario, se entendió que los desposeídos y humildes, es decir las mayorías populares, serían quienes cerrarían filas en la marcha final a la victoria. Quien tema a los cambios deberá definir sus posiciones, pero el nuevo orden deberá imponerse por voluntad de las mayorías y hacia esa victoria avanzamos.
Es cierto que el momento es importante pues las fuerzas de resistencia al cambio ya han emprendido sus campañas mediáticas. La revolución debe definirse más cada día en la confrontación de la lucha de clases, deberá, como lo hace, darle el poder al pueblo, al Consejo Comunal, a la Comuna, a la mujer y al hombre del barrio, del campo, al excluido, al humilde. Esta reacción de sectores que temen al marxismo, a los cambio cada vez más revolucionarios, ha despertado miedos en aquellos sectores minoritarios que apostaban a una convivencia entre dos aguas, aquellos que pretendían que nos dijéramos socialistas pero desde el mismo e inalterable orden capitalista. Cuando se consolida el socialismo como realidad cotidiana, como empresas socialistas de producción, como sistema de distribución de la mercancía más barata para la población, entonces la revolución se hace peligrosa para todos los que han seguido rentando en nuestro país y comienzan a expresarse todas las fuerzas contrarias a la revolución, dentro y fuera de nuestras filas, los sesudos analistas entonan sus cantaletas sobre marxismo de receta, sus comparaciones con experiencias del pasado, que solo apuestan a la confusión en un momento que está muy claro: se va hacia formas de producción no capitalistas y hacia la implementación del socialismo.
Impedir que se consolide el poder revolucionario con una Asamblea Nacional renovada, con cuadros nuevos, representados por líderes natos como Samán, como Mario Silva, como tantos otros que provienen de la base, quienes serán elegidos como candidatos por una elección directa de la base, es la reacción obligada de la oposición y de los sectores internos que temen perder sus prebendas y cuotas de poder. La Revolución no marcha hacia la prohibición de la propiedad privada individual, pero si, infatigable, contra la propiedad de los medios de producción social que han mantenido vivas las fuerzas explotadoras y capitalistas. De eso se trata lo que está ocurriendo en Venezuela y lo que seguramente ocurrirá en el resto del continente.
Desde lo interno ya se oyen las campañas que pretenden presentar a un Hugo Chávez “cansado y desgastado” ¡mentiras! Jamás ha tenido más brios y coraje nuestro comandante, jamás más compromiso con su pueblo y esto debemos gritarlo por toda la patria, es un ataque mediático para confundir y tratar de desestabilizarnos para que no se logre la victoria sobre el poder legislativo, tan importante para ellos empezar a desarmar toda la estructura de leyes que respaldan la profundización al socialismo. Los ataques externos, confabulándose las fuerzas mediático políticas del Departamento de Estado para repetir falsedades en el ámbito internacional y tratar de descalificar el mando de nuestro Comandante Presidente y así justificar una intervención armada de las fuerzas norteamericanas que no cuente con una reacción contraria a nivel mundial. Esto no podrán lograrlo, el mundo ya sabe que este pueblo expresa por medio de la elecciones lo que las mayorías prefieren y Venezuela se afirma en su proceso democrático.
Los profetas del desastre, los fraccionalistas, los divisionistas, los que pretenden confundir, cada día deben ser desenmascarados y combatidos para vencerlos, el pueblo tiene que saber el valor del momento histórico y dar la lucha por la continuidad y la profundización de esta hermosa revolución. Los ataques de la canalla arreciarán, pero no tendrán respuestas del pueblo, los discursos de los candidatos del pasado que en su incapacidad de organizarse se presentaran para tratar de obtener escaños en la nueva Asamblea Nacional no engañarán al pueblo, todos sabemos que lograrán su proporcionalidad como minoría, a la que renunciaron las últimas elecciones, pero no irán más allá de una tercera parte de la Asamblea Nacional y sin embargo tratarán de presentarse como vencedores y hay que estar pendientes cuando traten de vender estos resultados como un triunfo para convocar a los invasores, el pueblo debe estar en la calle, las organizaciones sociales dispuestas a la defensa de nuestras verdaderas victorias y a seguir presurosos la profundización de la revolución, el PSUV y sus fuerzas aliadas deberán asumir la tarea de limpiar nuestras organizaciones de corruptos, el Estado debe acelerar la Ley contra la Corrupción que permita enjuiciar y castigar a quienes roban en nombre de la revolución, se deberá sobre todo fortalecer el trabajo social en cada barrio, la ideología popular, la claridad de las bases y su disposición a la defensa de las victorias obtenidas en estos 11 años de lucha.
Cada mujer y hombre revolucionario debe asumir su puesto de lucha, su responsabilidad y firmeza ante quienes proclamen discursos ambiguos para confundir y dividir, exigir que las empresas socialistas le den al pueblo atención digna y justa, que la contraloría permita la denuncia cuando se equivoque el camino, que el Partido sea la herramienta para corregir fallas. Cada uno de nosotros tiene que dar esta batalla.
Colombia, el pueblo de Colombia dará la lucha por su revolución y debemos ser solidarios e internacionalistas con ellos. Si se impone el señor Santos en las elecciones tendremos un enemigo mucho más feroz que el narcotraficante de Uribe, que no tardará mucho en provocarnos, será el momento histórico para que se unan los pueblos para combatirlos y vencerlos, todo el continente deberá de ser una sola fuerza invencible, como decía el Che: “es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz!!”
Venceremos!!

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