Es tu sesenta y siete aniversario, Poeta de la Inmensidad. Ninguno de tus versos se arrastra. No cabe una letra de miseria humana en tu poesía. Hasta la canción metralla contra el odiado opresor se hace con magnanimidad.
Tu mirada universal busca siempre lo profundo. Busca la verdad social, la raíz de la injusticia, la salida hacia un mundo nuevo.
De alguna forma fuiste navegante de lejanías. Tu respiración atraía el horizonte. Caminando por la playa, tu alma es el océano.
Recurres al mar como elemento de crianza, como matriz de tu más recóndito ser. Asumes el cielo, porque sólo el cielo alcanza con su enamorado éter, la cósmica distancia hasta el límite del mar.
Nos dijiste: “Si estás lejos de la envidia, tendrás cielo despejado”, para curarnos de esa malvada herencia de las sociedades clasistas, de gentes pobres de espíritu, tristes acomplejados que sufren por la gloria del otro.
Nos cantaste: “Velero será siempre el hombre, y el mar, es la vida intensa, y el hombre navegando en ella, naufraga y se pierde si no tiene impulso”, para que fuéramos corajudos ante las dificultades de la lucha.
Nos legaste un acervo de sentires y lecciones con savia popular pura. Porque nunca tuvimos tanta patria y tanta dignidad como cuando tus canciones inundaron las gargantas de este pueblo haciendo añicos los siglos de silencio.
Tus huellas sobre esta tierra son acordes para armar la melodía colectiva, la marcha triunfante de los pueblos que comienzan a labrar su propia historia. Todas tus premoniciones se van materializando con la luz del mediodía, con el sol a medio cielo.
La inmensidad es una presencia telúrica en tu obra. La humanidad cabe en una pequeña cancioncilla que estremece a los sensibles. Andar descalzo habla de una solidaridad permanente y de inspiraciones sublimes inmunes al mercado.
La generosidad es un don de los seres elevados. Tu diálogo cara a cara con el firmamento te granjeó su amistad, así nos dijiste en tu canción de despedida: “camarada es el cielo con su generoso azul”. Hubo lluvia de estrellas.
Antes habías pronosticado que “limpia sangre germinará sobre el mar”. Jamás te dejaste atrapar por la objetividad reaccionaria. Sin la utopía no se vive, sólo se existe. Sin la poesía que germina en la esperanza ningún futuro será mejor que la muerte.
Por eso tus elementos no son las nimias propiedades pequeñoburguesas. Tu creación no se detiene en el sofá ni malgasta adoraciones al poder. De allí la grandeza y trascendencia de cada nota del cuatro en tus manos, de la guitarra que acaricias, del grito en que echas a volar tu palabra, esa que por dentro quema y te da sed.
La sed oceánica de esas gaviotas que vuelan a tu orilla, la seducción marina que crea sirenas lo mismo que suspiros, el anhelo de espacio para soltar las aves que anidan festivas en tu corazón.
Todo lo bueno que ocurre en este presente es cosecha de tu particular huerto frutal. Porque aún desde esa extraña distancia donde estás, sigues amaneciéndonos con el alimento que nutre pueblos libres.
Ildefonso Finol Constituyente
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador
Tu mirada universal busca siempre lo profundo. Busca la verdad social, la raíz de la injusticia, la salida hacia un mundo nuevo.
De alguna forma fuiste navegante de lejanías. Tu respiración atraía el horizonte. Caminando por la playa, tu alma es el océano.
Recurres al mar como elemento de crianza, como matriz de tu más recóndito ser. Asumes el cielo, porque sólo el cielo alcanza con su enamorado éter, la cósmica distancia hasta el límite del mar.
Nos dijiste: “Si estás lejos de la envidia, tendrás cielo despejado”, para curarnos de esa malvada herencia de las sociedades clasistas, de gentes pobres de espíritu, tristes acomplejados que sufren por la gloria del otro.
Nos cantaste: “Velero será siempre el hombre, y el mar, es la vida intensa, y el hombre navegando en ella, naufraga y se pierde si no tiene impulso”, para que fuéramos corajudos ante las dificultades de la lucha.
Nos legaste un acervo de sentires y lecciones con savia popular pura. Porque nunca tuvimos tanta patria y tanta dignidad como cuando tus canciones inundaron las gargantas de este pueblo haciendo añicos los siglos de silencio.
Tus huellas sobre esta tierra son acordes para armar la melodía colectiva, la marcha triunfante de los pueblos que comienzan a labrar su propia historia. Todas tus premoniciones se van materializando con la luz del mediodía, con el sol a medio cielo.
La inmensidad es una presencia telúrica en tu obra. La humanidad cabe en una pequeña cancioncilla que estremece a los sensibles. Andar descalzo habla de una solidaridad permanente y de inspiraciones sublimes inmunes al mercado.
La generosidad es un don de los seres elevados. Tu diálogo cara a cara con el firmamento te granjeó su amistad, así nos dijiste en tu canción de despedida: “camarada es el cielo con su generoso azul”. Hubo lluvia de estrellas.
Antes habías pronosticado que “limpia sangre germinará sobre el mar”. Jamás te dejaste atrapar por la objetividad reaccionaria. Sin la utopía no se vive, sólo se existe. Sin la poesía que germina en la esperanza ningún futuro será mejor que la muerte.
Por eso tus elementos no son las nimias propiedades pequeñoburguesas. Tu creación no se detiene en el sofá ni malgasta adoraciones al poder. De allí la grandeza y trascendencia de cada nota del cuatro en tus manos, de la guitarra que acaricias, del grito en que echas a volar tu palabra, esa que por dentro quema y te da sed.
La sed oceánica de esas gaviotas que vuelan a tu orilla, la seducción marina que crea sirenas lo mismo que suspiros, el anhelo de espacio para soltar las aves que anidan festivas en tu corazón.
Todo lo bueno que ocurre en este presente es cosecha de tu particular huerto frutal. Porque aún desde esa extraña distancia donde estás, sigues amaneciéndonos con el alimento que nutre pueblos libres.
Ildefonso Finol Constituyente
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador
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