Nuestra reivindicación del guevarismo
En las puertas de otro octubre volvemos a conmemorar un nuevo aniversario de la caída en combate del Comandante Guevara. Lo hacemos desde nuestra militancia revolucionaria cotidiana y exponemos, aquí, los fundamentos de nuestra reivindicación de Guevara tal como surge del Marco Estratégico del MIR.
La disputa política por el legado político de Ernesto “Che” Guevara asume en la actualidad múltiples formas. En algunos casos se utiliza la figura del Che para ligarlo a proyectos políticos de “capitalismo nacional”, vaciando de este modo la sustancia revolucionaria de su práctica y pensamiento. En otras ocasiones, se reduce su ejemplo al de simple referente ético, por lo cual su reivindicación queda acotada a su abnegación y consecuencia militante.
Por el contrario, nuestra reivindicación pretende recuperarlo como un militante revolucionario, con sus aciertos y errores, pero desde las necesidades del movimiento vivo de la lucha política por el socialismo. El guevarismo emerge en América Latina como el intento más consecuente por articular una alternativa revolucionaria al reformismo de los Partidos Comunistas stalinizados.
Bajo el influjo de la Revolución Cubana, el Che protagoniza e inspira los intentos más radicales por dar una respuesta integral, con vocación de poder, al problema de la revolución en una coyuntura crucial de la lucha de clases a nivel mundial.
Si bien en un corto tiempo el Che dio forma a una producción teórica significativa, fue por la vía de la práctica donde rompe con la ortodoxia stalinista, su concepción etapista de la revolución y con la teoría del “socialismo en un solo país”. Con su praxis revolucionaria, el guevarismo postuló una estrategia continental, puso sobre la mesa el problema del poder y la imposibilidad del tránsito pacífico al socialismo.
En el marco de esta política general llevó adelante una batalla inclaudicable contra el imperialismo, asociándola siempre a la pelea por la revolución socialista. En este sentido, va dirigida su histórica consigna: “no hay más cambios que hacer, o revolución socialista o caricatura de revolución” (Mensaje a la Tricontinental, 1967).
El Che tenía perfectamente claro el rol servil de las burguesías autóctonas de nuestro continente, las que, según sus palabras, “han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo –si alguna vez la tuvieron- y sólo forman su furgón de cola”.
Por eso no depositaba ninguna confianza en fracción alguna de las clases dominantes y asumía que la revolución de los pueblos de nuestro continente debía desarrollarse de forma ininterrumpida en un sentido socialista, que ésa era la única vía posible para conquistar la liberación de trabajadores, campesinos y del conjunto de los explotados de América Latina.
En toda su trayectoria revolucionaria el Che dio sobradas muestras de su vocación internacionalista, trascendiendo radicalmente cualquier forma de nacionalismo estrecho. Con sus acciones materializó en hechos concretos su confianza en la potencialidad de la acción humana en la transformación revolucionaria y la construcción del socialismo.
Abrevar firmemente en esta dimensión de su legado es vital también para relanzar una alternativa revolucionaria en nuestros días. En “El socialismo y el hombre en Cuba” (1965) explica:“Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida (…)
La base económica adaptada ha hecho su trabajo de zapa sobre el desarrollo de la conciencia. Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo”.
Es desde esta perspectiva que el Che defendía la necesidad de los estímulos morales para movilizar a las masas.No por casualidad pudo ver con asombrosa anticipación y lucidez los riesgos que suponía la utilización de categorías de mercado en los intentos de construcción del socialismo, al favorecer las tendencias a la restauración capitalista, como décadas después se evidenció con la caída de la URSS
En las puertas de otro octubre volvemos a conmemorar un nuevo aniversario de la caída en combate del Comandante Guevara. Lo hacemos desde nuestra militancia revolucionaria cotidiana y exponemos, aquí, los fundamentos de nuestra reivindicación de Guevara tal como surge del Marco Estratégico del MIR.
La disputa política por el legado político de Ernesto “Che” Guevara asume en la actualidad múltiples formas. En algunos casos se utiliza la figura del Che para ligarlo a proyectos políticos de “capitalismo nacional”, vaciando de este modo la sustancia revolucionaria de su práctica y pensamiento. En otras ocasiones, se reduce su ejemplo al de simple referente ético, por lo cual su reivindicación queda acotada a su abnegación y consecuencia militante.
Por el contrario, nuestra reivindicación pretende recuperarlo como un militante revolucionario, con sus aciertos y errores, pero desde las necesidades del movimiento vivo de la lucha política por el socialismo. El guevarismo emerge en América Latina como el intento más consecuente por articular una alternativa revolucionaria al reformismo de los Partidos Comunistas stalinizados.
Bajo el influjo de la Revolución Cubana, el Che protagoniza e inspira los intentos más radicales por dar una respuesta integral, con vocación de poder, al problema de la revolución en una coyuntura crucial de la lucha de clases a nivel mundial.
Si bien en un corto tiempo el Che dio forma a una producción teórica significativa, fue por la vía de la práctica donde rompe con la ortodoxia stalinista, su concepción etapista de la revolución y con la teoría del “socialismo en un solo país”. Con su praxis revolucionaria, el guevarismo postuló una estrategia continental, puso sobre la mesa el problema del poder y la imposibilidad del tránsito pacífico al socialismo.
En el marco de esta política general llevó adelante una batalla inclaudicable contra el imperialismo, asociándola siempre a la pelea por la revolución socialista. En este sentido, va dirigida su histórica consigna: “no hay más cambios que hacer, o revolución socialista o caricatura de revolución” (Mensaje a la Tricontinental, 1967).
El Che tenía perfectamente claro el rol servil de las burguesías autóctonas de nuestro continente, las que, según sus palabras, “han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo –si alguna vez la tuvieron- y sólo forman su furgón de cola”.
Por eso no depositaba ninguna confianza en fracción alguna de las clases dominantes y asumía que la revolución de los pueblos de nuestro continente debía desarrollarse de forma ininterrumpida en un sentido socialista, que ésa era la única vía posible para conquistar la liberación de trabajadores, campesinos y del conjunto de los explotados de América Latina.
En toda su trayectoria revolucionaria el Che dio sobradas muestras de su vocación internacionalista, trascendiendo radicalmente cualquier forma de nacionalismo estrecho. Con sus acciones materializó en hechos concretos su confianza en la potencialidad de la acción humana en la transformación revolucionaria y la construcción del socialismo.
Abrevar firmemente en esta dimensión de su legado es vital también para relanzar una alternativa revolucionaria en nuestros días. En “El socialismo y el hombre en Cuba” (1965) explica:“Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida (…)
La base económica adaptada ha hecho su trabajo de zapa sobre el desarrollo de la conciencia. Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo”.
Es desde esta perspectiva que el Che defendía la necesidad de los estímulos morales para movilizar a las masas.No por casualidad pudo ver con asombrosa anticipación y lucidez los riesgos que suponía la utilización de categorías de mercado en los intentos de construcción del socialismo, al favorecer las tendencias a la restauración capitalista, como décadas después se evidenció con la caída de la URSS
No hay comentarios:
Publicar un comentario