domingo, 18 de abril de 2010

La policía ataca una manifestación popular de protesta por la agresión de Estados Unidos a Cuba

La policía ataca una manifestación popular de protesta por la agresión de Estados Unidos a Cuba
Un día como hoy, el 18 de abril de 1961, el pueblo progresista y revolucionario venezolano tomó las calles de las ciudades del país para expresar su rechazó a la invasión que contrarrevolucionarios cubanos, financiados y armados por el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, realizaban contra Cuba.
Esta acción confirmaba la decisión del imperio de aplicar una política de Estado contra el proceso revolucionario encabezado por el comandante Fidel Castro. John Kennedy (demócrata) ejecutaba los planes heredados de Dwight Eisenhower (republicano) y los hermanos de la muerte: los Dulles (Allen y John). Los invasores partieron desde Guatemala, Honduras y Nicaragua, entonces gobernadas por títeres pitiyanquis, y contó con entrenamiento ayuda gringos, expresada la última en barcos y aviones de combate. Llegaron a Cuba por la bahía de Cochinos y sus playas Larga y Girón. Pero "allí quedaron", como luego nos cantó el inmortal Carlos Puebla.
Los mercenarios se toparon inicialmente con las milicias revolucionarias, que los contuvo, y al hacerse presente la Fuerza Armada Revolucionaria Cubana, con Fidel Castro comandándolas personalmente, fueron arrollados, derrotados y hechos prisioneros en un número que sobrepasaba el millar. También chocaron, a la distancia geográfica, que no de ideales, con los hombres y las mujeres de Latinoamérica y el Caribe que se identificaron con la heroica lucha del pueblo de José Martí.
La represión contra las manifestaciones populares del gobierno pro estadounidense de Rómulo Betancourt, Acción Democrática (AD) y el Comité de Organización Partidista Electoral Independiente (COPEI), fue brutal. Muerto quedó un niño-mártir: Edgar González Márquez (14 años); y decenas de heridos, entre ellos Clodosbaldo Russián (22 años), cuando cantaban el Gloria al Bravo Pueblo, con el tricolor nacional en las manos, entre las caraqueñísimas esquinas de Solís y Marcos Parra, en las inmediaciones de El Silencio

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