miércoles, 31 de marzo de 2010

Moncayo agradece a Dios, a su papá, a Correa y a Chávez por su liberación

Después del medio día de ayer fue liberado en un lugar de las montañas de Colombia, el sargento Pablo Emilio Moncayo, que era el retenido con mayor tiempo en manos de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC
El sargento del Ejército de Colombia Pablo Emilio Moncayo, liberado el martes por las FARC, se declaró impactado por los avances tecnológicos y despojó a su padre de las cadenas que cargó por años para exigir su libertad.
El militar fue entregado en la selva a una misión humanitaria que lideró la senadora del Partido Liberal Piedad Córdoba y que estuvo integrada por representantes de la Iglesia Católica y del Comité Internacional de la Cruz Roja.
“Quiero agradecer en primer lugar a Dios, a mi papá por su labor titánica, incansable”, dijo Moncayo refiriéndose a las caminatas de su padre, el profesor Gustavo Moncayo, quien recorrió miles de kilómetros para exigir a las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) su liberación.
El militar, quien puso fin a un drama de 12 años y tres meses, uno de los más prolongados en la historia de Colombia, agradeció a los presidentes de Ecuador, Rafael Correa; de Venezuela, Hugo Chávez, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, las gestiones que hicieron por su libertad.
“Todo ha cambiado, la tecnología me deja supremamente admirado, todos los avances tecnológicos”, dijo Moncayo en una conferencia de presa rodeado por su familia y luciendo un uniforme camuflado.
El militar aseguró que portó con honor el uniforme del ejército y que lo hizo “por amor al pueblo de Colombia” y a la institución a la que pertenece.
En Sandoná, un pueblo del departamento de Nariño donde nació el militar hace 32 años, sus habitantes vestidos de blanco salieron a celebrar su libertad en medio de bandas y música popular.
“No saben cuan asombroso es volver a ver civilización”, dijo el sargento quien reveló que cuando su padre empezó a caminar por su libertad estaba enfermo en medio de la selva y se apoyaba con muletas para sus desplazamientos.
“Fue algo muy duro para mí, demasiado duro ver a mi padre en esas circunstancias”, recordó el militar con la voz pausada al destacar el apoyo que recibió de sus compañeros de cautiverio que quedaron en la selva.
Moncayo dijo que tomó una decisión sobre su futuro como militar pero se abstuvo de compartirla públicamente, mientras que calificó como “un cambio radical”, la transformación de su familia.
El militar se negó a expresar una opinión sobre las FARC y aseguró que la misma no cambia el transcurso de la historia de Colombia.
“Sencillamente existen en Colombia, son una realidad, no se les pueda negar, por más que se quiera no se les puede negar, parecen invisibles pero ahí están”, afirmó.
Antes de concluir sus declaraciones Moncayo retiró de las manos de su padre las cadenas que cargó por años para exigir su libertad y las arrojó al piso.

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