Abril, la confrontación sigue presente
Aurelio Gil Beroes
Una histórica confrontación política entre dos bloques sociales con intereses políticos y económicos opuestos, postergada por largo tiempo, parece ser la causa fundamental del azaroso proceso que ha vivido Venezuela en las últimas décadas, y que tuvo en el golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez, el 11 de abril de 2002, una de sus manifestaciones más relevantes.
Como se recordará, aquel día, hacen ya ocho años, en Caracas ocurrieron violentos sucesos que se extendieron a otras ciudades y que en un lapso de 47 horas arrojarían el insólito resultado de un presidente Constitucional depuesto por un golpe de Estado y devuelto al poder por presión de las mayorías populares en alianza con militares leales.
Parte de ese saldo fue también, la trágica muerte de 19 venezolanos, unas fuerzas armadas divididas, el país polarizado y el mundo en vilo por esos acontecimientos.
Los sucesos de abril de 2002 tuvieron como antecedente fáctico el paro empresarial de diciembre de 2001, que tuvo carácter insurreccional, aunque no logró los objetivos que sus promotores se habían planteado.
En 2002, y antes del mes de abril, las tensiones políticas y sociales se acentuaron, sobre todo por la respuesta que dieron el empresariado, la oligarquía, las corporaciones mediáticas y la cúpula de la iglesia católica venezolana al primer grupo de leyes que formuló el gobierno por la vía habilitante, especialmente, tres normas: la ley de tierras, ley de pesca y ley de hidrocarburos.
Aurelio Gil Beroes
Una histórica confrontación política entre dos bloques sociales con intereses políticos y económicos opuestos, postergada por largo tiempo, parece ser la causa fundamental del azaroso proceso que ha vivido Venezuela en las últimas décadas, y que tuvo en el golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez, el 11 de abril de 2002, una de sus manifestaciones más relevantes.
Como se recordará, aquel día, hacen ya ocho años, en Caracas ocurrieron violentos sucesos que se extendieron a otras ciudades y que en un lapso de 47 horas arrojarían el insólito resultado de un presidente Constitucional depuesto por un golpe de Estado y devuelto al poder por presión de las mayorías populares en alianza con militares leales.
Parte de ese saldo fue también, la trágica muerte de 19 venezolanos, unas fuerzas armadas divididas, el país polarizado y el mundo en vilo por esos acontecimientos.
Los sucesos de abril de 2002 tuvieron como antecedente fáctico el paro empresarial de diciembre de 2001, que tuvo carácter insurreccional, aunque no logró los objetivos que sus promotores se habían planteado.
En 2002, y antes del mes de abril, las tensiones políticas y sociales se acentuaron, sobre todo por la respuesta que dieron el empresariado, la oligarquía, las corporaciones mediáticas y la cúpula de la iglesia católica venezolana al primer grupo de leyes que formuló el gobierno por la vía habilitante, especialmente, tres normas: la ley de tierras, ley de pesca y ley de hidrocarburos.
La historia en la óptica de los comunicadores
Lo sucesos de los días 11, 12 y 13 abril de 2002, han suscitado todo tipo de interpretaciones en Venezuela y el mundo.
Lo sucesos de los días 11, 12 y 13 abril de 2002, han suscitado todo tipo de interpretaciones en Venezuela y el mundo.
La Agencia Bolivariana de Noticias, en el interés de ofrecer un aspecto nuevo sobre esos hechos, ha reunido los testimonios de cuatro destacados comunicadores venezolanos que, por su misma condición profesional, han sido testigos privilegiados de estos hechos.
Ellos son: Earle Herrera, diputado a la Asamblea Nacional y conductor del programa televisivo “El kiosco veraz”; Roberto Giusti, periodista de El Universal y Globovisión; Ernesto Villegas, autor del libro: Abril, golpe adentro, de reciente publicación y director del diario Ciudad CCS, y Miguel Ugas, director del periódico alternativo Y ahora....
Ellos son: Earle Herrera, diputado a la Asamblea Nacional y conductor del programa televisivo “El kiosco veraz”; Roberto Giusti, periodista de El Universal y Globovisión; Ernesto Villegas, autor del libro: Abril, golpe adentro, de reciente publicación y director del diario Ciudad CCS, y Miguel Ugas, director del periódico alternativo Y ahora....
