lunes, 28 de septiembre de 2009

Víctor Jara: la canción del pueblo que nunca muere

Víctor Jara: la canción del pueblo que nunca muere
Caracas, 27 Sep. ABN.- Te recuerdo Amanda, Tonada para guitarra, A Cuba, Canción de cuna para un niño vago, Canción del minero y Canto Libre son algunas de las obras musicales del inolvidable Víctor Jara, cantor de los pueblos que todavía sigue vivo en sus canciones y en las luchas de las naciones.
El 28 de septiembre de 1932 nació el músico, cantautor y director de teatro chileno, quien se convirtió en un referente internacional de la canción reivindicativa y de cantautor.
Vilmente asesinado durante la represión que siguió al golpe de Estado de Pinochet contra el gobierno democrático de Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, Jara tuvo alma de músico desde niño.
Su madre, que cantaba, tocaba el piano y era una creadora innata, le enseñó sus primeros cantos. Tras ser abandonados por el padre, Víctor se trasladó a Santiago con su madre y sus hermanos, y en un cité de la población Los Nogales pasó sus años de adolescente.
Tenía sólo 15 años cuando la muerte de su madre lo dejó en el absoluto desamparo. La soledad lo llevó a buscar refugio en la vocación sacerdotal y fue así como ingresó en 1947 al Seminario Redentorista de San Bernardo.
Atraído por el canto gregoriano y por la actividad intelectual del Seminario, permaneció allí casi dos años, hasta que descubrió que su vocación no era la religiosa.
En 1957, Víctor Jara ingresó a la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, para estudiar actuación.
La expresión a través de la palabra y el gesto era una veta que Víctor desarrollaría en forma paralela al canto. Por esos años conoció a Violeta Parra, quien lo incitó a seguir cantando, y no sólo le enseñó varias de sus canciones, sino que además le pidió opinión sobre sus propias creaciones. Víctor repitió después este ejercicio con las generaciones de músicos que aprendieron de su canto.
Durante la década que comenzó en 1960, trabajó componiendo y cantando. Además, fue director teatral, investigador del folclore y de los instrumentos indígenas, actor, dramaturgo y libretista.
En 1960, Jara recibió el título de director teatral, fue miembro estable del directorio del Instituto del Teatro de la Universidad de Chile y profesor de actuación de la Escuela de Teatro de la misma universidad.
En 1964 comenzó a dirigir el montaje de importantes obras, como Los invasores, de Egon Wolf; Parecido a la felicidad, de Alejandro Sieveking, y Ánimas de día claro, del mismo autor, obra con la que recorrió varios países de América Latina.
No obstante, la cima de su carrera teatral llegó en 1965, cuando dirigió el montaje de las obras La remolienda, también de Sieveking, y La maña, de Ann Jellicoe, que lo llevaron a obtener el premio “Laurel de Oro”, como mejor director del año.
El reconocimiento internacional no tardó en llegar, y en 1967 fue invitado a Inglaterra por el Consejo Británico, oportunidad en que recibió el premio de 'La Crítica' por su dirección de la obra Entretengamos a Mr. Slone.
Estando en Inglaterra compuso la que fuera una de sus canciones más conocidas, Te recuerdo, Amanda, dedicada a sus padres, Amanda y Manuel.
Por esos años tumultuosos y agitados, Víctor Jara conoció a Joan Turner, su profesora de expresión corporal en la Escuela de Actuación de la Universidad de Chile, y quien se convertiría años después en su esposa. Tuvieron una hija, llamada Amanda.
Pese a su importante trayectoria en el teatro, fue sin duda en la composición y el canto donde Víctor Jara obtuvo el más alto de los reconocimientos. Siguiendo la influencia de Violeta Parra, quien lo impresionó profundamente, él explotó la veta del canto folclórico y popular, homenajeando a los hombres de su tierra.
Fue uno de los fundadores y el más alto exponente del movimiento de la Nueva Canción Chilena, en el que se consagró la canción militante. Víctor compartió esta nueva expresión del canto popular con grupos como Inti Illimani, Quilapayún, los Parra y otros.
Siendo militante de las Juventudes Comunistas, en 1970 Jara participó activamente en la campaña presidencial de Salvador Allende, realizando recitales por todo el país.
Las composiciones que creó en esta época, El manifiesto y La plegaria de un labrador, dieron cuenta del compromiso del artista con los movimientos sociales y los gérmenes revolucionarios que nacieron.
Tras el triunfo de Salvador Allende en las elecciones presidenciales de 1970, Víctor asumió un rol preponderante en el desarrollo cultural y político del país. Se le otorgó el cargo de embajador cultural del gobierno de la Unidad Popular, que desempeñó desde 1971 hasta su muerte.
En calidad de embajador cultural, Víctor Jara llevó su canto a importantes escenarios mundiales. En 1972 realizó una gira musical a la Unión Soviética y Cuba. Ese mismo año fue invitado al Congreso de Música Latinoamericana, organizado por la Casa de las Américas en La Habana.
Tras su regreso a Chile, dirigió el homenaje que se le hizo al poeta Pablo Neruda luego de recibir el Premio Nobel de Literatura.
En 1973 también se desempeñaba como docente en el Departamento de Comunicaciones de la Universidad Técnica del Estado.
El día 11 de septiembre de 1973, durante el golpe militar, Víctor Jara fue detenido junto a un grupo de profesores y alumnos que se encontraban en la Universidad Técnica del Estado. Luego de su aprehensión, fue trasladado al Estadio Chile.
En 1990 la Comisión Verdad y Reconciliación determinó que Víctor Jara fue acribillado el 16 de septiembre de 1973 en el Estadio Chile. Sus restos descansan en el Cementerio General, pero su alma quedó en su canto.

'Que el canto tiene sentido,
cuando palpita en las venas
del que morirá cantando
las verdades verdaderas,
no las lisonjas fugaces
ni las famas extranjeras
sino el canto de una lonja
hasta el fondo de la tierra.'

'Ahí donde llega todo
y donde todo comienza,
canto que ha sido valiente
siempre será canción nueva.'
'Manifiesto' - Victor Jara

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