Fotografía para un imprescindible viaje al centro de uno mismo
Imagen de los zapatos que llevaba el Che cuando lo asesinaron en Bolivia. Esta foto fue tomada cuando el guerrillero estaba muerto.
Marta O. Carreras Rivery
No conocíamos esa imagen. La vimos en Moscú en un encuentro que sostuvimos en la sede diplomática de Cuba con la Embajadora de Bolivia María Luisa Ramos. La fecha del 8 de octubre nos movía instintivamente a cubanos y bolivianos a abrazarnos en la memoria común.
Nuestros hijos cantaron al hombre de la boina negra y la estrella, al de la barba rala y la mirada segura y serena, al líder de las batallas y las horas difíciles de la Revolución, al compañero de Fidel, Camilo, Almeida y Raúl, al paradigma de revolucionario cabal que aspiramos ser.
De retorno, las sinceras y emocionadas palabras de la Embajadora, una carta y esta sobrecogedora fotografía tomada por alguien hace 42 años atrás en su natal Bolivia, acaso un detalle de otra mayor, aún no lo sé: eran los pies inertes del Che, rodeados de harapos cual improvisado calzado; pies marcados por inhóspitos parajes de selvas y montañas; pies heridos por la metralla y la traición como recurso de impotencia frente a la voluntad férrea del hombre que los habitó.
El silencio se apoderó de la sala y las lágrimas de los rostros: habíamos viajado al centro de nosotros mismos a quemar nuestras miserias. Al frente estaba la imagen última de los pies del insigne ministro a quien las mieles del poder y la gloria no lograron seducir jamás.
A 42 años de su caída en combate por un destino mejor para Latinoamérica y el mundo, sirva esta imagen de hombre real cual brújula para nunca equivocar, dondequiera que estemos, compromiso y camino.--
"LA ÚNICA LUCHA QUE SE PIERDE, ES LA QUE SE ABANDONA"
Imagen de los zapatos que llevaba el Che cuando lo asesinaron en Bolivia. Esta foto fue tomada cuando el guerrillero estaba muerto.
Marta O. Carreras Rivery
No conocíamos esa imagen. La vimos en Moscú en un encuentro que sostuvimos en la sede diplomática de Cuba con la Embajadora de Bolivia María Luisa Ramos. La fecha del 8 de octubre nos movía instintivamente a cubanos y bolivianos a abrazarnos en la memoria común.
Nuestros hijos cantaron al hombre de la boina negra y la estrella, al de la barba rala y la mirada segura y serena, al líder de las batallas y las horas difíciles de la Revolución, al compañero de Fidel, Camilo, Almeida y Raúl, al paradigma de revolucionario cabal que aspiramos ser.
De retorno, las sinceras y emocionadas palabras de la Embajadora, una carta y esta sobrecogedora fotografía tomada por alguien hace 42 años atrás en su natal Bolivia, acaso un detalle de otra mayor, aún no lo sé: eran los pies inertes del Che, rodeados de harapos cual improvisado calzado; pies marcados por inhóspitos parajes de selvas y montañas; pies heridos por la metralla y la traición como recurso de impotencia frente a la voluntad férrea del hombre que los habitó.
El silencio se apoderó de la sala y las lágrimas de los rostros: habíamos viajado al centro de nosotros mismos a quemar nuestras miserias. Al frente estaba la imagen última de los pies del insigne ministro a quien las mieles del poder y la gloria no lograron seducir jamás.
A 42 años de su caída en combate por un destino mejor para Latinoamérica y el mundo, sirva esta imagen de hombre real cual brújula para nunca equivocar, dondequiera que estemos, compromiso y camino.--
"LA ÚNICA LUCHA QUE SE PIERDE, ES LA QUE SE ABANDONA"
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