Uno a uno, estos comunicadores nos revelan aspectos de su particular visión sobre aquellos acontecimientos, en una perspectiva que, en común, admite la existencia de dos bloques históricamente antagónicos en la escena política venezolana, los cuales, tal como ocurre con las placas tectónicas de la corteza terrestre, cuando se activan generan fuertes sacudidas.
Herrera: “Fue la máxima expresión de la lucha de clases”
Herrera: “Fue la máxima expresión de la lucha de clases”
“Esa fecha fue, realmente, lo que podríamos llamar la máxima expresión y exacerbación de una lucha de clases”, puntualiza Earle Herrera.
“No es casualidad que toda la vanguardia de la derecha, estuvo en manos de los empresarios venezolanos nucleados en Fedecámaras, y tampoco es un dato cualquiera que una vez que estos señores logran derrocar al Gobierno, al que colocan como presidente de la República es al presidente de Fedecámaras, el de los empresarios.
De manera que fue una reacción del poder económico, del poder eclesiástico, del poder mediático y de unos grupos de privilegiados como la burocracia que había dirigido y regentado la industria petrolera, quienes hacen una alianza, para ellos natural, con el fin de derrocar un gobierno con un alto contenido de apoyo popular”.
Señala que tampoco es un dato cualquiera la afirmación del dueño de Globovisión (canal de TV opositor), Guillermo Zuloaga, en la reunión de la SIP, celebrada entre el 19 y el 22 de marzo en Aruba, donde se lamentaba de que “si hubiesen hecho las cosas bien, no estaría ocurriendo lo que actualmente ocurre en Venezuela”.
De manera que fue una reacción del poder económico, del poder eclesiástico, del poder mediático y de unos grupos de privilegiados como la burocracia que había dirigido y regentado la industria petrolera, quienes hacen una alianza, para ellos natural, con el fin de derrocar un gobierno con un alto contenido de apoyo popular”.
Señala que tampoco es un dato cualquiera la afirmación del dueño de Globovisión (canal de TV opositor), Guillermo Zuloaga, en la reunión de la SIP, celebrada entre el 19 y el 22 de marzo en Aruba, donde se lamentaba de que “si hubiesen hecho las cosas bien, no estaría ocurriendo lo que actualmente ocurre en Venezuela”.
“¿Y qué es lo que ocurre actualmente en Venezuela”, se pregunta Herrera, y responde: “Bueno, la Revolución Bolivariana, la inclusión, la participación protagónica del pueblo; nada de eso estaría ocurriendo y en eso el señor Zuloaga fue crudamente sincero”.
En tono reflexivo dice que el golpe de Estado de abril de 2002, “fue una derrota para la derecha y la oligarquía venezolana, y una prueba de fuego para la Revolución Bolivariana”.
Afirma que los hechos de abril son la expresión de un proceso continuado que se inició en diciembre de 2001 con el paro de los empresarios y sus aliados de la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV), que tuvo su punto de explosión el 11 de abril de 2002, con una emboscada de la derecha a su propia marcha, utilizando francotiradores.
“Luego retorna el Presidente con una posición que él mismo ha calificado de permisiva; con una cruz en la mano, pide y llama a la reflexión, y esto se entendió como una expresión de debilidad del jefe del Estado, y ese golpe continuó”, expresa.
“Es decir, estos señores, realmente, no fueron derrotados el 13 de abril, porque ese día, sencillamente, se revierte el golpe de Estado, pero no se derrota a los golpistas”, explica.
Dice que el Presidente regresó; pero que, para los golpistas, lo hizo en una condición de debilidad política.
“El presidente restituye en sus cargos a la llamada “meritocracia” de Petróleos de Venezuela, y estos señores, durante meses, robustecen sus posiciones y en las narices del Gobierno y del Estado preparan un golpe fatal, mucho más demoledor que el golpe de Estado de abril, que fue el sabotaje petrolero, con el cual se trató de torcer el pescuezo a la principal industria del país y hundir a Venezuela”, finaliza.
