Es allanada y descubierto en Los Acosta, en un sitio conocido como El Garabato, el sitio donde las guerrillas fabricaban armas y explosivos.
Estaba ubicado cerca de la población mirandina de San Antonio de los Altos, el arsenal del Partido Comunista de Venezuela formado por centenares de granadas fragmentarias, bombas de mano, pólvora negra, minas antitanques, detonantes, explosivos, mechan industriales, cacerinas y miles de proyectiles.-
José Vicente Scorza: "La Guerrilla contaba con El Garabato, que quedaba en los Teques.
El Garabato fue una operación propuesta por Vicente García Ucejo; Fruto Vivas y otros compañeros.
Estaba ubicado cerca de la población mirandina de San Antonio de los Altos, el arsenal del Partido Comunista de Venezuela formado por centenares de granadas fragmentarias, bombas de mano, pólvora negra, minas antitanques, detonantes, explosivos, mechan industriales, cacerinas y miles de proyectiles.-
José Vicente Scorza: "La Guerrilla contaba con El Garabato, que quedaba en los Teques.
El Garabato fue una operación propuesta por Vicente García Ucejo; Fruto Vivas y otros compañeros.
A Fruto le correspondía diseñar el techo de la estructura del local bajo tierra; en la construcción y el montaje trabajaron arduamente varios hombres.
Consiguieron una parcela en la que había una granja de pollos en Los Teques; la cual se utilizaba para despistar a los habitantes del caserío cercano a la zona y creo que por un buen tiempo eso funcionó. García Ucejo vivió unos meses con nosotros. Con él me inicié en el quehacer de explosivos; más tarde lo perfeccionaría en Pekín.
Este compañero, cuyo seudónimo era Luís estaba muy comprometido no sólo con nuestra lucha, sino con la lucha revolucionaria de toda la América Latina. Vicente pasaba semanas encerrado en El Garabato y algunas veces, sufría y se angustiaba mucho con el encierro; siempre creímos que sufría de claustrofobia; por lo que valorábamos aún más su sacrificio.
Algunas veces se veía obligado a salir. En ese receso, nos visitaba. Creo que también su intención era respirar aire fresco y recrearse, luego de esa hazaña tan peligrosa, hecha bajo tierra.
Yo pude conocer el interior de El Garabato porque un día el partido planificó un curso sobre explosivos, dirigido a los militantes que ya habíamos comenzado a trabajar en esa área.
Recuerdo que un compañero que se encontraba en el frente de Oriente, quien también había sido elegido para participar en ese entrenamiento, en lugar de asumir personalmente la responsabilidad; la delegó en un compañero que había sido Guardia Nacional, cuyo apellido era Chirinos y optó por dar riendas sueltas a su amor por una de las camaradas.
El ex guardia nacional desde hace tiempo había decidido pasarse a las filas de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. Esa irresponsabilidad del compañero de oriente, al pasar el tiempo, se revertiría en contra de nosotros y de la organización.
Este entrenamiento fue en los espacios de El Garabato, nunca se me olvida que como garantía y seguridad especial del lugar donde se encontraba este sótano, fuimos trasladados con los ojos vendados.
Una de las cosas ingeniosas que allí hizo el camarada Vicente, fue una red de tubos de vidrios para la destilación durante la fabricación del ácido nítrico; pues el que se vende es un ácido muy diluido y, para el uso militar y para la preparación de explosivos se necesita un ácido nítrico de alta concentración.
A esa fábrica la volvieron añicos en un allanamiento, lo más valioso que había allí era el sistema construido para la producción de ácido nítrico.Con las ráfagas rompieron toda la red de tubos de vidrio para destilar.
Cuando cayó herido Ucejo, en el bolsillo de su pantalón, encontraron una libreta con todas nuestras direcciones.