En tono reflexivo dice que el golpe de Estado de abril de 2002, “fue una derrota para la derecha y la oligarquía venezolana, y una prueba de fuego para la Revolución Bolivariana”.
Afirma que los hechos de abril son la expresión de un proceso continuado que se inició en diciembre de 2001 con el paro de los empresarios y sus aliados de la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV), que tuvo su punto de explosión el 11 de abril de 2002, con una emboscada de la derecha a su propia marcha, utilizando francotiradores.
“Luego retorna el Presidente con una posición que él mismo ha calificado de permisiva; con una cruz en la mano, pide y llama a la reflexión, y esto se entendió como una expresión de debilidad del jefe del Estado, y ese golpe continuó”, expresa.
“Es decir, estos señores, realmente, no fueron derrotados el 13 de abril, porque ese día, sencillamente, se revierte el golpe de Estado, pero no se derrota a los golpistas”, explica.
Dice que el Presidente regresó; pero que, para los golpistas, lo hizo en una condición de debilidad política.
“El presidente restituye en sus cargos a la llamada “meritocracia” de Petróleos de Venezuela, y estos señores, durante meses, robustecen sus posiciones y en las narices del Gobierno y del Estado preparan un golpe fatal, mucho más demoledor que el golpe de Estado de abril, que fue el sabotaje petrolero, con el cual se trató de torcer el pescuezo a la principal industria del país y hundir a Venezuela”, finaliza.
Giusti: “La marcha a Miraflores fue burlada y utilizada”
El conocido periodista del diario El Universal y de Globovisión Roberto Giusti plantea de inicio que sobre los sucesos de abril hay todavía muchas conjeturas, preguntas sin respuestas y hechos que no han sido constatados y que, por tanto, carece de sentido discutir sobre ellos.
Sostiene, sin embargo, que si hay situaciones que han sido constatadas y que, a su juicio, arrojan luz sobre lo acontecido aquellos días de abril de 2002.
“Uno de esos hechos es que el presidente Chávez ha reconocido, personalmente, que él provocó esa situación (los acontecimientos del 11 de abril). Lo dijo ante la Asamblea Nacional, no recuerdo en qué momento, pero lo dijo.
Eso quiere decir que los acontecimientos del 11 de abril no le cayeron de sorpresa al Gobierno, porque hubo la preparación de un escenario como ese; pero por otra parte también resulta evidente que había un sector de la oposición que estaba jugando a la misma ocurrencia de esos hechos. Ahí lo que estaba escrito era que iban a chocar dos trenes.”
Tras una breve pausa, apunta otro hecho, a su juicio, constatado: “Si bien se trató de lo que en toda la línea se puede considerar una insurrección popular, había una masa de decenas de miles de personas que marchó a Miraflores a pedir la salida del poder del presidente Chávez, porque eso era lo que estaba planteado; también resulta evidente que en Miraflores los estaban esperando.”
Sostiene que esos acontecimientos dejaron un saldo de 19 víctimas que él atribuye al Gobierno, de acuerdo con investigaciones a las cuales da crédito, entre ellas el libro: Las balas de abril, del colega Francisco Olivares, jefe de investigaciones del diario El Universal.
Seguidamente agrega: “También resulta evidente, que ese movimiento de carácter popular fue de alguna manera burlado, desvirtuado y utilizado por un grupos de civiles y militares, que luego de haber logrado un objetivo que era evidente, pedir la salida del presidente y provocar un cambio político, convirtieron eso en todo lo contrario de lo que se perseguía: en un golpe de Estado, ejecutado por esos grupos que se estaban disputando el poder aún antes de haberlo tomado”.
Añade que “distorsionaron el movimiento y suspendieron los poderes públicos que tenían que entrar precisamente en acción. Era la institucionalidad de la que debía disponerse en ese momento. Cuando disuelven los poderes públicos eso se convierte en un golpe de Estado y las responsabilidades se diluyen”.
Reitera: “Pero era evidente, como te dije al principio, que el presidente Chávez forzó, la situación para que esos hechos ocurrieran”.
El conocido periodista del diario El Universal y de Globovisión Roberto Giusti plantea de inicio que sobre los sucesos de abril hay todavía muchas conjeturas, preguntas sin respuestas y hechos que no han sido constatados y que, por tanto, carece de sentido discutir sobre ellos.
Sostiene, sin embargo, que si hay situaciones que han sido constatadas y que, a su juicio, arrojan luz sobre lo acontecido aquellos días de abril de 2002.
“Uno de esos hechos es que el presidente Chávez ha reconocido, personalmente, que él provocó esa situación (los acontecimientos del 11 de abril). Lo dijo ante la Asamblea Nacional, no recuerdo en qué momento, pero lo dijo.
Eso quiere decir que los acontecimientos del 11 de abril no le cayeron de sorpresa al Gobierno, porque hubo la preparación de un escenario como ese; pero por otra parte también resulta evidente que había un sector de la oposición que estaba jugando a la misma ocurrencia de esos hechos. Ahí lo que estaba escrito era que iban a chocar dos trenes.”
Tras una breve pausa, apunta otro hecho, a su juicio, constatado: “Si bien se trató de lo que en toda la línea se puede considerar una insurrección popular, había una masa de decenas de miles de personas que marchó a Miraflores a pedir la salida del poder del presidente Chávez, porque eso era lo que estaba planteado; también resulta evidente que en Miraflores los estaban esperando.”
Sostiene que esos acontecimientos dejaron un saldo de 19 víctimas que él atribuye al Gobierno, de acuerdo con investigaciones a las cuales da crédito, entre ellas el libro: Las balas de abril, del colega Francisco Olivares, jefe de investigaciones del diario El Universal.
Seguidamente agrega: “También resulta evidente, que ese movimiento de carácter popular fue de alguna manera burlado, desvirtuado y utilizado por un grupos de civiles y militares, que luego de haber logrado un objetivo que era evidente, pedir la salida del presidente y provocar un cambio político, convirtieron eso en todo lo contrario de lo que se perseguía: en un golpe de Estado, ejecutado por esos grupos que se estaban disputando el poder aún antes de haberlo tomado”.
Añade que “distorsionaron el movimiento y suspendieron los poderes públicos que tenían que entrar precisamente en acción. Era la institucionalidad de la que debía disponerse en ese momento. Cuando disuelven los poderes públicos eso se convierte en un golpe de Estado y las responsabilidades se diluyen”.
Reitera: “Pero era evidente, como te dije al principio, que el presidente Chávez forzó, la situación para que esos hechos ocurrieran”.
Villegas: “Toda revolución genera contrarrevolución”
“Yo creo que fue un acontecimiento que ayudó a sincerar en mucho el debate político venezolano”, nos dice de entrada Ernesto Villegas, al juzgar los sucesos iniciados el 11 de abril de 2002.
Señala que los sectores que terminaron dando el golpe de Estado, iniciaron sus acciones planteando rectificaciones al gobierno del presidente Chávez.
“Comenzaron manejando argumentos que, a primera vista lucían como democráticos, pero luego el debate abierto develó que eran pretextos”.
Coincide con los colegas convocados por este trabajo, en que lo ocurrido en abril de 2002 fue la expresión de una confrontación histórica, un choque de bloques políticos antagónicos.
“Yo pienso que así ha quedado plasmado y que además esa confrontación se ha mantenido en el tiempo. Ocho meses después del golpe vino el paro-sabotaje petrolero y los actores fueron exactamente los mismos, y he oído a personas que, con algunos matices, el elenco, las banderas y los propósitos, los fines, los argumentos siguen teniendo aire de familia”.
“No fue una cosa episódica ni una noche de locura, obedeció a la reacción que todo intento revolucionario genera. Toda revolución genera una contrarrevolución”, sentencia.
Al vincular los hechos de abril a la experiencia continental, más reciente, expresa: “ A mí me parece que el golpe de Honduras fue una versión corregida del golpe de abril en Venezuela. Fue un golpe exitoso, fue un golpe no sólo contra el presidente Zelaya sino contra el Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América)”.
Refiere que en ambos casos la confrontación se trasladó a las palabras. En un momento determinado, en Venezuela los bandos se alinearon detrás de las palabras: Golpe de Estado o vacío de poder, mientras que en Honduras, llamar presidente a Zelaya o a Micheletti, definía una posición política.