Aquellas ráfagas también volvieron añicos nuestros sueños de transformación y cambio. Recuerdo que en mis interminables horas de insomnio en la cárcel, pasaba la película de nuestras experiencias revolucionarias y en ella, parafraseando al poeta Neruda: digo que con una gota de sangre en su sonrisa veía yo al camarada García Ucejo.
Consiguieron una parcela en la que había una granja de pollos en Los Teques; la cual se utilizaba para despistar a los habitantes del caserío cercano a la zona y creo que por un buen tiempo eso funcionó. García Ucejo vivió unos meses con nosotros. Con él me inicié en el quehacer de explosivos; más tarde lo perfeccionaría en Pekín.
Este compañero, cuyo seudónimo era Luís estaba muy comprometido no sólo con nuestra lucha, sino con la lucha revolucionaria de toda la América Latina. Vicente pasaba semanas encerrado en El Garabato y algunas veces, sufría y se angustiaba mucho con el encierro; siempre creímos que sufría de claustrofobia; por lo que valorábamos aún más su sacrificio.
Algunas veces se veía obligado a salir. En ese receso, nos visitaba. Creo que también su intención era respirar aire fresco y recrearse, luego de esa hazaña tan peligrosa, hecha bajo tierra.
Yo pude conocer el interior de El Garabato porque un día el partido planificó un curso sobre explosivos, dirigido a los militantes que ya habíamos comenzado a trabajar en esa área.
Recuerdo que un compañero que se encontraba en el frente de Oriente, quien también había sido elegido para participar en ese entrenamiento, en lugar de asumir personalmente la responsabilidad; la delegó en un compañero que había sido Guardia Nacional, cuyo apellido era Chirinos y optó por dar riendas sueltas a su amor por una de las camaradas.
El ex guardia nacional desde hace tiempo había decidido pasarse a las filas de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. Esa irresponsabilidad del compañero de oriente, al pasar el tiempo, se revertiría en contra de nosotros y de la organización.
Este entrenamiento fue en los espacios de El Garabato, nunca se me olvida que como garantía y seguridad especial del lugar donde se encontraba este sótano, fuimos trasladados con los ojos vendados.
Una de las cosas ingeniosas que allí hizo el camarada Vicente, fue una red de tubos de vidrios para la destilación durante la fabricación del ácido nítrico; pues el que se vende es un ácido muy diluido y, para el uso militar y para la preparación de explosivos se necesita un ácido nítrico de alta concentración.
A esa fábrica la volvieron añicos en un allanamiento, lo más valioso que había allí era el sistema construido para la producción de ácido nítrico.Con las ráfagas rompieron toda la red de tubos de vidrio para destilar.
Cuando cayó herido Ucejo, en el bolsillo de su pantalón, encontraron una libreta con todas nuestras direcciones.
Aquellas ráfagas también volvieron añicos nuestros sueños de transformación y cambio. Recuerdo que en mis interminables horas de insomnio en la cárcel, pasaba la película de nuestras experiencias revolucionarias y en ella, parafraseando al poeta Neruda: digo que con una gota de sangre en su sonrisa veía yo al camarada García Ucejo.
2 comentarios:
René Baralt dice:
2009/10/30 en 17:46El lugar es conocido como Las Polonias viejas, que aun existe a pesar del desarrollo urbano de San Antonio. Extraña que no se haga mención al hecho que su allanamiento fue producto de la delación de Nuñes Tenorio. Quien años después fue ajusticiado. Ni tampoco de la muerte de un nominado al premio Nobel de la Paz de origen español que fue muerto en esa acción. Hay historias que hay que empezar a escribir.
Tengo grabada una entrevista al Comandante Garabato, en lo que la suba a Youtube les aviso por aquí
El delator no fue Nuñez Tenorio (a) Luisito, fue HC (a) Pantaleón, el responsable muerto en el allanamiento no era ganador del Premio Nobel de la Paz, sino de la Quimica, se llamaba Vicente García Aucejo, español internacionalista.
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