A una pregunta, responde que la derecha, por su arrogancia, cometió graves errores en su plan para derrocar al presidente Chávez, basada en una falsa superioridad racial, social, económica.
Seguidamente, vuelve su vista hacia los sectores revolucionarios y expresa. “Yo creo que todavía nos falta comprender en toda su dimensión, y aceptar al pueblo venezolano como un sujeto irredento. Este pueblo es a veces aparentemente conformista y aparentemente pasivo y sumiso, pero tenemos un acervo histórico de rebeliones, de irreverencias que nosotros mismos, en esta época, no lo hemos sabido valorar.
Ese pueblo tiene en su haber la rebelión del 13 de abril que careció de liderazgos formales, una cosa verdaderamente espontánea. El presidente Chávez estaba preso, que es el líder fundamental del proceso revolucionario y de resto lo que había era líderes populares espontáneos. Eso es algo que debe ser verdaderamente estudiado y comprendido cabalmente por el movimiento revolucionario y no despachado con simplismos”.
Afirma que el pueblo venezolano está atento, observando, valorando y que no es tan fácil engañarlo ni manipular sus expectativas.
“Yo creo que fue un acontecimiento que ayudó a sincerar en mucho el debate político venezolano”, nos dice de entrada Ernesto Villegas, al juzgar los sucesos iniciados el 11 de abril de 2002.
Señala que los sectores que terminaron dando el golpe de Estado, iniciaron sus acciones planteando rectificaciones al gobierno del presidente Chávez.
“Comenzaron manejando argumentos que, a primera vista lucían como democráticos, pero luego el debate abierto develó que eran pretextos”.
Coincide con los colegas convocados por este trabajo, en que lo ocurrido en abril de 2002 fue la expresión de una confrontación histórica, un choque de bloques políticos antagónicos.
“Yo pienso que así ha quedado plasmado y que además esa confrontación se ha mantenido en el tiempo. Ocho meses después del golpe vino el paro-sabotaje petrolero y los actores fueron exactamente los mismos, y he oído a personas que, con algunos matices, el elenco, las banderas y los propósitos, los fines, los argumentos siguen teniendo aire de familia”.
“No fue una cosa episódica ni una noche de locura, obedeció a la reacción que todo intento revolucionario genera. Toda revolución genera una contrarrevolución”, sentencia.
Al vincular los hechos de abril a la experiencia continental, más reciente, expresa: “ A mí me parece que el golpe de Honduras fue una versión corregida del golpe de abril en Venezuela. Fue un golpe exitoso, fue un golpe no sólo contra el presidente Zelaya sino contra el Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América)”.
Refiere que en ambos casos la confrontación se trasladó a las palabras. En un momento determinado, en Venezuela los bandos se alinearon detrás de las palabras: Golpe de Estado o vacío de poder, mientras que en Honduras, llamar presidente a Zelaya o a Micheletti, definía una posición política.
A una pregunta, responde que la derecha, por su arrogancia, cometió graves errores en su plan para derrocar al presidente Chávez, basada en una falsa superioridad racial, social, económica.
Seguidamente, vuelve su vista hacia los sectores revolucionarios y expresa. “Yo creo que todavía nos falta comprender en toda su dimensión, y aceptar al pueblo venezolano como un sujeto irredento. Este pueblo es a veces aparentemente conformista y aparentemente pasivo y sumiso, pero tenemos un acervo histórico de rebeliones, de irreverencias que nosotros mismos, en esta época, no lo hemos sabido valorar.
Ese pueblo tiene en su haber la rebelión del 13 de abril que careció de liderazgos formales, una cosa verdaderamente espontánea. El presidente Chávez estaba preso, que es el líder fundamental del proceso revolucionario y de resto lo que había era líderes populares espontáneos. Eso es algo que debe ser verdaderamente estudiado y comprendido cabalmente por el movimiento revolucionario y no despachado con simplismos”.
Afirma que el pueblo venezolano está atento, observando, valorando y que no es tan fácil engañarlo ni manipular sus expectativas.
Ugas: “El pueblo entendió que debía pelear en el área de la comunicación”
“Los sucesos de abril de 2002, realmente constituyeron un hito histórico para el desarrollo del proceso político venezolano, para el proceso bolivariano, puesto que en esos la oligarquía venezolana y sus aliados externos, intentaron concretar todo un plan de cercenamiento del proceso de cambios bolivariano que se venía desarrollando desde 1999”, dice el director de “Y ahora...”, Miguel Ugas.
Señala que una decidida reacción popular impidió que estos planes de la “reacción, de la contrarrevolución y el imperialismo”, se concretaran.
Afirma que “por otra parte, al transcurrir estos 8 años, se ha acentuado esa disposición popular a defender y mantener este proceso de cambios, que aspiramos sea una tendencia, una definición histórica, de los pueblos latinoamericanos a cuya vanguardia está el pueblo venezolano.”
Manifiesta estar de acuerdo con la caracterización de los dos bloques históricos y antagónicos, enfrentados en los sucesos de abril, y sobre ese punto, agrega que la derecha venezolana, luego de perder el Gobierno con el triunfo electoral de Hugo Chávez en diciembre de 1998, hizo esfuerzos por reagruparse y dar el zarpazo que consideraron definitivo, el 11 de abril de 2002, contra la revolución bolivariana.
Al responder una pregunta, Ugas destaca la importancia que tuvieron aquellos acontecimiento en el actual desarrollo de los medios alternativos de comunicación.
“Estamos perfectamente convencidos que esa fecha significó un despertar, con un impacto muy importante, en el seno de los comunicadores populares venezolanos”.
Explica que en décadas pasadas hubo antecedentes de medios alternativos “pero con la Revolución Bolivariana y, en particular, con los sucesos de abril de 2002, el pueblo venezolano abraza la idea de que es necesario asumir una acción comunicacional que permita la defensa del proceso bolivariano, en momentos que los sectores de la burguesía tenían todo el control de un poderoso aparato comunicacional, tanto interno como externo, para ir en contra de proyecto bolivariano.”
“De manera, pues, que el pueblo sintió la necesidad de organizarse, de estructurarse en torno al quehacer comunicacional, para poder asumir, también en ese ámbito, la defensa del proceso.”
“Los sucesos de abril de 2002, realmente constituyeron un hito histórico para el desarrollo del proceso político venezolano, para el proceso bolivariano, puesto que en esos la oligarquía venezolana y sus aliados externos, intentaron concretar todo un plan de cercenamiento del proceso de cambios bolivariano que se venía desarrollando desde 1999”, dice el director de “Y ahora...”, Miguel Ugas.
Señala que una decidida reacción popular impidió que estos planes de la “reacción, de la contrarrevolución y el imperialismo”, se concretaran.
Afirma que “por otra parte, al transcurrir estos 8 años, se ha acentuado esa disposición popular a defender y mantener este proceso de cambios, que aspiramos sea una tendencia, una definición histórica, de los pueblos latinoamericanos a cuya vanguardia está el pueblo venezolano.”
Manifiesta estar de acuerdo con la caracterización de los dos bloques históricos y antagónicos, enfrentados en los sucesos de abril, y sobre ese punto, agrega que la derecha venezolana, luego de perder el Gobierno con el triunfo electoral de Hugo Chávez en diciembre de 1998, hizo esfuerzos por reagruparse y dar el zarpazo que consideraron definitivo, el 11 de abril de 2002, contra la revolución bolivariana.
Al responder una pregunta, Ugas destaca la importancia que tuvieron aquellos acontecimiento en el actual desarrollo de los medios alternativos de comunicación.
“Estamos perfectamente convencidos que esa fecha significó un despertar, con un impacto muy importante, en el seno de los comunicadores populares venezolanos”.
Explica que en décadas pasadas hubo antecedentes de medios alternativos “pero con la Revolución Bolivariana y, en particular, con los sucesos de abril de 2002, el pueblo venezolano abraza la idea de que es necesario asumir una acción comunicacional que permita la defensa del proceso bolivariano, en momentos que los sectores de la burguesía tenían todo el control de un poderoso aparato comunicacional, tanto interno como externo, para ir en contra de proyecto bolivariano.”
“De manera, pues, que el pueblo sintió la necesidad de organizarse, de estructurarse en torno al quehacer comunicacional, para poder asumir, también en ese ámbito, la defensa del proceso.”
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